Números escondidos detrás del delito
La teoría del rational choice dice que todas las personas son seres racionales que funcionan por incentivos, analizan costos y beneficios; hasta para delinquir se utilizan estos parámetros
El crimen es un gran mercado en el que hay una oferta de delincuentes y una "demanda" de delitos y, como en todo mercado, se puede encontrar un punto de equilibrio. Esto es lo que planteó el economista estadounidense Gary Becker, hace más de 40 años, cuando introdujo en el estudio de la criminalidad a la teoría económica del rational choice, la elección racional. En ese modelo todos somos seres racionales que funcionamos sobre la base de incentivos, hacemos el análisis de los costos y beneficios que algo tendrá para nosotros, y en función de eso tomamos nuestras decisiones. Esta explicación es la base filosófica del modelo con el que se busca entender y predecir la actividad criminal desde la economía.
De ahí se desprendió una línea de investigación que se dedica a hacerse preguntas como ¿cuáles son los beneficios que puede sacar un persona de la actividad criminal?, ¿qué ecuación debe darse entre las oportunidades en el mercado legal y el ilegal para que alguien decida correr el riesgo de delinquir? o ¿cuáles son los factores que entran en el cálculo a la hora de tomar la decisión, la pena que se podría imponer, las chances de ser aprehendido?, ¿qué pesa más?
Una de las premisas es que, dado que se trata de un actor racional, si tiene mejores oportunidades en el mercado legal tomará éstas en lugar de las ilegales. Así lo demuestran también los datos: con más educación hay menos delincuencia. Un estudio que se hizo en el Reino Unido estimó que una reducción del 1% en la población sin estudios significaba alrededor de 800 condenas menos por crímenes contra la propiedad. Como sólo un porcentaje menor de los delitos contra la propiedad son efectivamente condenados, se estima que la reducción fue de entre 39.000 y 45.000 casos. Con la perspectiva de tener mejores salarios en la legalidad, bajaron los delitos contra la propiedad.
Éstos son el tipo de conclusiones a los que se logra llegar gracias a la aplicación de la economía. Se trata de la teoría explicativa -del actor racional- combinada con una serie de herramientas, sobre todo de la econometría, que permiten aislar los distintos factores detrás de un fenómeno y ver cuál es el impacto de cada uno de ellos. Si bien la economía fue la primera en adoptar estas técnicas, hoy son cada vez más comunes en otras ciencias sociales.
Un ejemplo local es un estudio sobre la reincidencia de Ernesto Schargrodsky y Rafael Di Tella, del Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen, Instituciones y Políticas (Licip) de la Universidad Torcuato Di Tella, que probó que monitorear a los procesados a través de pulseras electrónicas reduce la posibilidad de que después reincidan. Cuando las otras condiciones son iguales, quienes pasaron por la cárcel tienen un 22% de chances de reincidir una vez liberados, los que fueron monitoreados con las pulseras tiene un 13%.
El método permitió también descartar algunas hipótesis erróneas que podrían surgir de sus premisas. Fue el caso de la severidad de las penas, por ejemplo. Una conclusión a la que podría llegarse al seguir la lógica de un proceso racional de toma de decisiones es que un delincuente tiene en cuenta la pena que tendrá si es juzgado por su acto. Si la pena es más alta, tendría que tener un efecto mayor de disuasión y por lo tanto bajar más la criminalidad. Pero en el caso del uso de prisión como castigo se demostró que la relación no es tan lineal. La prueba más reciente es un informe que acaba de publicar el Brennan Center for Justice de la Universidad de Nueva York. Éste asegura, luego de analizar los datos desde 1980 para los Estados Unidos, que a largo plazo la mayor tasa de encarcelación no tiene un efecto muy significativo en la disminución de los delitos sobre la propiedad, y directamente no tiene efecto sobre los delitos violentos.
Este paradigma analiza la criminalidad desde un ángulo particular: "Sirvió para pensar el delito como un mercado, donde hay una oferta de delincuentes, llamémosle, que está afectada por cuestiones como el desempleo o la desigualdad, y por otro lado hay una demanda, que es la tolerancia de la sociedad al delito; en una sociedad se pueden dedicar más recursos privados o públicos a protegerse del delito. Eso ayuda a entender cuánto está dispuesto uno a pagar por seguridad privada o por un seguro y cuánto por que el gobierno te provea seguridad", explicó el economista Ernesto Schargrodsky, también rector de la Universidad Torcuato Di Tella.
Mientras muchos señalan la utilidad de las herramientas, la teoría detrás no convence a todos. Paula Litvachky, directora del área de Justicia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), señala que esta perspectiva "trabaja sobre los incentivos personales, y presume que hay un actor racional, pero otras escuelas de la criminología muestran que hay muchos otros condicionamientos". La premisa de un actor racional no sería la mejor base a través de la cual entender el funcionamiento de la criminalidad, partir de las condiciones sociales y económicas podría ser más relevante, aunque sin descartar del otro lado el factor individual.
Schargrodsky coincide en que no se trata de centrar el estudio del crimen sólo en la economía, sino de complementar a otras disciplinas, como el derecho, la sociología, la psicología o la antropología. También hay que tener en cuenta la diferencia entre los distintos tipos de delitos, no es lo mismo estudiar crímenes intrafamiliares que delitos de guante blanco o robos urbanos.
"Es una herramienta de análisis y un abordaje posible que sirve para darle una metodología al estudio de las causas del delito, para poder también diseñar mejor las políticas públicas para combatirlo, perseguirlo o prevenirlo", señaló Martín Gershanik, abogado penalista y especialista en políticas públicas.
Sin embargo, en el país aún es difícil hacer un análisis exhaustivo de los datos que permita aislar las diferentes variables y medir las posibles causas de un fenómeno por una simple razón: faltan datos. El ejemplo más claro es el del Ministerio de Seguridad, que no publica información sobre los delitos que registra la policía en todo el país desde 2008.
Casos en que la economía incide en el crimen
- Hacer el servicio militar aumenta el riesgo de que una persona cometa delitos más adelante
- Aprender a utilizar armas de fuego y la tardía entrada al mercado laboral que implicaba el paso por el servicio militar en la Argentina aumentaba las posibilidades de ingresar en el mercado ilegal
- Aumentar el subsidio que se les da a los presos recién liberados disminuye dramáticamente la reincidencia
- Un estudio elaborado en Uruguay mostró que darles un subsidio mayor a los presos al momento de su liberación eliminaba la reincidencia inmediata -los robos que se producen el mismo día de la salida de la cárcel- que era de un 25%. El aumento en el subsidio era de US$ 1,2 a US$ 4
- Pesa más la posibilidad de ser castigado que la severidad de la pena que corresponde al delito según el Código Penal
- Sobre la base de datos del sistema californiano, en los Estados Unidos se planteó que para disuadir el crimen pesa más la posibilidad de ser condenado que la severidad del castigo. Sería más efectivo entonces lograr condenas para mayor cantidad de delitos que aplicar grandes penas solo en algunos casos
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