El Covid-19 y la crisis económica aceleraron los planes de las startups locales, que cada vez más se animan a jugar de visitante; la capacidad de resiliencia y de adaptación son los mayores diferenciales
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Desde la creación de un Spotify de la alta cocina y la puesta en marcha de un restaurante en Madrid hasta el lanzamiento de una bebida deportiva a base de cannabis en EEUU, pasando por una fintech para procesar pagos digitales en toda la región, una línea de indumentaria inclusiva o una marca de jugos de fruta que se anima a ingresar en el poderoso mercado brasileño, los emprendedores argentinos dejaron en claro que no hay pandemia que los achique a la hora de iniciar un nuevo proyecto.
Como ya sucedió en el pasado, las startups locales nuevamente están demostrando que las recurrentes crisis económicas argentinas son a la vez el principal motor de sus planes de internacionalización y a la vez la mejor escuela de negocios. “Hoy vemos un mayor interés y una mayor necesidad de parte de los emprendedores de expandir sus proyectos desde la Argentina hacia afuera, porque el mercado se achica y porque las condiciones institucionales, políticas e impositivas en el país realmente asustan”, asegura Silvia Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE.
A la hora de salir a buscar nuevos mercados internacionales desde la Argentina o directamente salir a probar suerte en el exterior, los emprendedores locales cuentan con algunas ventajas.
“El argentino tiene en su ADN el gen emprendedor. Somos descendientes de inmigrantes (que eran emprendedores en su mayoría), somos resilientes (vivimos crisis cada aproximadamente 10 años) y estamos acostumbrados a hacer mucho con poco”, asegura Alejandro Mashad, director del Centro de Entrepreneurship de la Universidad de San Andrés.
“El emprendedor argentino suele tener ciertas ventajas con respecto a sus pares de la región: especialmente la flexibilidad para adaptarse a los cambios continuos del entorno y la capacidad de reacción para poder hacerlo con rapidez y no quedar fuera del mercado con su servicio o producto. Sin dudas, el talento humano y técnico (ciencias, matemáticas, tecnología) de nuestro país es otro punto a favor que podemos aprovechar”, coincide María Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor Argentina.
Marcos Mercado (Pura Frutta). La marca del Alto Valle que busca conquistar Brasil
Pura Frutta, la startup de jugos exprimidos naturales que fundaron en sociedad Martín Carro (argentino) y José Carlos Molestina (ecuatoriano), mantiene su proceso de expansión por Latinoamérica y se encamina a disputarle las góndolas a Brasil, un jugador fuerte del mercado.
Tras lograr un acuerdo con la frutícola Moño Azul, del holding Grupo Prima, aceleraron su nivel de exportación y se encuentran a pocos días de desembarcar sus productos en los supermercados brasileños. El emprendimiento, que opera en Neuquén y Buenos Aires distribuye a distintos puntos del país y duplicó su producción y facturación el primer año de la pandemia. El crecimiento de su demanda los llevó a mudarse a una fábrica más grande.
Los fundadores esperan repetir el logro y facturar US$2 millones mientras se consolidan como empresa y se posicionan en la región. El desafío este año será superar los controles de precios que afectan su abastecimiento en el país, el alza en la inflación y lograr que las ventas reduzcan el impacto de sus costos dolarizados. La historia de los emprendedores se conoció a través de LA NACION, donde contaron sus inicios como fabricantes de jugos a partir de fruta fresca y no de concentrados, siguiendo una tendencia mundial de elaboración conocida como Not From Concentrate (NFC). El camino que empezaron en 2014 culminó con una alianza con uno de los mayores exportadores de fruta del país. “Desde que nos asociamos con Moño Azul armamos un contrato de provisión de fruta a largo plazo, que, si bien está dolarizado, nos sirve porque nos permite tener previsibilidad sobre uno de nuestros mayores costos”, dice Marcos Mercado, socio gerente de Pura Frutta.
El acuerdo con Moño Azul le permitió a la startup contar con un nuevo espacio para su fábrica, que les había quedado chica para el volumen de su producción. Al compartir el espacio con su proveedor principal evitaron el costo de transportar la fruta por camiones. A la vez, recibieron de la frutícola soporte para las operaciones de comercio exterior, en especial para Brasil, el próximo mercado al que van a ingresar .
El emprendimiento ya exporta a Colombia y Uruguay y proyecta sumar también a Chile. “Brasil es un mercado de jugos enorme. Tenés góndolas enteras dedicadas a estos productos. Lo que sucede allá es que en la producción de manzanas nosotros somos mucho más competitivos y tenemos mejor calidad. Entrar a Brasil y ofrecer naranjas no tiene sentido, pero los productos en los que somos fuertes, como las manzanas, que allá casi no existe, nos hace competitivos. Hay muchos jugadores en el mercado brasileño, pero es diez veces más grande lo que nos permite tener más oportunidades”, refiere Mercado.
