Procrastinadores de sueños
El razonamiento es que como no queremos que el día de trabajo nos quite del todo el ocio, postergamos el descanso en busca de recuperar algo del tiempo personal
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Como si no tuviéramos bastante intentando domar nuestras demoras cotidianas en las cosas que tenemos que hacer, a veces presos de la ansiedad, otras paralizados por esa montaña de pendientes que no sabemos por donde empezar a subir, este tiempo de pandemia (que ya parece eterno) tiene un nuevo modo de procrastinación, que es la de la hora del descanso. Se habla de la “procrastinación del tiempo de dormir por venganza” y ataca especialmente a aquellas personas que sienten que no tienen control de su tiempo o quienes tiene ocupaciones de alto estrés. El razonamiento es que como no queremos que el día de trabajo nos quite del todo el ocio, postergamos el descanso en busca de recuperar algo del tiempo personal, incluso si esto significa quedarnos despierto hasta tarde, en detrimento del sueño.
No tiene lógica, lo entiendo y aun así a veces caigo en la trampa. Si no descanso lo necesario, mañana estaré cansadísima y el día de trabajo será cuesta arriba, pero es verdad que hasta en los días más agobiantes elegí ver uno o dos capítulos de una serie, o armar un trago o cocinar hasta tarde con la idea de “este día a mi no me va a ganar”. Y más que una procrastinación del sueño por venganza es un mal hábito que pagaremos más temprano que tarde. En su libro Por qué dormimos, Mathew Walker, explica que la falta de sueño se siente en el cuerpo como una resaca que arrastramos a lo largo del día que nos hace erráticos, erosiona nuestra atención y foco y salud. La idea de “postergación del sueño” se introdujo por primera vez en un estudio de 2014 de los Países Bajos, que define el acto simplemente como “no irse a la cama a la hora prevista, mientras que ninguna circunstancia externa impida que una persona lo haga”. La “venganza” se agregó al título en 2020 con el inicio de la pandemia, pero como concepto, existe hace tiempo.
Por otra parte, algunos estudios en procrastinación demuestran que existe un vínculo entre la procrastinación en la vida diaria y la procrastinación del sueño. Quienes demoran la hora del descanso son proclives a hacerlo en sus actividades diurnas. El tiempo antes de acostarnos para muchos de nosotros funciona como el único momento para procesar el “atraso emocional” del día, que puede incluir frustración, miedo y ansiedad.
Gestionar los momentos de auto regulación del descanso puede ayudar a romper esta demora. El especialista en sueño Michael Breus recomienda la “hora de apagado”. Esta se compone de tres segmentos de 20 minutos: los primeros 20 minutos están dedicados a las cosas que deben hacerse. Los segundos 20 para el autocuidado como un baño caliente, una crema de noche, etc). Los últimos 20 minutos son para la relajación que nos permita, lentamente, entregarnos al descanso reparador.
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