Reconversión láctea. Las pymes apuestan a nuevos nichos
Las empresas más chicas del rubro buscan crecer en categorías de alto valor agregado y ganar nuevos mercados internacionales; el impacto de los controles de precios
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El temporal continúa en la industria láctea. Según CREA, asociación civil sin fines de lucro que está integrada y dirigida por empresarios agropecuarios, el índice de ventas del periodo enero-mayo de este año experimentó una caída de la facturación en pesos constantes del 10,7% respecto al mismo período de 2020. “Esta caída podría estar relacionada principalmente a una reducción en la demanda interna, producto de un menor poder adquisitivo”, aseguran desde la entidad.
Este escenario complicado impide el repunte de la mayoría de las empresas, incluso muchas pequeñas y medianas compañías trabajan por debajo de sus costos de producción. Mientras que algunas que supieron ser grandes jugadores del mercado arrastran problemas financieros. Mastellone Hermanos SA, que controla La Serenísima, perdió en el primer trimestre de este año $828 millones, según informó la empresa a la Comisión Nacional de Valores. Y ARSA, la empresa de la familia Vicentin que es dueña de marcas como SanCor Vida, Yogs y Shimy, recientemente vendió su línea de yogures y postrecitos al grupo venezolano Maralac.
“El sector no es ajeno a la economía del país. Falta rentabilidad a lo largo de la cadena y la articulación entre los agentes es limitada. A eso, deberíamos sumarle un acceso al financiamiento muy comprometido porque el sistema financiero argentino, sencillamente, no está aggiornado: sigue mirando activos y no los flujos”, explica Alejandro Bertin, CEO de Establecimientos San Ignacio.
Nuevo foco
Pero más allá de este contexto complejo algunas pymes argentinas implementan estrategias para reconvertirse y crecer en plena tormenta.
“Durante estos últimos meses pusimos un foco particular en uno de nuestros principales recursos: nuestros colaboradores y sus familias. La búsqueda de mejoras en productividad y nivel de servicio son metas sistemáticas en el equipo gerencial. Por ejemplo, lanzamos dos nuevos productos Cookies & Cream y leche chocolatada”, explican en la empresa.
“Estos lanzamientos representan una gran apuesta para una pyme. Nuestro objetivo, con ellos, es mejorar y aumentar los momentos de consumo. Para lograrlo tuvimos que renovar nuestras líneas de producción, incorporar presentaciones y protocolos de calidad, para ser más competitivos. Además tuvimos que mejorar la articulación en nuestra cadena de proveedores y afianzar la comunicación con nuestros consumidores”, resume Reca.
En 2020, San Ignacio facturó $1900 millones y para este año espera alcanzar los $2600 millones. Mientras que la inversión realizada rondó los US$6 millones.
“Seguimos invirtiendo para llevar nuestros productos a nuevos mercados. Mantener los mercados en el exterior y nuestros clientes de diversas nacionalidades es una prioridad. Para eso, la constancia y el cumplimiento preciso de las cantidades y las fechas de entrega son una clave de diferenciación que debemos mantener. Somos el único dulce de leche que sustenta la marca país Argentina y certificado para exportar a la Unión Europea. Nuestro queso azul tiene como principal comprador a Rusia. Mientras que nuestro dulce de leche se afianza en América y Canadá, Europa y Asia”, adelanta Bertin.
En referencia a los logros de este año los ejecutivos destacan el éxito comercial que tuvo su producto en Japón. “La recepción fue tal que comenzarán a comprar en forma directa, volúmenes mayores a los actuales. Sabemos que Japón es la puerta de entrada a Asia, esto magnífica nuestras posibilidades en esta región y demuestra que tener constancia, ser cumplidores y ofrecer calidad siempre son pilares fundamentales, tanto en el mercado externo como interno”, asegura con entusiasmo el CEO de Establecimientos San Ignacio.
