"Tengo el karma de los malos jefes"
El consultorio está redecorando su ambiente. Debido a que la pandemia trajo mucha depresión en sus pacientes, cambiamos muebles y adornos así como la pintura para animar a quienes nos visitan.
Decidimos cambiar el color gris oscuro de las paredes por amarillo patito, pusimos una alfombra que dice "Welcome", un sanitizante en la entrada, y compramos flores de plástico para decorar e iluminar el lugar. Retapizamos el diván con motivos florales e, inteligentemente, pintamos el techo para que cuando el paciente esté reflexionando, mire una imagen que lo inspire.
En este caso el consultorio decidió poner una pintura kitsch que mandamos a hacer especialmente: la Maja Desnuda con la cara de la Mona Lisa. Será cursi y vulgar, pero seguramente alegrará los espíritus de los pacientes cabizbajos. Finalmente, para aquellos a los que mirar al techo los descomponga por semejante atropello a la vista y el buen gusto, pusimos retratos de Freud, Lacan, Pavlov y Piaget para quedar bien con todas las escuelas del pensamiento.
Me visitó Adriana quien presurosa y antes de entrar a las instalaciones me preguntó si había leído su mail y si tenía sentido esta visita o iba directamente al psiquiatra. Invité a mi paciente a acomodarse y destinamos los primeros diez minutos a una relajación yogui para que se calmara y alineara los patitos.
-Adriana, contame despacio y en orden porqué estás acá.
-Antes que nada gracias doctor. Ya camino por las paredes. Estoy acá porque me persigue un karma. Nunca tuve un buen jefe. De hecho, uno fue un psicópata degenerado, otro una bestia y otro un asqueroso.
-Te propongo repasar ese zoológico. Contame una situación que hayas vivido con cada uno.
-Voy a empezar con mi primer trabajo. Trabajé en un frigorífico como asistente de calidad. Waldo era mi jefe, un tipo raro, nunca comía con nosotros, siempre encerrado en la oficina. Éramos tres mujeres entre los 450 empleados y sus órdenes eran claras: nadie podía decirme nada, ni mirarme y, quien rompía esa orden quedaba a disposición de Recursos Humanos. El problema lo tuve cuando mi jefe empezó a ser un psicópata y abusador. Todos los días al llegar y al irme tenía que pasar por su oficina y darle un beso, si no lo hacía se enojaba y me tiraba la bronca. Siempre tenía comentarios raros sobre mi cuerpo. Si yo bajaba las cortinas de la oficina donde estaba, él venía y las subía y me decía "dejalas arriba que me gusta verte". Un día todo cambió. Mientras yo lavaba material del laboratorio, él vino y se colocó detrás mío. Me puso una mano en la cintura y me tocó la cola. Me quede paralizada...
-Tenías todos los indicios para darte cuenta que algo no andaba bien y que era un potencial abusador. ¿Por qué no hiciste nada?
-No hice nada, no sabía qué hacer. Yo pensaba: era mi primer laburo y me la tenía que bancar. Tal vez consideré que eso era algo que sucedía y que simplemente tenía que evitar. Todo el mundo me decía que el jefe se quería acostar conmigo. No lo soporté y me fui.
-¿Cómo elegiste tu siguiente trabajo?
-No elegí nada. Tomé el trabajo que conseguí. Fue un puesto de supervisora de calidad en un laboratorio. Al poco tiempo perdí un bebé. Al año me pasó lo mismo. Un domingo comienzo con las pérdidas y aviso a Recursos Humanos mi condición. El lunes al llegar a la planta, mi jefe, Daniel, me esperaba en su oficina. Le dije que estaba haciéndome un estudio para un control, y no termino de decir eso que dispara "Espero que no estés embarazada, porque ustedes las mujeres se embarazan y se dedican a sus hijos y pierden las responsabilidades. Yo no quiero contratar más mujeres porque después se van porque prefieren a los hijos". Lo miré mientras me sentaba en la silla y le dije "Si, estoy embarazada... pero no se preocupe, lo estoy perdiendo en este momento". No te puedo explicar la angustia, el vacío, la tristeza, la soledad y todo lo que yo sentía en ese momento. Pero mi jefe redobló la apuesta, siguió con su maratón verborrágica de estúpidos comentarios sobre el tema y me dijo: "Podés hablar con Lili (jefa de compras), ella no puede tener hijos y te puede entender". Fui derecho a hablar con la responsable de recursos inhumanos quien solo atinó a decirme "Buenoooooo... pero no lo tomes así, él no está bien". Me fui apenas conseguí otro trabajo.
