Rodrigo Santos: “No conozco ningún otro país en el que los productores tengan que pagar un gran impuesto para exportar”
El presidente de la división Crop Science de Bayer resaltó la disciplina y resiliencia del campo para seguir siendo competitivo a nivel internacional, aunque destacó la necesidad de que el país cuente con una ley de semillas
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NUEVA YORK-. El presidente de la división Crop Science de Bayer, Rodrigo Santos, traza un paralelismo en la forma de producir soja en la Argentina y en Brasil; conoce el trasfondo de las oportunidades y falencias entre ambos países y por eso concluye en que ambos deben trabajar en conjunto para llegar más fuerte a Asia. El ejecutivo habla con soltura de las oportunidades que ha captado Brasil y de lo que le ha impedido a la Argentina explotar todo su potencial, como la necesidad de una ley de semillas, las retenciones a las exportaciones y la falta de inversiones.
Santos también es miembro de la junta de Bayer y destaca la importancia de la ley de semillas que tiene Brasil y que falta en la Argentina, así como la atracción de inversiones, que le permitan a los productores poder hacer todo su ciclo productivo. “La Argentina tiene un potencial enorme, si pensamos en el desafío que tenemos para el futuro de producir más y conservar el medioambiente, ustedes tienen un gran potencial. Hay muchas cosas que están sucediendo en la Argentina y la tecnología, los avances en el maíz, la transformación digital y la sostenibilidad son una gran parte, pero creo que es importante que se sigan atrayendo más inversiones al país”, puntualiza a los medios argentinos que asistieron al Crop Sciencie Innovation Summit en Nueva York.
—¿La Argentina es un país atractivo para invertir?
—En el marco en el que está, hay que plantearse cómo atraer, en términos de ecosistemas regulatorios, más inversiones. Un ejemplo de esto es la soja. Cuando veo la cantidad de inversiones que ocurren en Estados Unidos y que está sucediendo en Brasil, ante estos escenarios pensamos en lo que está pasando en la Argentina. La soja es el cultivo principal de la Argentina y se necesita invertir, ya que el tamaño de la inversión de los otros países es enorme. Hay que atraer más inversiones de empresas como Bayer, pero también de otras. Hay una oportunidad para que se desarrolle un sistema para atraer más inversión. La Argentina tiene la vocación para hacerlo, pero tiene necesidades de reparto de nivel para ejecutarlo. Tienen varios elementos: el maíz es un ejemplo; están en la cima del mundo igual que cualquier otro lugar donde se cultiva la soja. El desafío que tenemos en la soja es cómo crear un sistema, una nueva ley de semillas que permita a las empresas invertir para obtener el retorno de esa inversión y beneficiar a los productores. Lo he visto en otros países porque, al fin y al cabo, hay que tener un sistema que beneficie a los productores, eso es lo primero. Las empresas que invierten también pueden tener un retorno de la inversión y luego seguir invirtiendo porque se produce un ciclo positivo, pero cuando tenés un tema que podría ser una nueva ley de semillas o un nuevo sistema de regulación que no se puede realizar un seguimiento de que la inversión o el suelo… Eso es muy importante.
—¿Cómo está el tema de la importación y las regulaciones actuales en la Argentina?
—Cuando pensás en un país como la Argentina, te das cuenta de que una de las cosas más exitosas de un país como ese es justamente la agricultura. Entonces, decís, vamos a proyectar para los próximos 510 años, por ejemplo, en temas como la agricultura energética, que puede ser un gran motor para la economía del país. Creo que es importante cuando se piensa en la planificación, porque normalmente es lo que hacemos las empresas y tenemos que hacerlo también para los países. Cuando pensamos en cómo podemos hacer para que la Argentina crezca en los próximos 510 años y que el país se desarrolle de verdad, nos damos cuenta de que la agricultura está en el centro de todo eso. Así que hay que crear un entorno, incluido el que he mencionado sobre la soja, pero también para otras que atraiga lo fundamental para el desarrollo. Siento que la Argentina tiene la oportunidad, pero necesita captarla, defenderla y desarrollar un sistema que sea amigable, seguro, por supuesto, pero que atraiga esas inversiones, así que hay que implementarlo.
—¿La asociación o cercanía con Brasil puede ayudar en esto?