Educar para crecer
Al hacer un balance de los resultados de su empresa Gabriela Benac, directora de Lácteos Luz Azul, cuenta que mes a mes incrementan sus ventas en el orden del 3%. “La mayor problemática que nos encontramos es conseguir mano de obra calificada para las diferentes posiciones que necesitamos. Por eso, este año decidimos poner foco en la capacitación permanente de nuestro personal”, señala.
Además, la ejecutiva destaca que otro gran inconveniente que tuvieron que enfrentar fue la gran cantidad de trabas y demoras para la apertura de locales. “Las habilitaciones demoran mucho tiempo y los trámites administrativos que están en pausa hacen que el proceso para abrir un local sea sumamente engorroso”, agrega.
En plena pandemia Luz Azul lanzó su línea de leche larga vida, leche chocolatada y queso cheddar. “Pero nuestra estrategia durante el año pasado fue, principalmente, la expansión de la marca a través de casi 70 franquicias que abrimos en todo el país. También hicimos una gran inversión al crear nuestro centro de capacitación con local a la calle. Este se utiliza para capacitar tanto a empleados como a todos los franquiciados y está ubicado en el barrio de Belgrano. Además, montamos en Ezeiza un nuevo centro de distribución para soportar todo ese desarrollo que estamos teniendo”, resume Benac.
Para acompañar el boom del comercio online, afianzado durante los meses de aislamiento, Luz Azul incorporó la venta a través de Pedidos Ya y desarrolló su propia aplicación móvil. Además, lanzó un e-commerce dentro de su sitio web. En la actualidad, la pyme bonaerense elabora más de 30 millones de litros de leche por año, cuenta con 70 franquicias en todo el país y una facturación anual de $1200 millones.
La meta de Luz Azul para los próximos años es lograr su expansión regional. En dos años piensan sumar operaciones en Uruguay, Paraguay y Chile. El proyecto más avanzado se encuentra en Uruguay, donde planea reactivar una planta con la idea de desarrollar quesos “a la Argentina” y tomarlo como base para continuar su crecimiento en el resto de Latinoamérica. “Queremos desarrollar, también, una cadena de franquicias en Uruguay”, adelanta la directora de esta firma.
Mirada ecológica
Lácteos Las Dos S es una empresa familiar entrerriana que fue fundada en 1990. Se especializa en la producción artesanal de dulce de leche familiar, repostero; y quesos de pasta blanda, semidura y dura. “Como pyme una de las principales dificultades con la que nos encontramos son los acuerdos de precios con grandes empresas y primeras marcas. Los acuerdos no permiten una competencia justa, ya que los aumentos de nuestros precios terminan quedando por debajo de los aumentos de nuestras materias primas. A este problema se suman que muchos de los sectores a los que les vendíamos se encuentran afectados por los cierres o trabajando menos, como repostería para eventos, restaurante y comercios de venta de regionales relacionados con el turismo”, reconoce Ana Lucía Giménez, gerente administrativa de Lácteos Las Dos S.
Para sobrellevar la difícil situación, Lácteos Las Dos S incorporó una línea de ocho variedades de quesos en hormas pequeñas. “Con estos nuevos productos el objetivo es poder acceder a otros mercados como pequeños comercios y almacenes, las tiendas gourmet y la venta online tanto propia, como de algunos de nuestros principales clientes mayoristas. Además, en algunas localidades como Córdoba, sumamos la venta a domicilio, algo que surgió como respuesta a la cuarentena obligatoria pero que hasta el día de hoy sostenemos ya que hemos recibido una muy buena respuesta del público”, revela Giménez.
La facturación estimada de la láctea entrerriana para 2021 es de $20 millones. “Deseamos que en el corto plazo se reactive la economía de los diversos sectores que, de manera directa o indirecta, influyen en el rubro lácteo. Esto es fundamental para poder retomar nuestros proyectos, ya que siempre se requiere de grandes inversiones para concretarlos. Como pyme familiar, también esperamos que la gente consuma cada vez más productos locales, de cooperativas y de pequeñas marcas porque de esta manera ayudan a un montón de familias y permiten que las ganancias sean más distribuidas”, concluye Giménez.
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