Polémica en el show: mitos y verdades del service charge
La reciente salida a la venta de las entradas para ver a Paul McCartney en el Campo Argentino de Polo en marzo próximo volvió a despertar la polémica acerca del service charge -o cargo por emisión- que se suma al valor del ticket que debe abonar cada espectador para hacerse con los preciados boletos.
En el caso del ex-Beatle, los valores del service charge oscilan entre 390 y 900 pesos, según el precio de cada entrada, ya que, como es una norma más o menos generalizada, el cargo se estableció en el 15% del precio del ticket.
La aplicación de este servicio generó más de una crítica y en la mayoría de los casos los espectadores desconocen qué están pagando. A continuación, un repaso por las mayores dudas que despierta este cargo, que más allá de las quejas de algunos consumidores llegó para quedarse.
1 ¿Es legal?
Sí. En la ley de defensa del consumidor lo que se establece es que las empresas encargadas de organizar un espectáculo están obligadas a informar los cargos que aplican -incluyendo obviamente el service charge- en todos los medios que utilizan para publicitar un show.
2 ¿Para qué sirve?
Las productoras explican que deciden tercerizar el servicio de ventas de entradas para poder concentrarse en la artística y la organización del show. Las ticketeras, por su parte, destacan que este modelo de venta sirve para combatir la reventa. "Cada compra online permite identificar la tarjeta que está detrás de la operación e impide que una misma persona compre muchas entradas para después sacarlas a la reventa", explican en una firma del rubro.
3 ¿Es un invento argentino?
No. Con mínimas diferencias, el service charge se aplica en la organización de espectáculos prácticamente en todo el mundo. Lo único que varía en algunos mercados es que las productoras no diferencian en sus listas de precios entre el concepto entrada y el cargo por la emisión y solo comunican un único importe que engloba los dos cargos.
4 ¿Se trata de un cargo o porcentaje fijo?
No hay reglas. En la mayoría de los espectáculos, las empresas ticketeras optan por trabajar con un porcentaje del precio de la entrada, de manera que los espectadores que adquieren un ticket más alto terminen en cierta medida subsidiando a los que compran entradas más populares. El porcentaje varía según el espectáculo, aunque en la mayoría de los casos oscila entre el 10 y el 15% del valor de la entrada. Por lo general, en Europa es un poco más alto y el porcentaje puede llegar al 20 por ciento.
5 ¿Por qué se cobra por separado?
Por un lado está la obligación de la productora de informar a los espectadores, en forma clara y precisa, todos los cargos que aplican en el precio de una entrada, pero también hay factores impositivos detrás del tema. A la recaudación que obtiene la productora por las ventas de entradas se le aplica la retención que realiza la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) -la entidad que agrupa a todos los autores y compositores argentinos de música- en concepto de "derechos de autor". Sadaic trabaja con diferentes porcentajes o sumas fijas de acuerdo con el tipo de espectáculo, pero por ley está habilitada para quedarse hasta con el 12% del total de los ingresos de boletería para que luego estos fondos sean repartidos entre los autores de las canciones que se interpretan durante el show. Algo parecido ocurre con el canon que aplica en algunos shows Capif (la cámara que reúne a los sellos discográficos), que parte del 1% y puede llegar al 6% de la recaudación. La imposición ante el IVA también es clave a la hora de distinguir los cargos entre entrada y service charge. Los espectáculos teatrales están exentos del pago de este impuesto, algo que, obviamente, no corre para el "cargo por servicio".
6 ¿Cuál es la lógica de este cargo?
En las ticketeras explican que el service charge se destina para solventar los costos operativos de la venta de entradas. Desde el personal que atiende las boleterías hasta la impresión física de los tickets, pasando por la seguridad que se utiliza en la puerta del espectáculo para "cortar" las entradas y toda la logística que implican la comercialización de los tickets y el manejo de la recaudación.
7 ¿Las productoras y las ticketeras son empresas completamente separadas?
En algunos casos, sí, y en otros hay vínculos. Algunas de las productoras más grandes cuentan con su propia empresa ticketera, que se encarga de la venta de las entradas para sus espectáculos. Ticketek es del grupo Time for Fun, que además controla a la productora T4F, que está detrás de la próxima llegada de Paul McCartney. All Access pertenece a DF Entertainment, la firma de Diego Finkelstein, que organiza, entre otros espectáculos, el festival Lollapalooza Argentina. El Luna Park también tiene su propia ticketera: Ticket Portal, mientras que Platea Net está controlada por los principales teatros porteños. Las ticketeras que pertenecen a productoras pueden ser cautivas, es decir que trabajan exclusivamente en los espectáculos que organiza su productora controlante, o funcionar en forma más independiente, asociada con productoras competidoras en otros show. En el mercado local también existen ticketeras independientes, es decir que no tienen una relación accionaria con ninguna productora, como Tu Entrada, una firma creada en 2008 por Esteban Stalgis (uno de los fundadores de Ticketek).
8 ¿Por qué no se masifica el uso de la entrada electrónica?
Una de las quejas más comunes de los espectadores de un show es que tienen que pagar el service charge y además acercarse hasta una boletería para retirar la entrada. Esta pérdida de tiempo se solucionaría con la popularización de la entrada electrónica o e-ticket, que le permite al espectador hacer su compra online e ingresar al show mostrando una impresión o un código QR en el teléfono. En la Argentina ya hay espectáculos pequeños o medianos que trabajan con este sistema, que permite ahorrar el tiempo que se pierde yendo a retirar la entrada física, aunque no exime del pago del famoso service charge. En los grandes recitales, en cambio, las empresas continúan siendo muy reacias a apelar a este tipo de solución. "Nosotros somos los primeros interesados en masificar el uso del e-ticket porque sería un ahorro muy grande en materia de costos", se sincera en una productora. "Pero a nivel local tenemos un problema de infraestructura importante y por eso preferimos que la gente retire las entradas físicas antes del show. En un recital en una cancha la verdad es que no se puede confiar en que vayan a funcionar con los escáneres y las lectoras de los códigos QR, y todo puede terminar en un gran caos en los accesos", explican.
Ingresos millonarios
Lo que está en juego con el negocio del service charge que se cobra en las entradas a los recitales no es un cifra menor. En un concierto grande, con más de 40.000 o 50.000 espectadores, los ingresos por este concepto pueden trepar a más de $20 millones.
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