En medio del debate sobre la fuga de los talentos, seis hombres y mujeres explican porque siguen creyendo en las oportunidades que ofrece la economía argentina a pesar de todos los obstáculos para hacer negocios
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Son jóvenes, hablan inglés, tienen contactos afuera, pero permanecen aquí. En el último tiempo muchos jóvenes argentinos talentosos que se fueron al exterior fueron noticia, pero se habla un poco menos de los que permanecen. Hacerlo es un riesgo teniendo en cuenta las restricciones que impone la economía argentina, que sabe mucho más de cerrarse que de abrirse. Esta incertidumbre aumenta, quizás, si quienes apuestan por este país son jóvenes que tienen posibilidades de irse pero deciden no hacerlo.
Frente a tantas voces que susurran que Ezeiza es la única salida, ellos consideran que permanecer es la esperanza. ¿Son románticos o ven algo que otros no están percibiendo? ¿Son osados o inconscientes?
A contracorriente de buena parte de su generación, intentan reconstruir en un ambiente erosionado y con empresarios cansados y experimentados que desistieron de tanto probar.
¿Cómo apuestan estos jóvenes en un mercado complejo con variables de incertidumbre altísimas? ¿Cuáles son las características que hay que tener para hacer esa apuesta? ¿Cómo ven a la Argentina del futuro? ¿A qué le temen?
Apostar en la incertidumbre
Mateo Salvatto tal vez sea uno de los jóvenes más reconocidos del país. Con 23 años, es fundador de Asteroid, una startup argentina que desarrolló productos y servicios tecnológicos para personas con discapacidad. Su primer desarrollo es la aplicación Háblalo que ya asiste a más de 4 millones de personas en 65 países de los 5 continentes. Para Salvatto, la Argentina es un sube y baja, pero lleno de oportunidades. “El ecosistema emprendedor y el talento técnico representan grandes ventajas que podemos aprovechar, pero al mismo tiempo algunas de sus regulaciones son especialmente perjudiciales para empresas en formación. Por eso creo que cada vez más empresas tecnológicas apuestan por un mercado global, no circunscripto a un país en particular”.
Tomás Chernoff tiene 29 años y es fundador de Che3D, una empresa especializada en fabricación digital utilizando impresión 3D para el desarrollo ágil de productos innovadores. Para Chernoff las dudas no faltaron a la hora de invertir. “Al principio me generaba mucha incertidumbre la fluctuación del tipo de cambio, la inestabilidad de las políticas industriales, la falta de previsión, pero luego me fui acostumbrando y me forzó a generar mecanismos de contingencias. Por otro lado, creo que la complejidad del mercado lo hace muy interesante para los que vamos logrando conocerlo y hace que muchos actores no se animen a ingresar o que si ingresan fallen y dejen oportunidades tras su paso”. En un mercado complejo, se hunde uno y flota otro. Algunos, desarrollan una expertise particular para conseguir sobrevivir a ese medio hostil. Esas estrategias de supervivencia llevan tiempo en ser adquiridas. Es muy difícil mantenerse a flote en un contexto inflacionario con un tipo de cambio inestable y trabas por doquier. De modo que cuando un emprendedor o empresario lo consigue, se transforma en un piloto de tormentas. Quien está afuera y ve que ese espacio del mercado está ocupado por alguien que sabe hacerlo, en ocasiones se siente desincentivado para entrar en la competición.
Silvana Laura Suárez tiene 32 años y ha sido managing director y cofundadora de KRB, una agencia creativa con clientes de la talla de Llao Llao o la alemana Miele. En la actualidad, lidera The Wolf Pack, una agencia especializada en crear una comunidad de trabajo para colaborar con startups. Suárez no tiene dudas de apostar en el país, pero le preocupaba la fuga de talentos que podrían afectar su negocio. ”Tenemos buenos talentos, como también hay una gran fuga y esto afecta sin dudas al desarrollo del país. Esto me hizo pensar en un concepto de agencia diferente donde el valor se centrara en las competencias de la gente más que en ‘hacer carrera’, que creo que es un concepto vintage. Por eso tener un buen plan de afiliación a los proyectos fue fundamental para cautivar al talento y que no se fueran en el corto plazo”.
