Succession versión Ugi’s: la disputa por el control de la pizzería más popular de la Argentina
La cadena retomó su plan de expansión, con aperturas en Boedo y Villa Crespo, bajo el control de parte de la segunda generación
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En medio de disputas entre los herederos y denuncias de los trabajadores por despidos, Ugi’s, la cadena de pizzerías más popular de la Argentina, retomó su plan de expansión. Después del impacto que significó la muerte del fundador y la pandemia, la empresa de los hermanos Solís concretó en las últimas semanas la inauguración de nuevos locales, en los barrios de Boedo, Villa Crespo y el microcentro.
Las aperturas, sobre la avenida Corrientes al 6000 y al 1600 y en la esquina de Muñiz e Independencia, son la señal más clara de la recuperación de la cadena fundada por Hugo Solís y que hoy está en manos de parte de la segunda generación.
La importancia de llamarse Hugo
Desde el primer momento, la sucesión en Ugi’s no se presentó como una operación sencilla. Hugo Solís y su mujer Alicia Erni -ambos hoy fallecidos- tuvieron más de una docena de hijos, sumando propios y adoptados, y el traspaso de las acciones a la segunda generación no estuvo exenta de conflictos.
Para ponerle un poco más de intriga (y confusión) al tema, todos los hijos varones de la segunda generación tienen Hugo como primer o segundo nombre, que, a su vez, está en el origen de la marca de las pizzerías, ya que “Ugi” era cómo le decían a Hugo Solís padre, en su juventud, cuando vivía en Estados Unidos.
De acuerdo a fuentes del sector, hoy el control operativo de la marca está en manos de tres de los hermanos Solís: Hugo Diego, Jesica Lorena Alicia y Damián Hugo. Otros hermanos, por su parte, manejan los locales de algunas zonas del AMBA en una especie de sistema de franquicias informales. Hugo Alejandro Solís -conocido como Buby- era el que tenía el control de la cadena hasta la pandemia y ahora está a cargo de las sucursales de Ugi’s en el oeste del conurbano, mientras que Hugo Sergio Solís maneja las pizzerías de zona sur.
Esta semana, Hugo Alejandro, además acaba de inaugurar otra sucursal en el microcentro, en Corrientes y Montevideo, en una de las zonas de la ciudad con mayor concentración de pizzerías por m2. En un radio de pocas cuadras la nueva Ugi’s compite contra otros apellidos ilustres como Guerrín, Banchero y La Americana. “Yo sigo abriendo locales y no tengo problemas ni con los empleados ni con el sindicato”, explicó a LA NACION.
En todos los casos, las pizzerías tienen su identidad unificada bajo el nombre de Ugi’s y, por el momento, quedaron archivados proyectos como el cambio de marca en algunos locales. Un ejemplo es la sucursal de Parque Centenario, que durante un par de años funcionó como Don Hugo y ahora volvió a trabajar con el cartel de Ugi’s. Igualmente, cuando se visita el local de Constitución, se descubre que en la cartelería interna de la pizzería, Hugo Sergio está probando una segunda marca, Erni’s, un nombre inspirado en el apellido de su mamá, Alicia Erni.
Los orígenes
Ugi’s nació en 1980, con un local que abrió sus puertas en Rivadavia y Suipacha, en pleno microcentro porteño, cuando Hugo Solís volvió a la Argentina, después de vivir 20 años en Estados Unidos. Durante su exilio, Solís conoció la propuesta de pizza a la piedra para comer al paso que después importó con éxito al mercado argentino.
Llamativamente, el despegue de la cadena se dio en los 90, cuando el mercado argentino se empezó a poblar de cadenas de fast food importadas. Ante el desembarco de propuestas que reforzaban su carácter internacional como McDonald’s, Burger King o Pizza Hut, Ugi’s apostó a la base de la pirámide y, de la mano de una propuesta casi imbatible en precio (la grande de muzzarella a menos de dos pesos), fue sumando locales hasta armar una red de más de 100 sucursales.
Después del golpe que significó la pandemia, hoy Ugi’s cuenta con 50 locales, distribuidos en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, y una planta de producción de muzzarella en Boedo.
Pese a los planes de expansión, los trabajadores de la empresa se quejan de las condiciones laborales. ”En la empresa funciona una flexibilización de hecho. Hay despidos sin telegrama, solo te mandan un mensajito de texto diciendo que no trabajás más y todavía no tuvimos noticias del aguinaldo”, explicaron empleados de la cadena.
Los pilares del éxito
El éxito de Ugi’s se basó en tres pilares que después fueron replicados por algunos de sus competidores. El primero fue trabajar con un target bien definido. Ugi’s nunca pretendió ser algo más de lo que ofrecía: la pizza más barata de Buenos Aires. Hoy la grande de muzzarella cotiza a $3200.
El segundo acierto de Solís fue avanzar en un proyecto de integración vertical, lo que le permitió tener precios mucho más competitivos que los de sus rivales.
El tercer punto clave fue apostar al monoproducto: la “carta” de Ugi’s siempre se caracterizó por su austeridad y la ausencia de “lujos” como las empanadas o las pizzas más elaboradas.
El éxito de la cadena además se vio reforzada por otros elementos más azarosos. En 1997, la pizzería ubicada frente al Obelisco se transformó en el escenario de la película Pizza, birra, faso (escrita y dirigida por Bruno Stagnaro y Adrián Caetano), que le dio un nuevo impulso al cine independiente en la Argentina.
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