Desafío argentino: aumentar las exportaciones sin devaluar
La geopolítica mundial y las cadenas globales de valor están cambiando en previsión del fin de la pandemia. El mundo afronta un bajón de demanda global en el presente como consecuencia de la cuarentena económica y a futuro una mayor austeridad fiscal como resultado del endeudamiento del sector público por afrontar los paquetes fiscales de ayuda a hogares y a empresas durante las cuarentenas.
La reconversión productiva hacia actividades con mayor distanciamiento físico (non-touch economy) llegó para quedarse. No obstante, la digitalización y teletrabajo a marcha forzada aun no es completa y amplios sectores de las economías no han podido adaptarse. El comercio digital no compensa ni mitiga la caída de ingresos por canales tradicionales de la mayoría de las pymes.
Para afrontar estos desafíos, los países desarrollados buscan compensar los problemas de desempleo provocados por la caída de la demanda con una clara orientación exportadora frente a un futuro comercio internacional bajo competencia aguda debido a la declinación de la economía mundial.
En el caso del mundo emergente y especialmente América Latina, a estos desafíos se le suman la caída en el precio de las commodities exportables que llego para quedarse al menos hasta que la economía mundial recupere los niveles de actividad prepandemia.
El mundo desarrollado busca una reorientación de las cadenas globales de valor a los fines de incentivar la relocalización de subsidiarias de las multinacionales desde China a su espacio geográfico cercano.
La administración Trump se ha dado cuenta que su estrategia inicial de priorizar únicamente el mercado doméstico y tomar distancia de los organismos internacionales ha cedido espacio comercial y geopolítico ante la creciente influencia de China.
Pero no alcanza con afrontar una guerra comercial. Estados Unidos se está reorientando nuevamente hacia la globalización, pero ahora buscando socios y formando nuevos bloques comerciales que compartan intereses no solo económicos sino también sociales.
En efecto, la pandemia ha demostrado claramente las ventajas de tener proveedores instalados más cerca de los Estados Unidos que en Asia a los fines de asegurar la cadena de suministros interrumpida por la disrupción del coronavirus.
La reciente entrada en vigencia del tratado Nafta 2.0 en julio de este año busca conformar un nuevo bloque comercial que se extendería más allá de las Américas incorporando en el nuevo eje comercial a Japón y Australia quienes han implementado también estrategias de subsidios al reshoring hacia sus espacios económicos y confrontado a China por los problemas de salud originados en la pandemia.
El nuevo acuerdo comercial posee características inéditas ya que no se centraría en mano de obra barata, sino en disposiciones destinadas a proteger a los trabajadores, mediante la implementación de las exigencias OIT y la suba del salario mínimo en México. En efecto, ello permitiría nivelar la competitividad de sus socios comerciales equilibrando hacia arriba sus condiciones laborales, sin que provoque destrucción de empleo o baja de salarios en el mercado norteamericano.
En cuanto a la región, la administración Trump ha reorientado su política comercial desde aquel América First hacia "América Crece" (Growth in the Americas), impulsado por su principal asesor y candidato a presidir el BID, Mauricio Claver Caron e. Esta iniciativa consiste en recuperar terreno perdido de la influencia norteamericana en América Latina ante China a los fines de que la futura demanda de infraestructura de la región, como sistemas de energía de redes inteligentes, transporte público masivo y equipos para apoyar redes de quinta generación (5G), sea cubierta por los Estados Unidos.
Esta estrategia denominada de near-shoring busca el reshoring de las cadenas globales de valor mediante la salida de subsidiarias americanas de China hacia el su espacio económico buscando el realineamiento de las cadenas de valor de Este-Oeste hacia el Norte-Sur.
En este contexto internacional cambiante, la Argentina necesita urgentemente un norte estratégico que le permita crecer sostenidamente brindando futuro a las presentes generaciones de centennials.
Dados los importantes problemas de endeudamiento externo, escasez de reservas internacionales y necesidades de importación de su industria, aumentar la capacidad exportadora de la economía argentina para generar divisas es una tarea urgente.
Incrementar las exportaciones permite ampliar la escala bajando los costos fijos medios en un círculo virtuoso de crecimiento de escala y de competitividad, sumando producción a la ya provista al mercado interno sin recurrir a devaluaciones abruptas.
Para ello, la Argentina necesita del comercio internacional, en un contexto adverso donde ya no se espera al menos a mediano plazo un nuevo auge en el precio de sus productos exportables.
Por lo tanto, la principal característica del aumento necesario de exportaciones debe ser por volumen y no por precio, dificultoso pero factible si se logra estabilidad macroeconómica y bajar presión impositiva a las actividades exportables aun con un tipo de cambio real adverso. Argentina necesita urgente de socios comerciales e insertarse vigorosamente en el comercio internacional.
¿Podrá Argentina abandonar el cementerio de oportunidades perdidas que significa una incorrecta lectura y diagnóstico del escenario geopolítico y económico internacional, priorizando sus intereses por sobre sus pasiones de ampliar mercados para nuestros productos?.
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