—Creo que sí, porque cuando se piensa también en los mercados que vamos a abastecer de Asia, Brasil está trabajando junto con la Argentina. Podemos ir a los mercados a los que vamos y ser más fuertes realmente, casi como una sola voz. Cada vez que nos unimos como región nos hacemos más fuertes, tenemos más oportunidades. Porque una cosa que escuché mucho la última vez que estuve en Argentina, y eso es lo que hablé con el gobierno brasileño, es que hay una percepción errónea porque todo el mundo dice que el agua es una muy buena oportunidad, ya que necesitamos producir más alimentos, pero todos los países de este planeta están buscando capturar esa oportunidad y están trabajando para eso. No es el hecho de que la oportunidad se dé por defecto. Si vas a China ves que lo están haciendo, así que tenemos que hacer que Brasil y Argentina creen un entorno que capture esas oportunidades: producir más para abastecer más. Luego, esto, va a favorecer la economía del país. Tenemos que ir por este camino, y por supuesto, si lo hacemos como región para que sea más potente, sería mejor, pero eso depende de a dónde hablemos. Así que si me preguntan al respecto, la verdad es que no veo grandes inversiones, y estamos tomando la mejor tecnología disponible: pienso en digital, lo mismo que en sostenibilidad. Ahora hay una necesidad específica para la soja, pero también se puede pensar un poco más allá.
—¿Cuáles son las trabas que ves en la Argentina para que no sucedan estas cosas?
—Eso depende de a qué se hable, por ejemplo, en el maíz no lo veo. Están desarrollando un gran sistema tecnológico o digital, y en sostenibilidad sucede lo mismo. Hay una necesidad específica sobre la soja, pero se tiene que pensar en cómo se toma y plantea, ya que se tiene que pensar para desarrollar un método que atraiga más inversiones. Si trazamos un paralelismo con Ohio vas a ver que se creó un sistema para desarrollar nuevas empresas e invertir en agricultura que es impresionante. Yo soy de Sudamérica y me gustaría pensar en cómo podemos desarrollar uno que atraiga esas oportunidades para nosotros, así como lo hacen ellos.
—¿Qué ha hecho bien Brasil y que la Argentina no en la producción de soja?
—Hoy en Brasil tenemos un sistema que funciona, donde los productores si optan por utilizar una tecnología van a pagar por ella. Esto los llevó a que hoy tengan el 90% de las semillas certificadas en el país, es decir, compran semillas certificadas, aunque todavía hay algunos que eligen guardar semillas, estos representan un 15% del mercado aunque adoptan tecnología y pagan por ella. Esto derivó en un gran flujo de inversiones, ya que para los agricultores fue positivo: consiguieron un retorno de inversión y eso se nota porque ves que circula dentro del país. Cuando se tiene esa cantidad de semillas certificadas, surgen empresas globales que vienen a invertir. Por ejemplo, Don Mario y Viterra [hoy absorbida por Bunge] forman parte de las grandes contribuciones que hacen las empresas argentinas a la agricultura brasileña. ¡Es impresionante! Tenés también empresas que traen biotecnología para lanzar en el mercado. Así que en los próximos cinco años, probablemente, habrá tres o cuatro nuevas tecnologías. Estos son ejemplos de cómo crear un entorno que beneficie a los agricultores porque sin beneficiarlos a ellos no se hace nada.
— Pese a que los productores en la Argentina son muy eficientes, hay algo que falta para verlos desplegar, ¿qué es?
—No conozco ningún otro país en el planeta, y yo viajo mucho, en el que los productores tengan que pagar un gran impuesto para exportar. ¡No lo conozco! Si hay algo que deseo para los productores argentinos es que no tengan los impuestos a la exportación que tienen porque realmente es un gran desafío. ¿Mencioná otro país en el mundo donde esto suceda? Los argentinos tienen una gran disciplina y resiliencia. Los brasileños no pagan para exportar y esto les permite invertir más, por ende, tener más tecnologías y continuar el ciclo productivo.
—¿La sustentabilidad en la Argentina cómo está en relación con los otros países del mundo?
—Una de las cosas de la que estos días empezamos a hablar mucho es de la agricultura regenerativa y pasó cuando vimos los datos de la Argentina sobre el uso y los cultivos de cobertura y rotación. Como estábamos teniendo un mayor uso y el secuestro de carbono en el suelo, la reducción de los insumos, siendo más rentable para los productores. Las primeras pruebas que tenemos vienen de la Argentina, porque tienen una cosa que realmente admiro y es que los productores son emprendedores que necesitan ser competitivos. Así se enfrentan a los retos a los que se enfrentan en la Argentina: buscan tecnología, en cómo pueden protegerse y ser eficaces. Es un país que puede permitirse desplegar en desarrollo de nuevas tecnologías, los productores tienen esa interpretación que se basan por lo que pueden dar y ser un modelo a seguir para el mundo.
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