Tiene 87 años y corre maratones desde los 72: “El running me da compañía, es una forma de vivir”
La atleta atribuye sus logros a ser cabeza dura y con su actitud positiva inspira a quienes no se animan a empezar a practicar el deporte
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La frase “ya estoy grande para innovar” es un mito. La fuerza y pasión de Elisa Forti son la prueba de ello. A sus 87 años, rompe los moldes y, con una sonrisa en la cara, cuenta que corre maratones desde que tenía 72. “Cuando vuelvo tengo ganas de sonreír, de vivir”, dice la italiana que desde los 14 años vive en la Argentina, quien participó del encuentro de Innovación organizado por LA NACION.
Para la madre de cinco hijos, los límites se los pone uno mismo: “Cuando uno quiere, encuentra el tiempo y la posibilidad, todo depende de la cabeza”. Participó de 50 carreras y maratones en distintos destinos, desde Ushuaia hasta el Reino Unido, y realizó varias veces el cruce de los Andes.
Su incursión en el mundo del running empezó por sus ganas de viajar y conocer. Cuando una de sus hijas le dijo que se iba a Villa la Angostura a correr una maratón, a ella le picó el bichito de visitar el sur del país. Sin embargo, cuando propuso viajar como corredora y no como acompañante, las miradas fueron de asombro. Le decían que la iba a pasar mal, pero después de mucha insistencia le abrieron la puerta. Se encontró con un ambiente que define como hermoso “para los que buscan bienestar mental y físico”, y añade: “Si te caés nadie mira el reloj, sino que paran y te levantan”, cuenta en diálogo con José Del Rio, secretario general de Redacción de LA NACION.
Fue así como Forti logró convencer al entrenador y, de la maratón de 25 kilómetros, pactó correr los primeros 10. Promesa que rompió cuando la adrenalina corría por sus venas en plena carrera: “Cuando llegué a los 10 km, cuando empezaba a subir la montaña, dije ‘al demonio, yo sigo, que sea lo que sea’. Tardé cuatro horas, pero llegué a los 25 km”, cuenta sonriente.
En su primer cruce a los Andes, se encontró con las mismas reacciones. Sin embargo, del otro lado de la línea de meta la esperaban carteles con frases de amigos y sus hijos le dijeron: “Esto lo conseguiste por la cabeza dura que tenés mamá”. Para ella, llegar a la meta es una alegría enorme: “Crecés interiormente. Te sentís más fuerte para enfrentar los problemas diarios”.
Como a muchos otros, esta sensación de liberación se la arrebató la pandemia y las restricciones que vinieron con la misma. Dispuesta a trasgredir los límites, con más de 80 años se escabulló de la policía y a escondidas salía a correr cerca del río. “En un principio quise ser decente e iba a la terraza a correr. pero una hora son 60 vueltas. Después busqué la forma de meterme en el río. Le pedí a la policía si podía correr, porque estaban cerradas las entradas, y me dijeron que sí por mi edad. Pero después ya no me dejaban, me encontraba la policía y me sacaban, entonces cuando oía la moto de lejos me escondía debajo de un árbol hasta que pasara la moto y seguía corriendo”, cuenta con complicidad.
Una casualidad la llevó a protagonizar un documental sobre su vida como corredora. Cómo corre Elisa nació de un encuentro afortunado a orillas del río en Vicente López, donde ella vive y sale a correr a diario. Un día, en medio de su recorrido, un joven la paró y le dijo “el running te debe muchísimo a vos”. Segura de su realidad, ella le dijo que no: “Vos no sabés lo que yo le debo al running. Soy viuda, vivo sola, no quiero molestar a mis hijos y el running me da compañía y un estilo de vida”. Después de ponerse en contacto y que la propuesta de una maratón en su ciudad natal el Lago Di Como, en Italia, se pusiera sobre la mesa, Elisa accedió y en 2019 se estrenó.
El refrán dice “mente sana, cuerpo sano”, pero para ella la filosofía es distinta. “A mi entender, es la mente la que manda al cuerpo. Es la mente la que me levanta a la mañana, la que me da ganas de ponerme las zapatillas e ir a gozar de la naturaleza”, dice.
A quienes no practican ningún deporte, Elisa los invita a que hagan la prueba y no lo descarten sin antes intentarlo. “Me siento una persona que tiene la suerte de tener salud, que quiere vivir y tocar todo, de no cerrar la posibilidad. ¿Te tocan el timbre? Escuchá. ¿Nunca lo hiciste? Probá. ¿Ya lo hiciste? ¨Probá de nuevo, pero no hay que cerrar la puerta”, aconseja.
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