Por qué baja el dólar blue: “De eso no se habla”
La brecha cambiaria incentiva a subregistrar operaciones de comercio exterior
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La Argentina es un barco que se hunde. Para impedirlo, el capitán aconseja sacar agua del barco con baldes ya que no tiene una bomba de agua, pero ello no impide que se siga hundiendo. Al fracasar la primera opción, el capitán del barco implementa otra táctica: ordena tapar las brechas por donde entra el agua, pero para cuando los marineros lo consiguen, el agua que entra por la borda continua rebalsando, y el barco comienza a hundirse.
Con el paso del tiempo, ambas tácticas fracasan por falta de estrategia, los marineros pierden la confianza en el capitán y finalmente abandonan el barco mientras se hunde.
La primera táctica, consiste en agotar las reservas externas del Banco Central ya que la opción de evitar la demanda precautoria de dólares subiendo la tasa de interés real tampoco es factible políticamente o se ha agotado por abuso de su utilización en el pasado. La segunda opción consiste en tapar el problema con un control de cambios extremo: regular el pago de importaciones y deudas financieras hasta prohibirlas. En este caso a cambio de evitar un agotamiento total de las reservas y una fuga generalizada al dólar, se traba con cemento la rueda de la recuperación postcuarentena.
Ambas tácticas, fueron implementadas casi en conjunto por el presente gobierno sin que se evitara la presión casi permanente sobre las reservas del Banco Central. La utilización de diversos parches, común al presente gobierno y al anterior, consistió en suba de tasa de interés, cepo y control de importaciones, en lugar de soluciones de fondo, provoca una mayor desconfianza aun sobre la política económica. El capitán del barco perdió la confianza de su tripulación y de los pasajeros. Más aún, la contradicción entre un ajuste en salarios y jubilaciones reales, así como la caída en el empleo productivo, y una narrativa política que agita la usurpación de tierras, profundizó aún más la desconfianza impidiendo que el ajuste o los parches implementados tengan el efecto esperado.
La magnitud del déficit fiscal exige un monto de financiamiento mayúsculo para un mercado de capitales y sistema bancario argentino casi nulo ,dominado por las necesidades del fisco y sin acceso al crédito internacional.
Por lo tanto, la única alternativa es el financiamiento monetario del déficit fiscal cuyo gasto consolidado alcanzaría casi la mitad del PBI sin que se corresponda con la calidad de bienes y servicios públicos que hogares y empresas necesitan.
El exceso de oferta de pesos que nadie quiere por falta de confianza se traduce en una brecha entre los diversos tipos de cambio (MEP, CCL) con respecto al oficial. Pero el exceso de oferta de pesos redobla el desequilibrio financiero ante una demanda de pesos inestable que corre peligro continuo de bajar aún más, aumentando las expectativas de mayor inflación futura.
Este año, el gobierno apuesta a que el exceso de oferta de pesos que nadie quiere se vuelque a una mayor demanda de bienes durables: electrodomésticos, autos y ladrillos. Pero la burbuja de durables es transitoria, si la brecha cambiaria sigue alta y persistente, tal como sucedió en el pasado cercano y numerosas ocasiones durante el régimen de alta inflación de la década del ’80.
A cortísimo plazo, “rezando al clima”, “prendiendo la vela” a que los chinos sigan demandando carne de cerdos y los cerdos sigan comiendo soja, así como que Jerome Powell mantenga la tasa de la Reserva Federal en 0%, permitirían sostener por virtud del escenario internacional los mayores niveles de precios de las commodities agrícolas. Paradójicamente, el campo sigue sembrando, salvando al gobierno de tener una crisis disruptiva por lo menos hasta el fin de la liquidación de la cosecha en el segundo trimestre.
¿Como puede ser que el dólar blue no se haya espiralizado? Parafraseando el título de la gran película de María Luisa Bemberg: De eso no se Habla: hay que analizar un fenómeno largamente descripto en los libros de texto y la experiencia argentina de la década de ’80 pero no debatido hoy por la opinión pública.
Una brecha cambiaria tan alta y persistente incentiva la rentabilidad de subrregistrar transacciones de comercio exterior y financieras. La sobrefacturación de importaciones, así como el “adelanto” de importaciones registradas y la subfacturación de exportaciones, así como el “atraso” en la liquidación de las exportaciones habituales, son consecuencias inevitables de retrasar el tipo de cambio oficial respecto de la inflación.
En consecuencia, los dólares informales obtenidos por subregistración del comercio exterior, incentivado por la política oficial, constituyen una oferta de dólares que se liquidan en el mercado informal. La mayor oferta de dólares blue permite acotar su cotización en un mercado donde la oferta es reducida. Pero ello sucede a costa de reducir el superávit comercial registrado y por lo tanto la posible entrada de dólares genuinos para fortalecer las reservas del Banco Central.
En la medida que el financiamiento monetario del déficit en un contexto de desconfianza persista; a la corta o a la larga, los argentinos se desprenderían del exceso de oferta de dinero con destino a sustituir pesos por dólares y la brecha se cerraría por el dólar más alto como sucedió tantas veces en el pasado. La devaluación en definitiva permitiría reducir la subregistración de las transacciones externas, pero a costa de acelerar la inflación. Finalmente, el exceso de oferta de dinero para financiar el déficit fiscal sería eliminado vía aceleración inflacionaria. Tapar las brechas o sacar el agua con baldes no soluciona el hundimiento del barco. Los parches atienden a las consecuencias de la inflación, pero no la resuelven. El origen de la inflación sigue siendo el financiamiento monetario de un magno déficit fiscal con pesos que el argentino no quiere por la desconfianza en las políticas públicas y las experiencias del pasado.
Plan, hoja de ruta, pero sobre todo confianza cumpliendo con los compromisos y la palabra empeñada ante los argentinos son las claves para que los parches se transformen en una estrategia de desarrollo que brinde esperanzas de que el barco no se hunda y la presente administración comience a gobernar para el conjunto de los argentinos.
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