Stefan Leitz, CEO de Faber Castell: “En los últimos años no ganamos dinero, pero creemos en el país”
El presidente del consejo de la compañía de lápices Faber Castell visitó la Argentina y conversó sobre los planes de la compañía, su visión sobre el país y cómo impactó en la industria la pandemia de coronavirus
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La historia de la fábrica de lápices Faber Castell empieza muy atrás en el tiempo. Más allá de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución de Mayo (1810), e incluso que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776). Con más de 261 años en el mercado (los primeros productos empezaron a comercializarse en 1761), hoy la visión de la empresa se centra en la sustentabilidad y en aceptar a la tecnología “como un aliado, no un enemigo”.
Pese a su larga trayectoria, la pandemia de coronavirus fue uno de las mayores golpes que sufrió la compañía. Con las escuelas cerradas y los chicos aprendiendo a través de las computadoras, la industria de los lápices tuvo que reiventarse y buscar nuevas oportunidades de negocio. A ese escenario de crisis se tuvo que enfrentar el alemán Stefan Leitz a poco de asumir como presidente del consejo de Faber Castell, luego de años de trabajar en la industria del consumo masivo.
Con la salida de la pandemia vislumbrándose luego de dos años, Letiz visitó a la Argentina por primera vez desde que inició su gestión en la compañía, caracterizada por haber sido liderada durante ocho generaciones por la familia Faber-Castell. En un mano a mano con LA NACION, el CEO de la firma contó la estrategia que viene desarrollando la firma, su mirada sobre el país y el futuro de la industria. “En Alemania preguntaban cuál era el futuro de la Argentina, pero se comprometieron, apostaron por el país y resultó bien”, contó.
-¿Cómo impactó la pandemia de coronavirus en la industria de lápices?
-El primer año de la pandemia nos pegó a todos, toda la industria se vio afectada. Sufrimos mucho porque gran parte de nuestro negocio es el juego y el estudio en las escuelas. Cuando lo vemos a nivel global, Latinoamérica fue el mercado más afectado, las escuelas estuvieron cerradas casi dos años en algunos países. Por ejemplo, en Perú recién abrieron, al igual que en la Argentina. Además del negocio, que es importante para nosotros, tenemos que pensar en los chicos. Estuvieron dos años sin salir al patio de recreo, sin educación, sin aprender, eso fue duro también, no lo tenemos que olvidar.
Por el otro lado, hay algunas partes del negocio que se desarrollaron de forma fenomenal. Nos dimos cuenta que, debido al encierro, la gente estaba buscando nuevos hobbies y algunos de ellos se inclinaron por aprender a dibujar. La línea semi-profesional creció 30%, aunque esto no significa la gran parte de nuestros ingresos.
Durante el primer año de pandemia bajó nuestra facturación. En el entre tanto, hicimos nuestra tarea y realizamos mucho trabajo interno, reorganizamos la forma en que trabajamos, nos volvimos más internacionales y se incrementó nuestra digitalización. En algunos mercados iniciamos nuestra tienda en línea, y aunque tuvieron buena adopción, no es nuestro mayor canal de ventas. Lo usamos para mostrar nuestros productos, contar la historia de la compañía y nuestras acciones por la sustentabilidad.
- ¿Y particularmente en la Argentina?
- En la Argentina fue un momento difícil para la economía. Faber Castell no se retiró del mercado como lo hicieron otras empresas de otras industrias, aunque hubo una presión financiera muy importante para la compañía. Muy lejos, en la Alemania, preguntaban cuál era el futuro de la Argentina, pero se comprometieron, apostaron por el país y resultó bien. La pandemia golpeó financiera al mercado argentino y peruano mucho más que en otros países. Si te centras exclusivamente en lo financiero, nos está haciendo mucho daño. En los últimos años no ganamos dinero, pero creemos en el país, en el futuro de la Argentina y no estamos dispuestos a renunciar a lo que este equipo de trabajo construyó en los últimos 61 años y contando. Llegarán tiempos mejores, estamos seguros.
- ¿Qué rol considera que tienen que tomar las empresas respecto a la sustentabilidad?
- Para serte sincero, creo que la sustentabilidad es el rol más importante que tienen que cumplir las empresas en la sociedad. Porque los gobiernos tienen que jugar ese rol, pero a veces tienen diferentes agendas, tiempos y oportunidades de inversión. Puedo decir que estoy orgulloso de que Faber Castell viene trabajando en ello hace décadas, cuando nadie pensaba en la sustentabilidad y, al menos en nuestro idioma [el alemán], ni siquiera existía la palabra.