“Queremos ser propulsores de productos naturales y orgánicos, y ayudar a crear ese mercado en Argentina y todo América Latina. Al tener mayor valor agregado, tienen un potencial de exportación muy importante en la región”, destaca Mercado.
Diego Belbussi (Rejoy). Lanzaron en EE.UU. una bebida deportiva a base de cannabis
Un grupo de atletas y corporativos argentinos lanzaron la primer bebida isotónica a base de cannabis. Con el envión de una nueva ley de los Estados Unidos que legalizó el uso del cannabidiol (CBD), un componente que se extrae de las plantas de marihuana, sentaron su base en Miami y de allí distribuyen a través de e-commerce a todos los estados, a las tiendas de 7- Eleven y a cadenas de gimnasios.
Al momento ya produjeron 50.000 unidades y proyectan facturar este año US$1,5 millones dentro de una industria en auge que mueve US$20 billones en EEUU y cerca de U$50 billones a nivel mundial.
Rejoy nació como un emprendimiento de tres amigos unidos por la alta competencia. “Somos todos muy apasionados del deporte. Nos movió que uno de nosotros entrenando para una carrera de Ironman tuvo un accidente en la bicicleta y se rompió cinco vértebras y ocho costilla. Estuvo muy cerca de quedarse parapléjico. Después de la cirugía le recetaron derivados de morfina, pero prefirió buscar alternativas más naturales. Ahí dio con el tratamiento de CBD como forma de aliviar el dolor y preparar su cuerpo”, cuenta Diego Belbussi, CGO y cofundador de la empresa, sobre la experiencia de su socio Sebastián Sánchez en uno de los triatlones internacionales más exigentes del mundo.
En 2018 el expresidente Donal Trump firmó una ley, iniciada por el gobierno de su antecesor Barack Obama, que legalizó el CBD para uso comercial. Los fundadores que venían de recorrer un camino corporativo en importantes cargos en empresas de bebidas como la francesa Danone, la holandesa Heineken y Anheuser-Busch InBev, de origen belga, vieron una gran oportunidad en una industria naciente y con poca oferta del producto que querían desarrollar.
“El objetivo cuando empezamos hace dos años fue ser la primera bebida deportiva con CBD, corriendo lo que tuviéramos que correr para llegar primeros en el mercado norteamericano”, dice Martín Moresco, CEO y cofundador. “Por suerte lo logramos y lanzamos en enero de 2020 una prueba piloto de distribución acotada, yendo principalmente a los mejores gimnasios de Miami como Equinox y Anatomy entre otros que están bien posicionados. Ahí estaban nuestros consumidores y los fuimos a buscar”, dice.
Antes de embarcarse en el proyecto, hicieron un estudio cuantitativo del mercado de Estados Unidos donde relevaron 1100 casos en las diez principales norteamericanas. El objetivo fue entender qué hacían los deportistas para manejar el dolor después de una actividad. El resultado fue que más del 50% de los atletas encuestados aseguró tomar ibuprofeno. Con esa información se aventuraron al mercado para ofrecer un producto más natural que facilite el consumo de CBD, que por lo general se lo ingiere en forma de aceite. “Mientras investigábamos para el desarrollo, empezamos a consumir CBD del cannabis para nuestro entrenamiento de triatlón. Comprobamos la potencia que tiene como deportista consumirlo para recuperarte mejor”, dice Moresco. Los emprendedores tuvieron una buena recepción el primer año de testeo y cerraron 120 clientes de diferente cadenas de retail, gimnasios y atletas reconocidos.
“Tenemos un acuerdo con la planta productora de bebidas más importante de Estados Unidos llevamos producidas 50.000 unidades. Este año proyectamos producir 500.000 unidades”, refiere Belbussi.
Gastón Irigoyen (Pomelo). La fintech argentina que busca crecer en América latina
Son exejecutivos de grandes firmas del sector de las finanzas y los pagos digitales. Con años de experiencia en la industria, decidieron unirse en un proyecto propio que desde la Argentina busca avanzar en América Latina. Recibió una inversión de US$9 millones y con unos meses en la espalda ya buscan contratar a 70 personas.
Se trata de Gastón Irigoyen, exCEO de Naranja X; Hernán Corral, exCPO de Naranja X y quien previamente estuvo 12 años en Mercado Pago y se encargó de gestionar el crecimiento de la unidad de pagos y cobros digitales en la firma de Marcos Galperin; y Juan Fantoni, exlíder del equipo fintech para Mastercard en la Argentina y Uruguay, que se asociaron para crear Pomelo, una startup argentina que apunta a brindar soporte digital a las empresas con negocios financieros digitales de la región.
