Secretos de productividad. El impacto de los ejecutivos quemados
Los niveles de estrés laboral tienen un efecto no solo en la calidad de vida de las personas sino también en su rendimiento
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“Cuando tengo tiempo libre me siento mal, no sé qué hacer, me aburro”. Esta frase la dicen muchas personas. Para algunas ejecutivas y ejecutivos el tiempo libre se torna un abismo. Hay que estar ocupado para ser exitoso.
En momentos en que filósofos como Byung-Chul Han arrasan y nos deja pensando a muchos, nos preguntamos que será lo que nos pasa como sociedad que, si no estamos ocupados, haciendo “algo” nos sentimos culpables, inservibles, ansiosos. Es que a veces andamos tan rápido que el alma queda atrás.
El escritor japonés Kaki Okumura señala que esta cultura de estar ocupados de manera permanente y sin descanso está lastimando nuestras almas.
En japonés, los caracteres de “ocupado” se componen de los caracteres de “alma” y “pérdida”. Así que para ese idioma (y para esa cultura milenaria) estar ocupado se describe literalmente como una pérdida de nuestra alma.
Para Aristóteles el negocio era la negación del ocio. Los filósofos griegos solían decir que trabajábamos para no tener que trabajar. La clave estaba en la contemplación, en el disfrute, en la fiesta. Celebrar la vida, en suma. No ocuparla con cataratas de calls de media hora.
Sin rumbo
Hoy, pareciera que estamos todos atrapados en esta maraña de autoexigencia que nos está quemando. Los ejecutivos no dan más, en medio de una economía que no encuentra su rumbo.
La pandemia parece haber incrementado aún más esta epidemia de burnout que está afectando nuestra salud, nuestra capacidad de descansar, nuestra alegría y nuestro bienestar.
La virtualidad introdujo nuevos factores estresantes en casi todos los ámbitos de la vida. Pero ahora, cada vez más en la pospandemia, parece que estamos en esta espiral acelerada de la que nos cuesta mucho bajarnos y parar.
Según la Organización Mundial de la Salud, el burnout es un síndrome resultante del estrés laboral que no ha sido manejado con éxito. Incluye tres dimensiones: sentimientos de agotamiento o agotamiento de la energía, aumento de la distancia mental del trabajo o sentimientos de negativismo o cinismo relacionados con el trabajo y reducción de la eficacia profesional.
Agotamiento profundo
Queremos ser productivos, pero… ¿qué es el éxito si en el camino perdemos el alma?
Esta (supuesta) hiper productividad, más que liberarnos, nos esclaviza: perdemos nuestra capacidad de tomar consciencia de lo que sentimos realmente y de conectar con nuestro ser más profundo. Perdemos nuestra capacidad de pensar con claridad y nuestra eficiencia en el tiempo. Incluso olvidamos nuestro para qué.
Lo que este agotamiento profundo nos provoca es una especie de cansancio existencial, una pérdida de la vocación e impacta también en nuestra autoestima. ¿La motivación? Bien, gracias.
Pero, ¿cómo desaprender esta cultura tan arraigada? ¿Cómo aprender a desconectar y a descansar? ¿Cómo no sentir culpa de no “hacer nada”?
Concientización
Salir de este encierro requiere de un proceso de aprendizaje y concientización. Requiere una reconexión con nosotros mismos y también una reconexión social. A continuación, algunas ideas:
· Concentrarse en nuestro propio ámbito de influencia (muchas veces queremos resolver cosas que no están en nuestro ámbito de injerencia).
· Trabajar mejor, en lugar de más. Buscar el flow.
· Generar un espacio de trabajo que conecte con la belleza. No la belleza estereotipada, sino la sencilla. La belleza nos conecta con lo profundo.
· Reflexionar sobre lo que hacemos. Darnos espacio para la reflexión, que incluya también la celebración de los logros, de los pequeños logros diarios.
· Cuidar nuestros sentimientos y pensamientos: poner foco en las fortalezas personales y grupales, en lo valioso de lo que pasa. Los pensamientos y emociones de valencia negativa son automáticas. Pero las que nos producen bienestar las tenemos que generar nosotros mismos cada día.
Debemos reconocer y abolir ese sentimiento de culpa por no estar ocupados haciendo algo.
Parece absurdo tener que aclararlo, pero buscar y sentir paz, valorarla, no es pereza. Es salud. Y salud es todo lo que podemos perder. Aquí y ahora.
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