Resignación, atajos y peleas por el margen: lo que viene después del congelamiento de precios
Las compañías de alimentos preparan nuevos lanzamientos para eludir los controles y buscan compartir la pérdida de rentabilidad con los supermercados
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La decisión del Gobierno nacional de avanzar en forma unilateral con el congelamiento de empresas no tomó por sorpresa a las empresas del sector, que ya daban por descontado que la convocatoria al diálogo y a una negociación no iba a ir más allá de las palabras. Además de las desprolijidades (un supermercadista le contó a LA NACION: “En mi vida pasé por más de veinte congelamientos de este tipo, pero nunca vi uno tan desprolijo”), desde ayer a la tarde en las grandes compañías empezaron a trabajar en cuáles serían sus próximos pasos, con la mira puesta en reducir el impacto en su rentabilidad y encontrar los atajos que les permitan eludir el congelamiento de precios.
El camino judicial, es decir presentarse a la Justicia pidiendo que se revoque la resolución 1050, al menos por el momento no es una alternativa prioritaria. En la tarde de ayer, los equipos de la Copal (la cámara que reúne a las principales empresas de alimentos) y de las grandes compañías del rubro habían analizado la viabilidad de recurrir en los tribunales al congelamiento. Sin embargo, hoy la posición predominante es que si hay alguna acción judicial sería a título individual de cada empresa. “Como Copal hoy no se está trabajando en una acción conjunta”, explicó a LA NACION el director de una compañía que también forma parte de la cámara empresarial.
Antes que presentarse ante la Justicia, las empresas avanzan con otras estrategias. Aprovechando los años de experiencia que acumulan la mayoría de las compañías de consumo masivo en materia de acuerdos y congelamientos de precios más o menos voluntarios, la alternativa que hoy se presenta como más viable es volver a retomar la estrategia de lanzamientos de nuevos productos por fuera de lista de artículos que definió la Secretaría de Comercio.
Como ya es un clásico, lo más probable es que en las próximas semanas las góndolas de los supermercados se vean inundadas de nuevos productos y presentaciones creados para eludir el congelamiento, con mínimos cambios en la fórmula o el packaging. No hay que ser adivino para anticipar la reaparición de propuestas del tipo “lavandina máxima pureza”, ”yerba mate con molienda renovada”, “pan de pancho amasado con leche” o “aceite con alto contenido oleico”.
“La resolución es muy clara definiendo que el congelamiento alcanza para los casi 1500 productos de la lista, lo que implica que en el resto de los casos podemos disponer de aumentos sin tener que pedir autorización”, explicaron en una empresa líder de consumo masivo.
Los lanzamientos de nuevos productos seguramente serán acompañados por la cuotificación de los artículos que quedaron en la canasta de congelados, en otra práctica en la que los empresarios locales ya cuentan con una demostrada experiencia.
La pelea por los márgenes
La estrategia de nuevos lanzamientos será acompañada por la búsqueda de introducir cambios en la canasta de productos congelados, aunque en este caso en las empresas son conscientes de que a lo sumo podrían obtener modificaciones muy puntuales.
“Feletti fue muy claro en que el diálogo se mantiene. La voluntad de recibir demandas concretas por algún artículo específico, existe. Pero no hay margen para un cambio generalizado de productos en la lista”, señalaron en la Secretaría de Comercio. Las reuniones puntuales con las empresas ya se iniciaron (al menos con una cervecera), aunque todavía se desconoce el resultado.
El otro frente que exploran las empresas proveedoras es avanzar en algún tipo de renegociación en los acuerdos comerciales que tienen con los grandes supermercados. La resolución 1050 establece para cada uno de los productos un precio máximo de venta al público. Sin embargo, no precisa cuáles son los márgenes de ganancia para los distintos eslabones de las cadenas industriales y comerciales. “De acá en más se va a venir una pelea muy grande con las cadenas de supermercados. Nosotros tenemos que respetar el precio congelado de venta que en muchos casos no es el de 1 de octubre, sino de julio o agosto. Así que ahora queremos que todas las partes compartan esta baja”, explicaron en otra compañía.
En los supermercados por el momento prefieren llamarse a silencio, aunque en off the record reconocen que enfrentan un nuevo dilema: convertirse en los “policías” del congelamiento o tener que dar la cara por los faltantes y los atajos que busquen los proveedores vía el lanzamiento de nuevos productos.
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