Es una firma que basa su negocio en la premisa del ‘software as a service’, como lo plantea Irigoyen. “Lo que estamos construyendo es una procesadora regional. Detrás de toda fintech o empresa que emite tarjetas hay una infraestructura de pagos””, explica en diálogo con LA NACION el ejecutivo sobre la premisa de su compañía, que tiene sus oficinas en Buenos Aires.
“Pomelo es una procesadora de pagos regional y queremos que sirva a toda la región. Todas las tarjetas prepagas de las fintech tienen detrás una procesadora que les provee la tecnología y hace que esas tarjetas funcionen, tanto en el mundo físico como en el entorno digital. Es brindar la infraestructura tecnológica para esos pagos”, agrega Irigoyen.
Nacida a comienzos de este año, luego de que el trío de cofundadores dejara sus puestos previos, la startup concretó recientemente una ronda de inversión en capital semilla por US$9 millones que captó la atención de nombres de peso en la industria digital global.
Además de los fondos Monashees (Brasil), Index Ventures (Gran Bretaña) y QED (Estados Unidos) participaron otra decena de firmas y empresarios internacionales, entre los que se destacan Max Levchin (cofundador de la firma que se convertiría en Paypal y Affirm), Biz Stone (cofundador de Twitter), Andrés Bilbao, fundador de Rappi; Carlos García Ottati, fundador de Kavak; y los argentinos Martín Varsavsky (Prelude, Fon) y Matías Woloski, líder de Auth0, el unicornio que recientemente fue vendido por US$6500 millones a la firma estadounidense Okta.
Según explica Irigoyen, esta inyección de capital se destinará a la expansión del negocio en América Latina, con foco en Argentina, México y Brasil, y al crecimiento del equipo de trabajo, que ya cuenta con 15 personas. De ese grupo, 11 son ingenieros.
Frente a otras fintech tradicionales que apuntan a un servicio orientado al consumidor final, Pomelo nace como una compañía que brindará soporte a otras empresas.
El plan de expansión de Pomelo apunta actualmente a sumar empleados del segmento digital. Con búsquedas abiertas, apuntan a sumar desarrolladores, ingenieros de software, especialistas en ciberseguridad y profesionales especializados en desarrollo del negocio. Según Irigoyen, el plan es tener oficinas tanto en Buenos Aires como en San Pablo (Brasil) y México. El nombre elegido, dice, también apunta a lo regional. “Es común el nombre de las frutas en el mundo de la tecnología: Apple, Blackberry o Lime. Y elegimos pomelo porque tiene recordación visual, es fácil de pronunciar y aunque la fruta no se llama igual en todos los países, va muy bien entre idiomas”, concluye.
Miriam Nujimovich (Handy Ropa Inclusiva). En Miami creó una marca de ropa inclusiva
Handy Ropa Inclusiva nació hace 10 años. Es un emprendimiento que fabrica y vende por redes en su tienda online indumentaria adaptada para personas con movilidad reducida, de la tercera edad y en rehabilitación. Es la primera marca de este tipo en la Argentina y fue creciendo con el tiempo.
“Es ropa para todos, es aumentar la autoestima, la independencia y la libertad para vestirse –dice su fundadora, Miriam Nujimovich-. Son prendas fáciles de ponerse y también permiten estar a la moda. Es inclusión e integración”.
Hace 11 años, cuando vivía en Miami, Nujimovich sufrió un ACV. Estuvo un mes en terapia intensiva sin poder hablar ni moverse, con un diagnóstico “nada alentador”. Pasó a terapia intermedia y comenzó la rehabilitación. Regresó a Buenos Aires, donde durante cuatro meses la siguió en un instituto y en su casa. Un año después, en un viaje con su hijo, le surgió la idea de generar un proyecto de ropa para personas con discapacidad. “Comencé arreglando ropa para mí con una modista, porque no podía vestirme sola. Entonces pensé en que podía hacerlo también para otras personas que sufrían problemas similares”.
Repasa que al comienzo las ventas eran por Facebook: “Nadie tenía Instagram entonces, fuimos evolucionando, vendiendo más, los pedidos fueron creciendo. Teníamos muchos más encargos que los que podía atender la modista con la que empecé y hubo que buscar talleres”.
Los 18 modelos de prendas que en la actualidad ofrece la marca vienen en talles plus size. “Hay que abrir más la cabeza. Por ejemplo, la gente de la tercera edad no tiene la misma movilidad que una joven, ponemos otro tipo de cierre, nada es igual”, grafica Nujimovich.
