Son sanjuaninos, invirtieron 30.000 euros en un taller y coworking de cerámica que es furor en Barcelona
Decidieron ampliarse poco antes de la pandemia; los angustió la cuarentena, pero apenas empezaron a funcionar fue un éxito
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Paula Tapia y José Baigorrí se instalaron en Europa en dos etapas. Se fueron de su San Juan natal en 2015 y estuvieron dos años, ella especializándose en cerámica y él en marketing; regresaron a la Argentina y decidieron volver a viajar poco antes del inicio de la pandemia del Covid-19. Hoy su emprendimiento en Barcelona Tierra Cerámicas -taller y venta de piezas de arcilla- es furor.
“Todo fue en crecimiento constante -cuenta Baigorrí a LA NACION-. En el primer año Paula estuvo sola en el taller; cuando empezó la pandemia justo habíamos invertido en un lugar más amplio, usamos unos 30.000 euros de ahorros y de un préstamo. Compramos máquinas, teníamos todo listo y empezó la cuarentena. Durante tres semanas no se pudo hacer nada, pero después empezamos poco a poco”.
En el espacio del tradicional barrio barcelonés de Gracia, dan clases -pasan unos 50 alumnos semanales-, funciona un coworking para ceramistas y venden piezas. Además, fabrican a pedido para un hotel (The Hoxton) y para una start up especializada en madera, Hannun.
“Apostaron a la cerámica con nosotros y son nuestro principal cliente junto al hotel, aunque siempre salen otros pedidos grandes”, describe Baigorrí, quien dejó su trabajo en una multinacional para seguir en el emprendimiento.
Apunta que la “calidez” de las clases es un factor extra para que los alumnos se sumen; al mes de empezar a funcionar ya no tenían más lugares. “Hay que tener paciencia y reservar”, plantea.
En el caso del coworking, al que bautizaron El galpón de tierra, ofrece un espacio acondicionado para que todo creador o emprendedor de cerámica, tenga un lugar para trabajar, compartir y conocer de la experiencia de otros pares.
“La cerámica no solo es una forma de arte y expresión, que además aporta mucho estilo en cualquier entorno, también es una experiencia relajante, que puede llegar a despertar la inspiración de cualquier persona”, insiste Baigorrí.
Tapia ya enseñaba cerámica en San Juan, fue perfeccionándose y encontró un estilo propio no solo para sus piezas sino para las clases. Además de las mensuales, ofrece workshops de una jornada de tres horas en los que, sin necesidad de conocimientos previos, los participantes realizan una pieza a partir de la técnica de lámina con barro, a la que le aplican texturas, formas y estampas y la esmaltan.
Tapia repasa que la vida la ha llevado por diferentes lugares del mundo y, en casi todos, tomó contacto con ceramistas y alfareros locales: “He aprendido de ellos, he moldeado con sus técnicas y compartido el calor de los hornos. Estas experiencias me han llevado a forjar mi propio estilo e identidad como artista. En mi taller mi objetivo es lograr que cada persona conecte con el objeto, que lo haga suyo”.
En 2017 abrió su primera escuela taller de cerámica en la Argentina y después de un año empezó a cobrar fuerza la idea de trasladarse a Barcelona. Había descubierto su pasión por el arte con su madre y su tía, ambas artistas plásticas.
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