Sandra Rossi: Cómo piensa la mujer que mejor conoce la mente de los futbolistas de alto rendimiento
La especialista en medicina del deporte que trabajó con las Leonas, los Pumas y tiene un papel clave en River, analiza el camino de la Selección, la presión sobre los jugadores y sobre todo qué sienten; las coincidencias con Scaloni y cuáles son las cuestiones que se deben trabajar en una final
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A más de 13.000 kilómetros y en medio del desierto juega mañana la Argentina la final del Mundial de Qatar 2022 contra Francia. El país volverá a paralizarse con 45 millones de directores técnicos y la exigencia del alto rendimiento llegará a su punto cumbre para los 26 jugadores que forman parte del plantel. Jugadores que lo han dejado todo y que tras un primer traspié contra Arabia Saudita dieron muestras, una y otra vez, de que no les daba lo mismo el resultado. Que hay espíritu de equipo. Que hay hambre y talento de gloria. Ahora van por todo.
La radio y la TV con sus transmisiones contagiarán clima al igual que las tensiones propias de los resultados. Pero poco se conoce de lo que pasa por la mente de los jugadores en esos momentos, qué piensa alguien en el instante previo a patear un penal que puede cambiar la historia de un equipo. Sandra Rossi es tal vez la persona que mejor conoce sobre la mente de los jugadores y no desde un carácter empírico sino a través de la ciencia. Líder de muy bajo perfil y especialista en medicina del deporte que trabajó con las Leonas y Leones, los Pumas, tenistas y hoy tiene una función clave en el plantel de River Plate, compartió un mano a mano con LA NACION. Habla de los sueños y la presión, los nervios y los objetivos. El Mundial, River y el partido que no se ve y que siempre es el más difícil.
-Antes de llegar a la gran final mañana vimos situaciones muy límites para los jugadores, como en el caso del debut contra Arabia Saudita o de los penales que tuvo que patear Messi. ¿Cómo se entrena la mente de un jugador para estas situaciones?
-Primero como espectadores no tenemos que dejar de pensarlos como personas. Messi no cuadra dentro de ninguna estructura, es un talento puro y nato, lo que no significa que no puede haber sentido nervios al patear con ese nivel de responsabilidad. En un punto, más allá de lo que pueda significar que la pelota entre o no entre, es un poco una marca de que el más alto talento puede errar y seguir. Por otro lado, en este caso particular, la selección está jugando con otra selección; no con un grupito de potrero. El penal fue bien pateado y hubo alguien que respondió realmente bien. Estas cosas no nos cuadran porque no cuadran dentro de nuestro deseo, pero no porque no sean algo esperable en el alto rendimiento.
-¿Cómo se trabaja la autoestima de los deportistas de alto rendimiento?
-Se trabaja mucho con el cuerpo de psicólogos. Cuando uno logra un equipo que pueda funcionar por encima de su propio ego, de su rol o deseo propio y entiende que es un engranaje de algo más grande se logran grandes objetivos. La gente por lo general dice “con lo que ganan”, como si eso nos pusiera a salvo. Conozco un montón de personas hípermillonarias que son extremadamente infelices. No me parece el único valor que por que ganen esa cantidad de plata tengan que responder siempre 100% x 100% de esa manera. Tantas veces se escucha “si me pagaran eso a mí sabés cómo corro”. Yo de verdad quisiera verlos un minuto en esa situación.
-Otra imagen fuerte del Mundial es el llanto de Pablo Aimar cuando Messi mete el gol contra México …
-A mí me encanta verlo. Lo quiero a Pablo y las emociones tienen mala prensa y más en el alto rendimiento. Pareciera ser que sentir o mostrar una emoción está mal. Por ahí ver a un hombre emocionado le quita valentía o valor. En el cerebro, el tema de las emociones es súper interesante. Cuando más rápido reconocemos la emoción que está transcurriendo dentro de nuestro cerebro, la podemos nombrar y decir lo que nos pasa, deja de ocupar espacio cerebral. El cerebro se libera y puede estar abierto a lo que sigue. Tengo otra vez una mente dispuesta para lo que sigue. No significa que porque reconozca que estoy emocionado o tengo miedo vaya a ser un desastre. De ninguna manera, al contrario; lo que estoy haciendo es disponer mi mente para lo que viene. Para ellos y para todos nosotros.
