Socios y amigos. Un difícil desafío para algunos, la clave del éxito para otros
En el mundo de los negocios hay una regla que dice que no se debe trabajar con familiares o amigos. Sin embargo, también has casos en los que, contra todo pronóstico apocalíptico, en los que el éxito parece radicar, justamente, en la amistad previa entre los socios. Pero ¿cuál es la clave para lograrlo? "Es fundamental conocerse, poner reglas claras y, sobre todo, compartir los mismos valores", aseguran cuando se les pregunta.
Detrás Frizata, el emprendimiento de alimentos congelados, hay una amistad que ya cumplió más de 20 años. "Con Adolfo Rouillón estudiamos juntos en la Universidad Austral. Si bien por aquel entonces éramos compañeros nos hicimos amigos a partir de Amtec, una software factory que fundamos hace 20 años. Ese fue el primer emprendimiento que llevamos adelante juntos", recuerda José Robledo, cofundador de Frizata y licenciado en Administración de empresas. Según él compartir y convivir, lejos de complicar la amistad, hizo que el vínculo creciera.
Software y alimentos
Después de Amtec estos dos amigos crearon Congelados del Sur, una empresa de desarrollo de alimentos congelados para grandes empresas alimenticias y cadenas de supermercados. Por último, el año pasado, fundaron Frizata. "Se trata de una food tech con una propuesta variada de alimentos que se piden de manera on line y resuelven la comida en 20 minutos", describe Robledo.
Actualmente la empresa emplea a 150 personas y estima una facturación de más de $500 millones para este año. En menos de un año alcanzó los 30.000 clientes y en los últimos cinco meses multiplicó por 10 sus ventas. Actualmente Frizata opera en Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, La Plata, Rosario y acaba de lanzar su servicio en Córdoba. Ahora, su proyecto más ambicioso es llegar a Brasil, antes de fin de año.
Según el fundador de Frizata, la principal ventaja de emprender con un amigo es la confianza. "Pero para llegar a eso es muy importante compartir valores esenciales. Claro que las tensiones propias de cualquier negocio pueden dañar esa amistad, pero para no tener este inconveniente es fundamental contar con madurez para entender que esas tensiones son siempre pasajeras y que a la larga lo que perdura es la amistad", aconseja.
Además agrega que es clave tener los mismos principios sobre la ética, la verdad o el esfuerzo. "Desde el primer día definimos que ambos íbamos a tener la misma participación, que nuestros ingresos serían iguales sin importar si un día uno trabaja más que el otro. Además prometimos no contratar a familiares ni amigos porque eso podía generar problemas futuros, y lo respetamos", enumera Robledo.
Anécdotas tienen muchísimas y Robledo recuerda los largos viajes y la gran cantidad de ideas que comparten en el camino. "Hemos asistido a ferias en Hong Kog y Singapur. Los viajes duran casi 40 horas. Hay que ser muy amigos para compartir tanto tiempo, juntos. Es más, las mejores ideas surgen en esos viajes. Todo ese tiempo nos permite hablar y discutir, sin parar, las miles de ideas que se nos ocurren. Nos pasamos horas hablando del negocio y nos encanta", dice con pasión el cofundador de Frizata.
For export
Alejandro Reca y Alejandro Bertín se conocieron, también, en la facultad. "Tenemos un grupo de amigos de la facultad muy sólido, que mantenemos desde aquella época. Pero después de recibirnos Ale Reca estuvo muchos años en el exterior y, a pesar de eso, siempre nos mantuvimos en contacto. De hecho trabajamos juntos para una empresa de Estados Unidos que lo contrató a él y yo fui la pata local", describe Bertín.
En 2011, estos dos amigos se ocuparon del gerenciamiento de San Ignacio, pero no como accionistas; Bertín era gerente general y Reca, gerente financiero. "En ese momento teníamos cincuenta años recién cumplidos, y experiencia en distintos eslabones de la cadena de valor láctea. En 2013 después de 18 meses de gerenciarla decidimos comprarla y ponernos al frente. Ahí arrancó una nueva etapa en la historia de nuestra empresa. El mayor atractivo que vimos en esta compañía fue su potencial exportador, por eso la primera contratación que hicimos fue a un agente de exportación", resume Reca.
El camino no fue fácil tuvieron que enfrentar varios años complicados y muchas horas de trabajo para lograr posicionarse. "Así fue como la compañía pasó de exportar unas 600 toneladas de dulce de leche en 2013 a casi 1000 en 2018. Este salto, sin dudas, se debe a los años que llevamos trabajando y tratando de desarrollar nuevos mercados. Los principales destinos que alcanzamos son Chile, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Israel, Nueva Zelanda y la Unión Europea", enumera el gerente financiero.
