El peligro de procrastinar la hiperestabalización para el año que viene
El gobierno entrante no tiene más remedio que apelar a una hiperestabilización con sintonía gruesa, dado que recibe el fardo de la administración saliente que pospuso la estabilización con sintonía fina
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La procrastinación es la postergación de situaciones difíciles, que deben atenderse, por miedo a afrontarlas. La resolución de un problema que es percibido como abrumador, desafiante, y estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro indefinido idealizado, en el que lo importante es supeditado a lo urgente.
Las experiencias hiperinflacionarias del pasado revelaron que los gobiernos si no actúan preventivamente pierden el apoyo de todas las clases sociales, ya que se pulverizan los ahorros e ingresos de la clase media, de los trabajadores y de los sectores vulnerables.
Por ello, aun los regímenes autocráticos como Venezuela, se asustan por las consecuencias sociales de la hiperinflación, que incluso pueden llegar a hacerlos perder el poder. Luego de años de hiperinflación persistente, Maduro suprimió la emisión de billetes, creó el petro digital y por último aceptó la libre circulación de dólares, llevando la inflación mensual a niveles inferiores a los actuales de la Argentina.
La Bolivia del Movimiento al Socialismo de Evo Morales, con un Banco Central que sigue siendo independiente desdela hiperinflación de la década de ‘80, sostiene una inflación promedio del 3% anual.
¿Por qué no se estabiliza la Argentina? Las causas de la caída del poder adquisitivo de la moneda nacional poco tienen que ver con las reacciones individuales o colectivas de la gente. En los inicios de un régimen inflacionario, si los precios suben, la gente no demanda que se estabilice el poder adquisitivo de sus salarios y por el contrario piden más pesos para poder comprar lo que se necesita.
Terminar con la hiper es, por lo tanto, una cuestión del gobierno de turno, financiado por la élite corporativa que bloquea el cambio y apoya el status quo inflacionario.
Para el gobierno de turno, estabilizar con un plan tiene costos políticos porque si sale bien, aumenta el poder político del ministro de economía de turno por sobre la figura del Presidente. Y si sale mal, se quieren evitar las consecuencias sociales de la recesión de corto plazo que supuestamente el ajuste generará.
Por lo tanto, el gobierno de turno trata de pasarle el fardo del posible ajuste a la siguiente administración, o al menos al próximo ministro de economía del propio gobierno, como denunció en su momento Sergio Massa en referencia a la gestión de Martín Guzmán.
Para no pagar los posibles costos a corto plazo de un plan estabilización cuyos beneficios pueden caer en el próximo gobierno, se inaugura la temporada de parches como única política económica anti-inflacionaria. Se suceden los cepos, brechas cambiarias y luego la prohibición de exportaciones e importaciones hasta que se termina generando igualmente la recesión tan temida y procrastinada.
La postergación de la hiper también implica una narrativa política conspirativa y paranoica que atribuye el origen de la inflación a diversas manifestaciones superficiales del fenómeno, invirtiendo sus causas. En verdad, es la inflación la que provoca, por ejemplo, la especulación y no al revés.
Pero la demanda social por estabilizar aún no crece lo suficiente, debido a que la calle no estalla en ataques a supermercados, situación típica de las crisis del pasado.
¿Qué podría suceder si se sigue postergando la estabilización? Si la inflación se espiraliza, se acelerará el cortoplacismo. Las paritarias salariales y los depósitos a plazo fijo indexados pasarían de un trimestre a un mes e inclusive a siete días como en las postrimerías del plan Bonex.
Mientras, la recesión que se quería evitar se profundiza por la prohibición de importar. Si no se ajustan los precios relativos, es probable que aumenten los episodios de escasez de combustible, medicamentos, cortes de luz, quiebras y despidos. Hasta que la bomba estalla y para terminar con la escasez se sinceren de golpe, en un abrupto Rodrigazo.
El gobierno entrante no tiene más remedio que apelar a una hiperestabilización con sintonía gruesa, dado que recibe el fardo del gobierno saliente que pospuso la estabilización con sintonía fina.
No obstante, los costos políticos serán menores si el plan está bien diseñado con promesas creíbles de consolidación fiscal sostenibles e implementado con instrumentos que permitan una desindexación rápida. Un fuerte apoyo presidencial a un ministro de economía idóneo con poder, que exponga con detalle la magnitud de la herencia recibida envenenada, es también fundamental.
Parafraseando aquella canción de León Gieco, el líder populista procrastina la hiper, aprovechando la pobre inocencia (ilusión monetaria) de la gente.
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