Sin efecto Mundial: el éxito de Messi no llega a las camisetas de los clubes argentinos
A poco más de un mes de la consagración de la selección en Qatar, la mayoría de los clubes argentinos continúan enfrentando problemas para conseguir contratos con marcas de primer nivel
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La fiebre mundialista, con ventas récord de camisetas argentinas, quiebres de stocks y campañas publicitarias millonarias a cargo de los sponsors, no derramó en el devaluado fútbol local. A falta de una semana para el inicio de la liga profesional, Boca e Independiente no cerraron acuerdos con ningún sponsor para poner su logo en la camiseta y la participación de los gigantes del mundo deportivo -Adidas, Nike y Pumas- se circunscribe exclusivamente a los clubes más grandes. En las camisetas del resto de los equipos se multiplican los logos de empresas nacionales -con un marcada preponderancia de firmas del mundo de las finanzas- y la mayoría de los equipos son vestidos por marcas de indumentaria menos conocidas, que lejos de desembolsar cifras millonarias se limitan a pagarle a los clubes con la entrega de mercadería.
En Qatar, entre las tres marcas principales vistieron al 80% de las selecciones, con un total de 26 equipos, mientras que el restante 20% se repartió entre otras seis empresas más chicas, como New Balance, Hummel, Kappa, Marathon, Merooj y One All Sports.
El panorama a nivel local es diametralmente el opuesto, con un 80/20% funcionando al revés. Del total de los 28 equipos que disputan la Liga Profesional solo cuatro son vestidos por una marca del top tres mundial: Adidas es el sponsor técnico de Boca y River, Puma está con Independiente y San Lorenzo es el único club argentino que juega para Nike.
Los otros 24 clubes que desde el próximo fin de semana comenzarán a disputarse el torneo de primera división estarán vestidos por marcas menos glamorosas. En algunos casos se trata de empresas de indumentaria de capitales nacionales como KDY -una firma nacida en Quilmes en 2007- que viste a Unión y Colón, la santiagueña Adhoc que está con Central Córdoba o la porteña Sport Lyon que juega con Arsenal.
Y en otros casos, las marcas que vestirán a los equipos son internacionales, pero operan en el país a través de licencias que están en manos de empresas locales, como la italiana Kappa que se encarga de vestir a Racing, Huracán y Tigre, o Hummel (una marca nacida en Dinamarca pero que en el mercado argentino está representado por la firma Sur Profundo) que es el proveedor de Platense.
La mayor novedad de este año pasa por el desembarco en las canchas del fútbol argentino de la italiana Diadora, que se convirtió en el nuevo proveedor de la vestimenta deportiva. Diadora también opera a través de una licencia, que está en manos del Grupo Blanco, de Rosario, que además es dueño de la marca nacional Athix que renovó el contrato para vestir a Banfield.
“Nosotros tenemos la licencia de Diadora desde hace más de once años, pero este acuerdo es lo primero que estamos haciendo con un equipo de fútbol. Lo que buscamos es más que nada visibilidad para la marca y asociar el nombre de Diadora con un club como Vélez que tiene una imagen muy sana”, explicó Matías Blanco, CEO del grupo Blanco.
Marcas propias
Con la excepción de los cinco grandes, los acuerdos entre los clubes y los sponsors técnicos no incluyen el desembolso de dinero por parte de las marcas, que se limitan a pagar los contratos con mercadería, es decir las camisetas, pantalones y medias para vestir a los jugadores.
Esta falta de ingresos directos, llevó a algunos clubes a analizar la factibilidad de contar con su marca propia. Este tipo de prácticas es común en Brasil, donde varios equipos del Brasileirao (la primera división del país) tienen su marca propia de indumentaria.
A nivel local, el pionero en este campo fue Estudiantes de La Plata que hace un año se asoció con una cadena de locales de ropa deportiva de su ciudad para crear Ruge, que viste al equipo pincharrata.
Ahora All Boys -uno de los equipos más populares del Ascenso- está siguiendo sus pasos y en dos semanas debutará en el nuevo torneo del Nacional B con la camiseta de marca propia, AB, enfrentando nada menos que a Nueva Chicago, en lo que se conoce como el “Superclásico del Ascenso”. “La idea del proyecto es por un lado dejarle un ingreso genuino al club, con los ingresos que se puedan obtener de la venta de camisetas. Y por otro, transmitir identidad, trabajando una única marca que vista al fútbol y todas las actividades del club. Pero tampoco hay que creer que es algo muy fácil. Desarrollar una marca propia implica tener toda una estructura dentro del club y contar con los contactos con los talleres que se encarguen de la confección y producción de las prendas”, explica Lucas Gagniere, un diseñador de camisetas -trabaja para la empresa Le Coq Sportif- que está detrás del desarrollo de la marca de All Boys.
Otro dato a tener en cuenta es lo difícil que les resulta aún a los clubes más populares conseguir un sponsor que ponga los millones de dólares que implica estar en el pecho de algún grande. River llegó a ganar la Copa Libertadores de 2018 sin tener un sponsor principal en la camiseta, aunque ahora logró cerrar un contrato millonario con la empresa española de juego Codere, que desembolsará US$12,5 millones por cuatro años.
A menos que se cierre alguna negociación de último momento, Boca saldrá el próximo fin de semana para enfrentar a Atlético Tucumán sin un main sponsor, mientras que Independiente tuvo que apostar un autoaviso (el sitio Asociatealrojo.com en el que los hinchas pueden asociarse al club) para no dejar vacante el pecho de su camiseta.
Las dificultades de los grandes para conseguir sponsors no se terminan en estos casos. San Lorenzo también estuvo durante todo 2022 sin sponsor y recién ahora acaba acordar con el banco digital Brubank, que estampará su logo en la camiseta de los cuervos.
Por su parte, Racing tiene como principal patrocinador a Aeroset, una marca de servicios para aerolíneas internacionales, que no tiene operaciones directas en el Argentina y que terminó en la camiseta del club porque su dueño, Mariano Longo, es fanático de la Academia, al punto de desembolsar US$5 millones en dos años por auspiciar al club de sus amores.
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