Paula Altavilla: “Todavía hay pocas mujeres en posiciones de poder”
La CEO de Schneider Electric reconoce los avances en este campo y la capacidad de resiliencia y adaptación del liderazgo femenino
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El mercado local no tiene muchas mujeres que ocupen el lugar de CEO. Según un estudio de la consultora Mercer, en 2020, solo 9% de los CEO en la Argentina eran mujeres. Una cifra baja, que va creciendo con los años: en 2012, 3% de los CEO eran mujeres en el país. Paula Altavilla no solamente es CEO de la empresa francesa Schneider Electric para Argentina, Uruguay y Paraguay, también es la primera presidenta de IDEA desde su fundación en 1960.
-Comenzaste tu carrera como profesora de inglés. ¿Cómo llegás a ser CEO de una empresa?
-Es cierto, no es lo primero que se imagina una persona que alguien que su primera carrera fue de profesora sea el CEO de una empresa. Mirando hacia atrás, pienso que el recorrido de mi carrera tiene tres etapas. La primera es la de trabajo independiente y como emprendedora. Mi primer título fue el de profesora de inglés en Lenguas Vivas. La semana que cumplí 20 años empecé a trabajar como “teacher” en empresas. En paralelo, había estudiado Administración de Empresas y en marzo de 2002 me contrataron en 3M como coordinadora de marketing. Aquí es donde comienza mi segunda etapa. Estuve 13 años más en 3M. Fui creciendo en responsabilidades. Pudimos innovar y nos convertimos en la división que más creció en los años posteriores a la crisis. Y luego me ofrecieron ir a Estados Unidos a una posición soñada: reportaba al vicepresidente global de una división, lideraba un equipo de profesionales de alto potencial estadounidenses y asiáticos. Cuando llegó el momento de elegir entre quedarme o volver, decidimos volver. En la Argentina hablé con un compañero del MBA de la Di Tella y me dijo que necesitaba un senior manager de ventas. Aunque no lo sabía en ese momento, estaba por empezar mi tercera etapa profesional: la de la gerencia general. Me terminó ofreciendo toda el área comercial de Whirlpool para que aceptara. Al año y medio asumí más funciones y en enero 2018 me eligieron como directora Regional para el Cono Sur, a cargo de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, y liderando la transición de Perú y Ecuador al cluster Andino. Y actualmente, desde el primero de marzo de 2021, soy country president de Schneider Electric para Argentina, Paraguay y Uruguay.
-Llega un momento en la vida profesional que no da lo mismo trabajar en cualquier organización. ¿Qué te atrajo de Schneider?
-Es una empresa que tiene la posibilidad de hacer un aporte enorme, tiene el conocimiento, la tecnología y la visión que le permite potencialmente ser protagonista en la solución de la transición energética, y de esa manera hacer un cambio muy significativo para mitigar la crisis climática. Y lo hace en el centro, donde es más necesario: en la industria, en el sector productivo. A mí me interesa estar en los lugares donde se cruzan los problemas complejos con soluciones que permiten empujar en la dirección correcta y producir cambios enormes. Acá veo esa oportunidad.
-Se habla mucho de la escasez de mujeres en la alta dirección, el machismo imperante en ciertas industrias y lugares en la organización y las diferencias salariales entre hombres y mujeres. ¿Cómo lograste sortear esos temas para llegar a ser CEO de una empresa?
-Viendo hacia atrás, creo que tuve un enfoque muy pragmático. Sinceramente en mis comienzos no me planteé si las cosas que me pasaban eran por ser mujer. Tomaba la realidad como se presentaba entendiendo que cada uno de nosotros tiene herramientas que domina mejor (y otras que le faltan) y que la clave es usarlas de la mejor manera en el contexto que le toca para cumplir sus propósitos y sueños. Está en nosotros lograr que con esas características consigamos lo que nos proponemos. Por supuesto que influir en el contexto es importante y que los líderes tienen la responsabilidad de cambiar las cosas, pero cuando empecé, la realidad era diferente. Siempre asumí que la que se tenía que adaptar era yo. En los últimos años hay una mayor apertura, aunque todavía hay pocas mujeres en posiciones de poder. Sin embargo, se abren muchas más puertas para mujeres CEO ahora que hace algunos años. A lo largo de mi carrera aprendí que el networking es importante, adquirir vínculos de confianza con compañeros de facultad, colegas, mentores nos permite contar con miradas externas que siempre ayudan a poner en valor nuestras fortalezas y a complementar o desarrollar nuestras oportunidades de mejora. Hace poco escuché que la resiliencia, entendida como la capacidad de levantarse todas las veces que haga falta, y volver a empezar cuantas veces sea necesario, es el mejor predictor del éxito. Es importante persistir e ir a buscar las oportunidades. Michelle Obama dijo alguna vez que las oportunidades bailan con quienes están en la pista: si no te salen las cosas como querés, hay que redoblar el esfuerzo. Eso muchas veces implica aprender de los errores y abrazar el cambio.
-¿Qué competencias considerás que fuiste desarrollando para poder liderar una organización? ¿Qué hace falta hoy en un mundo y un país incierto?
-Para un líder es importante conocerse a sí mismo, y saber escuchar, desarrollar y empoderar personas, formar y desafiar equipos diversos para lograr transformaciones y resultados increíbles. Especialmente en contextos volátiles e inciertos como el nuestro, la estabilidad emocional y la capacidad de adaptar la comunicación a las necesidades y estilos de diferentes stakeholders resulta fundamental. También lo son tener experiencia comercial y financiera; flexibilidad y adaptabilidad; y hoy en día, también tomar muy seriamente a la sustentabilidad e integrar la estrategia de sustentabilidad con la estrategia del negocio.
-¿Qué debería hacer la Argentina para tomar una senda de crecimiento y estabilidad? ¿Tiene cura el país?
-Por supuesto que la Argentina tiene cura, pero no es fácil. Es cierto que la nueva configuración geopolítica presenta oportunidades donde tenemos sectores con ventajas comparativas importantes: agro, energía, economía del conocimiento. Pero la construcción del futuro es con inversión. educación y trabajo. Esto requiere reglas de juego estables, confianza y estabilidad macroeconómica para que la inversión sea viable. Requiere la colaboración de todos: gobierno, oposición, sindicatos, movimientos sociales, y empresas. Todos tienen que estar involucrados, nadie puede quedar afuera. Hay que ceder para crecer y construir un futuro de progreso e inclusión que sea sostenible. Caso contrario, el mundo va a seguir creciendo, y reduciendo la pobreza, y nosotros evolucionando en sentido contrario.
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