Te doy algunos ejemplos. La compañía tiene una historia de 260 años y se creó en una zona alejada de Alemania, donde había poca gente viviendo allí. La familia construyó una escuela, porque sabía que tenía que proveer educación si la gente se mudaba allí y, algunos años más tarde, fundó uno de los primeros programas de seguros de salud. La sustentabilidad está en el ADN de la marca.
Además, a mediados de los años 80 la compañía adquirió unas 10.000 hectáreas de pampas en Brasil y empezaron a plantar los primeros árboles, cuando antes en esa zona no había nada. Un árbol tiene que crecer entre 20-23 años antes de que un lápiz pueda ser reforestado. Fue una inversión que empezó en los 80, sabiendo que tardaría 20 años en ver los primeros resultados. Allí se protegen más de 660 especies de animales.
Al mismo tiempo, el 83% de la energía que utilizamos en las fábricas es renovable, con el objetivo de llegar al 100%. Y continuamos haciendo énfasis en reducir el plástico, reutilizarlo, aunque es difícil porque los precios se están incrementando y, cuando se trabaja con colores que no sean negro, es difícil conseguir siempre la misma tonalidad.
Pero cuando uno piensa en nuestros consumidores, son chicos, tenemos que asumir esta responsabilidad por ellos, hablar sobre el tema y educarlos al respecto. Y también necesitamos que los consumidores se interesen por eso y estén dispuestos a pagar un poco más en pos de la sustentabilidad, algo que se viene evidenciando. Me sorprendió que, de acuerdo a una encuesta que realizamo, en los mercados latinoamericanos son más sensibles que en otros lados.
- ¿Estas campañas lo observan en la competencia también?
- Tuvimos un caso muy particular. Cuatro años atrás lanzamos ‘Caras y colores’, un set de lápices que permite formar toda la gama de tonalidades de piel, una iniciativa que nació en Brasil y se introdujo en otros mercados de América Latina y Europa. Es una invitación para que los chicos piensen en diversidad e inclusión, que todos somos seres humanos. Nuestro objetivo es que los consumidores crean que Faber Castell es más que un lápiz, queremos inspirar la creatividad y esa es nuestra ambición. Este concepto fue copiado por los competidores, lo que nos sirvió como testimonio para verificar que ‘Wow, esto que hicimos es realmente bueno’. Eso nos dio mucha confianza.
- Los lápices difícilmente desaparezcan, ¿pero cómo enfrenta la compañía la digitalización de las nuevas generaciones?
- Creemos que los lápices y la creatividad seguirán teniendo larga vida. No obstante, la digitalización está formando parte de nuestro negocio también, tanto para la educación como para la creatividad. La digitalización no es el enemigo, es nuestro compañero y amigo. Yo uso Ipad también.
Estamos buscando las formas para combinar las dos cosas. Aunque estamos iniciando las primeras etapas, estudiamos la posibilidad de que los artistas puedan, mediante el uso de la blockchain y la tecnología, trackear lo que están pintando. También invertimos mucho en editoriales online y pusimos en marcha junto con start-up muchas cosas para la educación digital, otro de nuestros enfoques.
- ¿Cuál cree que fue el secreto del éxito de la compañía?
- En primer lugar, décadas atrás la empresa tomó la decisión de crecer internacionalmente, desde muy temprano, por lo que ya lleva una larga trayectoria. ¿Cómo lo hicieron? Los ingredientes son casi siempre los mismos: tener un gran producto, saber lo que el consumidor quiere, y diferenciarse del resto. En el caso de Faber Castell, decidió diferenciarse en la calidad.
¿La sustentabilidad es una nueva forma de diferenciador? Sí, claro, pero no lo era hace diez, veinte años atrás. Entonces, se trata de innovación, de calidad, de generar confianza. Tenemos la responsabilidad de la marca, una compañía familiar que lleva ya nueve generaciones, algo que es incluso más difícil que empezar una empresa de cero, con todo el respeto. Y lo que se hizo muy bien el Latinoamérica, mejor que en cualquier otro lado, es que salieron a trabajar con las escuelas muy temprano. En este caso, fuimos más rápidos, inteligentes y responsables que nuestra competencia.
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