Cada vez más, la relevancia está en mostrar que se sabe hacer lo que se hace, más que en los pergaminos que se tienen colgados en la pared.
Adaptarse o desaparecer
Muchos emprendimientos se terminan convirtiendo en naves submarinas: se hunden y desaparecen. En 2019, el ratio de fracasos de los startups era de alrededor del 90% a nivel internacional. Las investigaciones concluyen que alrededor de un 20% fracasa el primer año; 30% del total se hunde antes de llegar al segundo año; 50% al quinto año y el 70% promediando la década. ¿Qué características se necesitan para sobrevivir en el país con un emprendimiento?
Matías Massotti tiene 25 años y es cofundador de Cruz Medical, una empresa dedicada a brindar soluciones en la rama de salud, tecnología y hogar. La firma brinda soluciones en esos tres aspectos con un mismo plan y abarcando todo el territorio argentino. Para Massotti la principal y esencial competencia que debe tener alguien que quiera hacer negocios en el país es la adaptación. “Cuando aprendés a adaptarte, no solo podés cambiar y mejorar proyectos, también ideas y personas. Esto es fundamental y más en la Argentina, porque si no te adaptás al cambio podés perder todo de un día para otro”.
Con 30 años, Florencia Sosa es catamarqueña y empresaria de la salud. Licenciada en administración de empresas, contadora con un master en finanzas y un posgrado en Yale en Estados Unidos, actualmente es gerente general del grupo de empresas ECA y Minerva Farmacias con más de 500 empleados y 60 .000 afiliados. En el medio de la pandemia, importó un robot que había visto en una farmacia en Alemania para tareas de gestión y despacho y eso le permitió bajar a cero los contagios por Covid dentro de la empresa. Para una empresaria situada en el norte del país, los desafíos son varios y difíciles. “Por la muerte de mi padre a mis 25 años me tocó ser CEO en una de las provincias más machistas y pobres del país. Choqué con muchos ‘es minita’, ‘no va a poder’, ‘no va a ser lo mismo que antes’, ‘le encanta la pilcha, seguro que de esto no sabe’, prejuicios que combinan la juventud y el género”. Superar los prejuicios fue uno de los trabajos más importantes que Sosa tuvo que elaborar: “luché y lucho contra el patriarcado”.
Los entrevistados remarcaron la importancia de ciertas características para poder sobrevivir en el mercado. Salvatto, Chernoff y Massotti remarcaron la importancia de la resiliencia, la intuición y la adaptación: “Si el emprendedor argentino no es intuitivo, y no logra seguir su instinto, va a ser difícil que no se choque contra la pared”, sentencia Chernoff.
De la idea a la realidad
El camino de la creación de un proyecto es empinado en contextos inciertos. Los jóvenes consultados por LA NACION presentaron muchos problemas y dilemas que abarcan desde los prejuicios por su juventud hasta la generación de un modelo de negocios convincente para ellos y el mercado.
Estos jóvenes tienen un suelo árido para llevar sus ideas a la realidad. Según el Banco Mundial, Argentina está en el puesto 126 entre 190 economías en cuanto a la facilidad del contexto para hacer negocios. El ránking del país se fue deteriorando en los últimos años. En 2018 la Argentina se encontraba en el puesto 119 de esa escala.
Para Massotti, de Cruz Medical, algunos de los primeros problemas fueron “no tener un lugar físico donde formar la empresa y la cero experiencia que tenía a los 22 años cuando la creamos además de no contar con ningún conocido que pudiera dar una mano con el negocio”.