-¿Qué pasa en la mente de los jugadores con el triunfo?
-Los jugadores viven bajo presión de parte del juego y del deporte en general, y uno lo tiene que aceptar. Cuando el resultado tiene un papel tan determinante, es lógico que la mente esté enfocado en eso y que no se puede aflojar para que fluya el talento. En la alta competencia hay un nivel de tensión muy alto y los jugadores bajo presión pueden y deben hacer cosas increíbles. Pero te aseguro que ellos lo que más quieren en el mundo es ganar, nunca son displicentes Los altos rendimientos que juegan por objetivos tienen un nivel de tensión muy alto que también es mental y funciona como interruptor de las acciones motoras.
-Otro aprendizaje de este Mundial son las palabras de Scaloni que aclaró en conferencia de prensa que se trataba de un partido de fútbol y que la vida sigue más allá del resultado…
-Dentro de la expectativa que todos tenemos, es muy difícil incluir el resultado negativo. Siempre hay cuatro posibles resultados: que salgan las cosas como pensaste, que salgan mejor, que salgan peor o que salgan al revés. Todo lo que hagas va a caer en uno de esos cuatro y que pase peor es una posibilidad concreta. Para la mente es algo positivo que se incluya esa posibilidad. Al final del día, lo que te deja tranquilo es entender si pudiste dar el 100% que tenías para dar. Los jugadores dicen: ‘Me vacié; más que esto no tenía’. Y lo importante es no quedar con la sensación de que el partido se pueda volver a jugar, porque si pudiera volver a jugar significaría que se podría haber hecho otra cosa.
-Vos viviste de cerca el retiro de Marcelo Gallardo en River. Y esta idea de que el retiro nos llega todos en algún momento se aplica no solo al deporte sino también al mundo de las empresas. ¿Cómo se manejan esos momentos?
-Son momentos bisagra, son decisiones que incluyen y derraman en un momento. En mi caso, todo lo que pasó con Gallardo significó vivir un momento que no esperaba, ingresar a un mundo que era ajeno al mío. Y por siempre voy a estar agradecida a todo lo que viví en el club, desde Gallardo hasta los jugadores más chicos.
-¿Cómo fue la convivencia con el grupo liderado por Marcelo Gallardo?
-De entrada fue un súper desafío y mi incorporación al cuerpo técnico era visto casi como una película de ciencia ficción. Meter el mundo de la neurociencia en el ambiente del fútbol era algo muy raro y más de la mano de una mujer, casi como si aterrizara un ovni. Pero siempre tuve claro que los principios son difíciles, los cambios de paradigma no son fáciles. A nadie le gusta ir por una calle llena de pozos, todos preferimos ir por una autopista, pero a la autopista hay que construirla. Y hay que entender que los principios van a ser incómodos. En todo este tiempo pasamos por momentos complejos, de muchísima resistencia, pero la clave fue no poner el foco en esas incomodidades y en cambio tener la mirada puesta en todo lo que se podía hacer. Hoy miro hacia atrás con una alegría enorme. Lo bueno fue no detenerme en lo que no funcionaba y priorizar lo que se podía hacer.
-A tu labor en River lo combinás con el trabajo científicos del Conicet. ¿Qué es lo que hacen y para qué?
