Productividad lenta para trabajadores sobreocupados
El especialista en tecnología Cal Newport propone repensar conceptos como la eficiencia y el rendimiento laboral
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Nuestra definición actual de productividad está rota. Lo sabemos, lo experimentamos a diario y, sin embargo, nos cuesta mucho modificar los patrones habituales de trabajo. Asistimos a más reuniones de las que podemos procesar, la lista de pendientes incumplible nos amenaza desde una agenda urgente y los deadlines de entregas nos asfixian a tal punto que hacemos decenas de tareas, sin entender cuál de ellas está entregando verdadero valor. ¿Es esta realmente la única opción? Cal Newport cree que no. Especialista en tecnología y autor bestseller de The New York Times, creador del término “minimalismo digital”, acaba de publicar un nuevo trabajo (Slow productivity, the lost art of accomplishment without burnout), en el que busca diferenciar a lo que nombra como “productividad lenta” de la “seudo productividad”.
Newport sostiene que la productividad genuina para quienes trabajamos con conocimiento no requiere “una actividad ajetreada permanente” sino “una profunda contemplación”. El autor dice que cuando caemos en la “pseudoproductividad” medimos los resultados por actividades que son visibles: la cantidad de tareas que completamos, la cantidad de reuniones a las que asistimos, informes que presentamos. Estas y otras métricas similares son en gran medida responsables de trabajadores cada vez más agotados y desinteresados. Entonces, ¿cómo podemos producir de manera sostenible resultados de alta calidad? Newport prescribe una “filosofía de productividad lenta”, que abarca tres principios fundamentales: hacer menos cosas, trabajar a un ritmo natural, obsesionarse con la calidad. Claro que hacer menos cosas, no significa lograr menos cosas. La idea es trabajar para “reducir las obligaciones hasta el punto en que se pueda imaginar lograrlas con tiempo libre”, por lo tanto, dedicar tiempo a identificar lo que es más significativo y lo que debe hacerse. Al crear espacios de tiempo en los que trabajamos en los objetivos más importantes, logramos un progreso continuo. Newport alienta a los lectores a limitar las cosas grandes, los proyectos y los objetivos diarios al punto en que sean factibles.
Con trabajar a un ritmo natural se refiere a dejar que algo dure tanto como sea necesario y a aprender que hay distintas “estaciones” que algunas requieren altas y bajas, de energía y de calma. El autor reconoce que muchas veces los clientes y sus urgencias hacen muy difícil lograr este enfoque, pero también insiste en que “a menudo son nuestras propias ansiedades las que juegan el papel del más feroz jefe”. Converso con muchos profesionales que están buscando seriamente un nuevo modo de trabajar más sostenible, y aunque comparto en parte la visión del autor, no creo que seamos los responsables principales de esta modalidad acelerada de trabajo, sino que hay un sistema que todavía premia a la seudo productividad. No son conceptos nuevos, pero necesitamos escucharlos una y otra vez para incorporarlos: hacer menos, respetando tiempos y con más foco en la calidad.
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