–¿Querés contarme de tu último jefe?
–Marcelo... Venía a la oficina y les pedía a los pibes que le tiren del dedo para liberar sus flatulencias. Un simio. No entendía el género femenino, no había chance de que lo entendiera. Era muy básico y me admiraba por ser "mujer e ingeniera". Era la única mujer entre 80 empleados y yo tenía mi propio baño. Para que nadie lo usara la llave la tenía yo. Un día rompieron la cerradura y el baño estaba enchastrado. Lo peor de todo es que me dijeron que fue mi jefe quien la había roto a propósito. Un día discutimos y en voz alta le dije que yo sabía que había roto la puerta para ensuciarlo. De ahí no me fui, me echaron. Hoy estoy viendo qué hacer de mi vida. No quiero más un jefe espantoso.
Lo que Adriana no debería hacer: Para limpiar el karma negativo de Adriana, ella podría hacer una limpieza áurica y alinear los chakras. Un poco de ruda, incienso y cuencos tibetanos pueden ayudar. Si esta estrategia no funciona, volver a las oficinas pasadas para eliminar el campo magnético negativo, rociarlas de kerosene y sanseacabó. El riesgo de esta limpieza, más bien exterminación áurica, es terminar presa. Es un riesgo a correr.
Lo que Adriana debería observar: muchas veces parecemos signados por la mala suerte en cuanto a jefes se trata. La realidad es que Adriana tuvo jefes espantosos, pero llegó a situaciones límites antes las cuales no hay posibilidad de dar marcha atrás. Ante el abuso, hay que denunciar. Hoy las áreas de Recursos Humanos suelen tener las herramientas para poder enfrentar estos temas. No hacerlo es permitir al abusador obrar como quiera.
Para el jefe animal que no pudo contenerla, en realidad son personas de madera emocional que no saben cómo confrontar situaciones complejas desde ese lugar. Probablemente no fuera una mala persona, pero sí un bruto revestido de amianto a quien le es más fácil poder vencer a toda la competencia en su industria que sostener emocionalmente a una persona. Adriana tiene que comprender que no es ahí donde va a encontrar el apoyo que necesita. Un psicólogo hubiera sido lo mejor.
Con el jefe asqueroso o se le pone un límite, o sus arrebatos y atropellos van a ser cada vez peor. Esto se hace poniendo sobre la mesa el límite de lo que Adriana acepta como diversión y lo que excede eso. Sentarse con el jefe en privado para hablar el tema, es algo que Adriana nunca hizo.
Va a ser importante para ella poder estar atenta a la cultura de la organización donde quiera trabajar. Entender qué se valora, qué se premia. Mirar el proceso de selección, cómo lo hacen y cómo la tratan. Dada sus malas experiencias, hablar con gente que haya trabajado en el lugar puede ser una buena forma de sacarse dudas. Otra posibilidad es revisar las experiencias de exempleados en las redes, usando las posibilidades que ofrecen plataformas como Glassdoor.
Terminó la hora de la consulta y Adriana no dejaba de mirar el techo. No sabía si estaba hipnotizada, encantada u horrorizada con la pintura. Despedí a Adriana quien me sugirió poner unos querubines en el techo acompañando a la madonna moderna.
-Espero tener suerte en mi próximo trabajo. Si me ve por acá de nuevo es que me equivoqué otra vez.
Esperemos que no, Adriana.
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