Mateo Marietti (Cookunity). El bonaerense que quiere cambiar la cocina de Nueva York
Mateo Marietti, una de las mentes detrás de la creación de la cadena Sushi Pop, no detuvo su despegue gastronómico y se expande por los Estados Unidos con un nuevo modelo de negocios. El emprendedor argentino de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, ideó una cocina de emprendedores, verdaderas fábricas de platos de autor ocultas bajo los rascacielos de la ciudad donde los chefs se desarrollan sin necesidad de montar un restaurante.
Con la idea de explotar el fenómeno de las dark kitchens, también conocidas como cocinas fantasma, fundó una compañía que conecta a los consumidores con artistas culinarios. A través de una suscripción digital, los clientes acceden a cocineros independientes, algunos de ellos premiados con estrellas Michelin, el galardón más importante en la gastronomía que reconoce la calidad y el servicio de un chef. Ya tiene 20.000 suscriptores y proyecta facturar US$100 millones este año.
“Quisimos crear una versión más moderna del concepto de Pop para la gente que no tiene tiempo de cocinarse. La lógica fue que no necesitábamos un restaurante, que es la parte más cara de cocinar. Si nos sacábamos de encima eso podíamos bajar los precios y llegar a una opción conveniente”, dice Marietti, fundador de Cookunity, en diálogo con LA NACION.
El emprendedor creó Pop en 2007, cuando tenía 22 años. La versión más conocida es Sushi Pop, pero son varias marcas. Su nuevo emprendimiento se basa en cocinar exclusivamente para vender por delivery. No hay venta directa del local a la calle y todas las transacciones se realizan por e-commerce a través de una aplicación.
Al momento de ilustrar el negocio, The Wall Street Journal lo calificó como el “Spotify culinario”, donde cada cocinero cumple el rol de artista a demanda de los clientes que, dependiendo el plan al que se encuentre suscriptos, pueden acceder a un plato personalizado por entre 10,49 y 13,40 dólares.
Cookunity tiene su propio sistema de delivery y cuenta también con servicios de apoyo para los cocineros, como el lavado de platos y el mantenimiento de la cocina. Con el objetivo de escalar su negocio, invirtió US$12 millones y espera expandir su negocio en nueve ciudades de los Estados Unidos, uno de los mercados más grandes del mundo. En la actualidad cuenta con 50 chefs, abrió una cocina en Los Angeles el mes pasado, el próximo abrirá otro en Texas y después espera llegar a otras regiones del mercado norteamericano. “La propuesta es que tengan un costo cero. Ellos tienen su vocación por la comida, los apoyamos para que lleguen a más gente y les proveemos todos los servicios y la estructura que necesitan. Eso les permite a los chefs crear su propio negocio, volverse emprendedores y crecer. Queremos descubrir al mejor talento culinario del mundo y hacerlo accesible para todos”, agrega. La empresa estima terminar el año cocinando un millón de platos por mes.
Mauricio Giovanini (Messina). Se fue en 2001 y hoy triunfa en Madrid.
Cuando estalló la crisis de 2001 Mauricio Giovanini estaba a punto de abrir su restaurante Messina en la ciudad de Córdoba, de donde es oriundo. Por la crisis postergó el proyecto –ya tenía el local y el diseño- y un año después se fue a Marbella (España). La idea era perfeccionarse y esperar hasta que en la Argentina la situación mejorara. Nunca regresó; empezó allí en un hotel y a los seis meses habilitó Messina, ganó una estrella Michelin y ya analiza una segunda ampliación. Asesora a otros emprendimientos y ahora, de la mano de un grupo gastronómico español, inaugurará Bar de Fuegos en el madrileño barrio de Chueca.
El Messina de Marbella arrancó con la misma idea que tenía para su ciudad, hacer alta cocina, pero creció y se modificó por el impacto de la conducta de trabajo, el producto y el comensal. “Hacen a una combinación muy fuerte; el cliente es muy exigente, sabe mucho y está abierto a todo”, dice Giovanini.
En su otra faceta comercial, la del asesoramiento, se cortaron contratos y se reforzaron otros (como el de Villa General Belgrano), a la vez que ganó como cliente a un grupo gastronómico de Madrid que tiene siete formatos diferentes de restaurantes. Ese grupo es el que le ofreció abrir un local “personalizado”, Bar de Fuegos, que abrirá sus puertas antes de fin de mes. “Haremos una variedad de platos, toda a la parrilla. Habría algo argentino, pero también de otros lugares”, explica. “Hemos hecho todo el camino; conocemos cada paso de la experiencia, hemos cambiado, tomado decisiones, buscado alternativas. Messina está consolidado y otras variantes las podemos hacer y disfrutar en otras situaciones”, resume.
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