A veces, el terreno es tan árido que la escasez es absoluta. Para Mateo Salvatto de Asteroid, el principal problema fue el modelo de negocios. “No queríamos cobrarle al usuario final por la app, pero tampoco queríamos hacer una ONG. Logramos definirnos como una organización for-profit que busca aportar a la inclusión de las personas con discapacidad”.
Damián Catanzaro de 26 años, es el creador de Cafecito, la plataforma de financiamiento colectivo o crowdfunding, donde artistas, creadores de contenido u ONG pueden recibir donaciones de forma rápida. Para Catanzaro, además de la implementación de medios de pago en su plataforma, cuando Cafecito empezó a crecer tuvo que pasarse a ser responsable inscripto. “Las ganancias de un día para el otro se me redujeron a la mitad o más, hasta que de a poco con el crecimiento me pude ir recuperando”.
La Argentina para muchos de estos jóvenes es una arena movediza que los prepara para cualquier otro terreno: no hay nada más imprevisible que un país en el que se generan regulaciones aleatorias que tienden a depreciar y despreciar el consumo. Esta escuelita de formación nacional les permite tener un vuelo mayor cuando consiguen interlocutores más sofisticados a nivel global. La coyuntura negativa estructural de un país con casi 50% de pobreza les permite generar una piel gruesa y habilidades que los fortalecen en cualquier otro contexto, siempre más favorable.
El futuro del país
Los emprendedores y empresarios jóvenes que entrevistamos, se resisten a que Ezeiza sea el camino adecuado. Sin embargo, son realistas a la hora de entender el futuro del país así como cuando realizan un diagnóstico del por qué estamos como estamos. Para Chernoff, de Che3D, el futuro del país no es tan claro. “Creo que puedo ver con más claridad mis planes dentro de 10 años, que a la Argentina dentro de uno. Tengo miedo de que las personas que conducen el rumbo de la Argentina no se den cuenta de cómo funcionan realmente las nuevas reglas de juego: blockchain, la industria 4.0, realidades inmersivas entre tantas otras”.
Sosa, del Grupo de Empresas ECA comparte las mismas preocupaciones. “La Argentina no está bien y eso no es nuevo. Los jóvenes tienen miedo de apostar su único capital. Sus ideas son buenas, pero falta confianza”.
La desconfianza es capilar y va del sistema a los individuos y de los individuos al sistema. Por eso tantos relatos personales muestran el desapego frente un medio que no permite que el esfuerzo se tramite en progresos.
Massotti, de Cruz Medical, es desafiante a la hora de pensar el futuro del país. “Acá el punto es que yo puedo decirte cómo veo al país en diez años si hacemos lo que tenemos que hacer, o cómo lo veo si no hacemos lo que tenemos que hacer. Pero la pregunta es ¿vamos a hacerlo? Porque estamos muy acostumbrados a decir que tenemos futuro en vez de generar un presente”. Los temores son similares en la mayoría de los emprendedores jóvenes.
Para Salvatto, de Asteroid, la pérdida de oportunidades es su gran preocupación futura. “Temo a que dejemos pasar esta gran oportunidad que tenemos enfrente y desperdiciemos una generación dorada del software. Los argentinos somos expertos en diagnosticar y brindar soluciones en la comodidad de nuestro escritorio”.
El talento no está exento en las preocupaciones de los jóvenes entrevistados: “Si no logramos mejorar la educación, la seguridad, es imposible frenar la fuga de talentos, fundamentales para el desarrollo y crecimiento del país”, enfatiza Suárez, de The Wolf Pack.
“Creo que hay una mezcla de burocracia, corrupción y falta de profesionalismo que hace que ningún partido ni político pueda sostener nada en el gobierno por bastante tiempo”, sentencia Catanzaro, de Cafecito. Es una pelea constante entre extremos que los únicos que la ligamos somos los que estamos en el medio, el pueblo”. La historia misma de la Argentina, una desilusión permanente en la que algunos jóvenes se animan a seguir remando la difícil realidad del país.
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