Tenía 17 años y una brutal patada en un partido lo ayudó a crear un negocio con presencia en todo el país
Tomás Machuca es el creador de Fenikks, una empresa de triple impacto que se dedica al reciclaje de plástico y la fabricación de canilleras; del potrero a trabajar con clubes de primera división
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Lo mejor que le pudo pasar a Tomás Machuca fue que le rompan la canillera de una patada, hace ya cinco años, durante un partido de fútbol en su barrio, República de la sexta, un barrio humilde en Rosario. En ese momento tenía 17 años. Como no tenía plata para comprar una nueva, profesional, y también era una “persona curiosa”, como se define, se le ocurrió armar una propia, con un pedazo de plástico que sacó de un balde. En ese momento nació Fenikks, una empresa que hoy tiene presencia en todo el país, produce miles de canilleras con material reciclado y trabaja directamente con más de 14 clubes de fútbol, varios de primera división, como San Lorenzo, Argentinos Juniors, Gimnasia y Estudiantes de La Plata y Newell’s.
“Ahora vivimos del fútbol sin ser futbolistas”, le dice Machuca a LA NACION. Pero hizo más que cumplir su deseo de adolescente: su empresa es de triple impacto, no solo genera un beneficio económico, sino que ayuda el medioambiente y a los barrios donde se instala. Más allá de trabajar con clubes de fútbol, tienen convenios con más de 500 clubes sociales alrededor del país, donde los chicos pueden reciclar plástico, que se transforma en canilleras para jugar y próximamente en otros productos de indumentaria.
“Del último modelo que lanzamos hicimos 3000 pares de canilleras, lo que significa 600 kilos de plástico reciclado”, explica Machuca, que abrió en Córdoba una segunda planta de producción de canilleras -además de la de Santa Fe-. En ella trabaja su padre, una figura muy importante para él y para su desarrollo como emprendedor. “Fue el pase del año, lo pudimos sacar del barrio un rato”, bromea Machuca.
-Vivías entre dos realidades cuando eras chico, la de tu barrio y la de la escuela privada donde estudiabas. ¿Cómo te marcó ese ida y vuelta?
-Siempre tuve una muy buena educación, gracias a mi viejo, que se rompía el lomo para darnos todo, a mí y a mi hermano. Los dos fuimos a una escuela privada, si bien vivíamos en un barrio carenciado como le dicen, pero a nosotros nunca nos faltó nada. Siempre en contacto con dos mundos muy distintos, dos realidades. Tuve esa conexión, que se da también en la realidad, los dos mundos están conectados. A veces venía un amigo del colegio y era una cosa y a veces venía un amigo del barrio a casa y me decía “hoy no pude comer nada”, y se quedaba a comer a la noche y a dormir. Las dos cosas te forman. Tus oportunidades y el contacto con la realidad del otro.
-¿Tuviste otros emprendimientos antes de Fenikks? ¿Algún intento que haya salido mal?
-Siempre fui muy curioso. Antes de Fenikks también emprendía, aunque no sabía que se llamaba así. Con un amigo vendíamos películas en la calle, durante un tiempo, pero hubo problemas obvios para escalar ese proyecto: la policía nos dijo que no se podía hacer. También con mi hermano alquilábamos un metegol que nos había regalado mi viejo. Habíamos pedido unos botines, y mi viejo nos dijo los botines les duran dos meses, les regalo un metegol y después se pueden comprar botines ustedes. Ese tipo de cosas nos enseñó mi viejo.
-¿Cuál es la idea que guía Fenikks, que la hace crecer?
-La idea es sustentabilidad y generación de ingresos. Tenemos puestos de recolección en los clubes, que contribuyen al medio ambiente, y en un futuro habrá puestos en los estadios. Y de ahí se venden las canilleras con los diseños del club, en las tiendas del club. Además, por cada canillera vendida, se regala una para el fútbol amateur.
-¿Y cuál es el próximo paso?
-Próximamente, desarrollo de indumentaria. Estamos cerrando una cooperación con TexCom, que es la marca más grande del país, hicieron la tela de las remeras de la Selección en Qatar, por ejemplo. Son de poliéster reciclado. La idea es meterse en indumentaria y vender los productos a través de los canales de Fenikks, en principio. También próximamente vamos a hacer canilleras de Hockey, para meternos en otros deportes y expandir la producción de canilleras hacia otros sectores.
-¿Qué consejo le dirías a un adolescente que quiere emprender?
-A los chicos les diría que alimenten su curiosidad. A veces no se trata de tener ideas, porque la lamparita se te prende, estás hablando con un amigo y se te ocurre algo, pero después lo dejás pasar, no le das bola, y lo que hay que hacer ahí es detenerse y dedicarle tiempo. Hay muchas distracciones hoy en día, ese es el principal problema. Yo empecé a los 17 años, y hoy un chico de 17 ¿cuánto tiempo le dedica al celular? Hay que hacer un esfuerzo para dejar a un lado el teléfono y alimentar otras cosas también, otras curiosidades. Y hay que animarse a todo, contactar gente que decís “este no me va a hablar”, y después te mandás y ves que te contesta y te presta atención.
-¿Quién decías “este no me va a hablar” y al final armaron algo?
-Un montón. Vía LinkedIn nosotros contactamos un montón de gente. Toda la gente de los clubes la conseguimos por ahí. Identificamos quiénes eran los voceros de los clubes, de las marcas, y los contactamos con nuestra propuesta. Todo el esquema nuevo que tenemos ahora, que me cierra y diría que está explotado, es muy productivo, lo armamos de esa manera. Ahora vivimos del fútbol sin ser futbolistas, como le decía a un amigo, y ese era nuestro sueño cuando empezamos. Descubrís el camino mientras vas avanzando.
-¿Te sentís sobrepasado a veces con el negocio? ¿Cómo hacés para manejar toda esta operación siendo tan joven?
-Nunca me desligué del barrio. Es importante para mí disfrutar, juntarme con amigos. Ahora que tengo 21 años, un montón, y antes a los 17 también.
-¿Cuáles son tus referencias como emprendedores?
-Mi viejo es mi referencia principal. Messi es un modelo de humildad y persona. Steve Jobs, como empresario, y Blake Mycoskie, de Toms, las zapatillas que por cada par vendido regalaban una, él también me marcó.
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