-En el Conicet trabajo para enriquecer un poco la neurociencia aplicada al alto rendimiento. Mi función tiene que ver con el deporte, pero en realidad sirve para todas las personas. Los científicos ayudan mucho a poder generar datos para medir capacidades cognitivas y cerebrales que son importantes para analizar, por ejemplo, los tiempos de reacción de una persona, que tan amplio es su campo visual o cómo es el marco de la ventana de atención. Es decir, variables difíciles de medir. Por ello trabajamos hace muchos años junto a un laboratorio de Tucumán liderado por José Barraza para desarrollar programas que permitan medir las variables de alto rendimiento como la velocidad de un jugador, su capacidad de anticipación y otras cuestiones que pueden traducirse en números.
-Por otro lado, tenés tu trabajo con los chicos que están jugando en las inferiores de River. ¿Cómo es el diálogo con ellos?
-Hay chicos muy chicos. Es un diálogo muy fluido, estamos de lunes a lunes. Fui la única mujer de un plantel de 60 personas y ahora hay otra trabajando. Es un trato diario, yo trabajo en un laboratorio donde ellos llegan, se miden en unas pantallas. Y además tenemos los diálogos habituales que se dan entre una persona de mi edad y de un chico sobre qué les pasa o cómo se sienten.
-¿Y qué les pasa? ¿Qué encontrás desde tu rol?
-Cuando llegan a estos niveles de alto rendimiento y a tanta exposición siendo tan chicos, habiendo entrado a una pensión a los ocho, nueve años, lo que a veces sienten es mucha presión. Tienen sueños que no son normales para nuestros chicos. Piensan a los 11, 12 años en sacar a su familia de una situación compleja. Entonces, es un sueño pesado para un chico tan chico.
-Puede haber dos caminos: que no llegue y esa carga sea muy pesada o que llegue y haya que trabajar la humildad…
-Como personas tendemos a pensar a que nuestra identidad nos la da el otro o un resultado. Mayoritariamente los chicos que van llegando a categorías superiores o fútbol profesional, es un porcentaje súper pequeño. El 95% queda en el camino con la contra de que son chicos que ya perdieron su infancia y adolescencia sin haber sido preparados para alguna otra posibilidad donde desarrollar su vida. Cuando, que son los grupos que me tocan a mí, hay que hacer un trabajo bastante profundo para que ellos entiendan y puedan trabajar para que el resultado no determine su identidad. Es realmente complicado ver como cuando te va bien esos chicos son dioses y cuando no cumplen el deseo o las expectativas de la gente, son menos que nada. Mantener una identidad y un equilibrio es fundamental para poder transitar el tiempo que ellos tengan en el alto rendimiento, entendiendo que no son ni un extremo ni el otro, hay que buscar un medio. A veces creemos que por ser exitosos somos mejores y es solo un resultado.
-Vos viviste la intimidad de muchos triunfos y campeonatos. ¿Cómo se manejan esos sentimientos?
-Todo lo que da felicidad cambia la química de la mente y la mente no está separada del cuerpo, uno de los puntos fundamentales de la neurociencia es vernos a todos como algo global, no como entes separados de mente y cuerpo. Cuando llega un triunfo hay químicos que corren no solo por la mente, sino por todo el cuerpo. Y lo mismo pasa cuando estás triste. La tristeza se siente en todo el cuerpo. Y cuando esos estados son compartidos con un grupo el impacto es espectacular y todo es mucho más grande. Pero también hay que tener claro que esos estados de éxitos, de ganar un campeonato, no son los habituales. En el deporte, como en la vida misma, hay que prepararse para que muchas veces las cosas no salgan como uno lo había preparado.
-Otro de los cambios que estamos viviendo es la popularización del fútbol entre las mujeres. Hoy se ve a chicas jugando al fútbol a la par de los hombres. ¿Cómo ves este fenómeno?
-Me parece genial, es algo que están generando, las mujeres están haciendo lo que les gusta, hay un crecimiento muy marcado, hay fútbol en los colegios, se juega en todos lados. Y personalmente, creo todo lo que ayude a incluir está buenísimo, es algo para celebrar y es sólo el comienzo.
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