En 2019, esta empresa vendió $1200 millones y emplea a 125 personas. "Actualmente San Ignacio es la primera y principal exportadora de dulce de leche de la Argentina y la segunda exportadora de queso azul, siendo la única pyme", resume Bertín, hoy CEO de San Ignacio.
Para Bertín al emprender con un amigo es casi imposible separar lo personal de lo profesional.
"Los temas se conversan y siempre aparecen ideas mejoradoras. Además, cuando hay discrepancias y lograste acuerdos, creciste en la relación. Es un camino que se construye. En nuestro caso los valores que compartimos son nuestro gran punto en común, pero no pensamos igual en todo y eso es lo mejor de emprender juntos. Lo que sabemos es que los dos tenemos el mismo fin: hacer crecer a nuestra empresa", confiesa.
Anécdotas tienen miles en tantos años de amistad y trabajo juntos, pero para Reca hay una especial que hasta la bautizaron:"la señal". "En nuestro primer viaje como accionistas, paramos en una estación de servicio para tomar un café. Quien estaba delante de nosotros compró una lata de dulce de leche San Ignacio. Debe haber sido una de las pocas latas que se vendió en ese negocio", recuerda con emoción.
Dentro de la empresa los conocen como "los Alejandros". "Somos un equipo con confianza plena en el otro, pilar fundamental en cualquier amistad y sociedad. Desde 2011, viajamos con gran frecuencia a Santa Fe, donde están ubicadas nuestras plantas. Y esos viajes nos permitieron ahondar la amistad", sostiene Reca.
Trabajo, tenis y futbol
Desde su nombre, Tratenfu deja en claro la filosofía de la compañía: Tratenfu. "Es una sigla que viene de trabajo, tenis y fútbol. Los socios somos tres amigos deportistas. Los fines de semana jugamos al tenis y al futbol desde nuestra infancia", explica Santiago Leber, director de Tratenfu.
La empresa se fundó en 2009 y los socios, en este caso, son tres: José Ramón Lanusse Freixas, ingeniero Industrial, Sebastián Piazza, licenciado en Administración de empresas y Santiago Leber, también ingeniero Industrial. "Con José nos conocimos en la facultad, después trabajamos en la misma empresa y allí se gestó Tratenfu. Mientras que a Sebas lo conocí por José, ellos son amigos desde la secundaria", resume Leber.
¿Cómo surge la idea de emprender? "Con José trabajábamos juntos bajo relación dependencia. Tuvimos varias ideas frustradas hasta que surgió la posibilidad de empezar a comerciar alimentos saludables. En 2016 identificamos la categoría de bebidas vegetales y luego de un año de desarrollos, lanzamos en el mercado la primera bebida a base de almendras en el país. Hoy seguimos innovando y desarrollando la categoría, donde ya lanzamos bebidas a base de castaña de caju, coco y arroz", resume Leber. Actualmente la empresa tiene cinco empleados y la facturación proyectada para este año asciende a $140 millones.
Para Leber la amistad, la confianza y el clima laboral que se genera son los aspectos positivos de emprender con amigos. "Para evitar inconvenientes hay que tener en claro los roles, dejar de lado los egos y buscar siempre el equilibrio del equipo", resalta.
Claro que la tarea no es sencilla, este emprendedor señala que en nuestro país todos los días hay desafíos nuevos por sortear. "Intentamos reinventarnos rápidamente para superarlos. Desde el cepo cambiario, que complica la importación de nuestros insumos, a variables macro como la inflación y las devaluaciones que sufrimos todos estos años. Pero de todas maneras tenemos muchos proyectos, es parte del ADN de cualquier emprendedor. Siempre estamos pensando en cuál será el nuevo producto. A lo largo de los años armamos un buen equipo de trabajo", destaca el director de Tratenfu.
Leber afirma, además, que emprender requiere de gran esfuerzo y dedicación. Agrega que es necesario ser flexible a los cambios y tener rapidez para actuar en los momentos adecuados.
"Siempre van a aparecer trabas o problemas que nos sirven para aprender y seguir adelante en nuestro camino. No me considero un experto del emprendimiento, pero puedo contar que desde que arrancamos no paramos de desarrollar productos. Siempre encontramos algo nuevo que hacer. Creo que ahí radica el espíritu de un emprendedor: siempre mirando qué más podemos hacer. Sin dudas, vale la pena intentarlo", concluye.
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