Nuevos oficios: los satélites de la economía colaborativa
El auto, la casa, el taladro eléctrico que usamos una vez al año e incluso el espacio de oficina, todo se puede compartir para obtener un beneficio económico. Esta es la premisa que sostiene el sistema de economía colaborativa, que hoy genera más de US$3500 millones en el mundo, según la revista Forbes, y es la base de empresas como Uber, Airbnb, Cabify, Rappi, Ebay o Mercado Libre.
Sin embargo, generar una ganancia sustancial a partir del uso de estas plataformas no es tan sencillo como parece y cada vez requiere una mayor profesionalización. Subir las fotos a la aplicación, hablar con los potenciales inquilinos o clientes, entregar el departamento o auto en condiciones, controlar que no falte nada y limpiarlo antes de la entrada del próximo huésped son tareas que representan tiempo y dinero.
De eso se dio cuenta Victoria Denaro, de 36 años, cuando renunció a su trabajo en hotelería y comenzó a administrar departamentos ajenos en Airbnb. "Gracias a un excliente conocí distintos propietarios, en su mayoría extranjeros, que necesitaban a alguien que se ocupara de alquilar sus departamentos. Ellos me pagan y yo hago el filtro de huéspedes en la plataforma, me encargo de la gente de limpieza, de mantenimiento, de la parte administrativa, mientras ellos se desentienden del tema", cuenta Denaro a LA NACION sobre este nuevo rol.
Es que por más oportunidades que la plataforma brinde para conectar huéspedes con dueños, la mayoría de las personas no tienen tiempo para aprovecharla de la mejor manera y prefieren delegar esa responsabilidad.
Airbnb es una empresa que se dedica a la oferta de alojamientos a particulares y turistas a través de internet. Es una de las tantas empresas englobadas dentro de la llamada economía colaborativa, un sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales.
La madurez de Internet y la expansión de la tecnología móvil han posibilitado su masificación. Un informe de la consultora PwC estima que para 2025 la economía colaborativa generará US$335.000 millones, lo que significa un crecimiento de 2233% en diez años. Pero, además de beneficios económicos, esto representa importantes cambios en las estructuras laborales y la aparición de nuevas oportunidades de negocio a su alrededor.
Los sistemas de intercambio online permiten la reducción de los costos de transacción y evitan los grandes intermediarios: inmobiliarias, compañías de transporte o burocracias estatales. Pero eso no quiere decir que no aparezcan jugadores creativos que aprovechan los espacios en blanco para desarrollar su propuesta de valor.
Tal es el caso de quienes deciden alquilar su auto a choferes de Uber o Cabify. Hay distintos grupos de Facebook donde se pueden conectar los potenciales conductores sin vehículo con las personas que tienen el vehículo, pero no la disponibilidad horaria para manejarlo.
Existen dos formas de cobrar el alquiler del auto: por porcentaje o una suma fija diaria. La mayoría de las ofertas en grupos privados de Facebook apuntan a una tarifa preestablecida de aproximadamente $1000 diarios.
El potencial del negocio hizo que, como sucedía antes con los taxis o remises, surgieran personas que compran uno o varios autos para alquilar. En Cabify los llaman "inversores", aunque los intercambios suceden por fuera de la plataforma, que no tiene ningún espacio que permita lograr estos acuerdos dentro del propio marco regulatorio.
"Con la aplicación de Cabify trabajan tanto conductores con autos propios como conductores con autos que son propiedad de otras personas. Cuando se acerca una persona con licencia de conducir profesional a las capacitaciones que hacemos, pero que no tiene auto, la ponemos en contacto con alguien que tenga autos habilitados. El rol de los inversores es fundamental dentro del modelo de Cabify, son personas que tienen autos disponibles para poder utilizar exclusivamente con la app, a disposición las 24 horas del día, los siete días de la semana. Por eso, Cabify los ayuda con todo el proceso de conectarse y conseguir conductores sin auto", explica a LA NACION Guillermo Minieri, country manager de Cabify Argentina.
Al igual que en el caso de los departamentos de Airbnb, controlar que el auto sea devuelto en condiciones, y seguir los pagos y averías del vehículo también requiere tiempo, y en ese momento aparece el problema de la gestión.
Martín empezó como chofer de Uber con su propio auto, pero pronto encontró otra veta. "Nadie quiere el problema de lidiar con los autos, los choferes o los dueños, entonces recurren a alguien que lo administre", explica, y agrega: "Yo cobro un importe fijo por día. Espero que venga el chofer, controlo el auto, le cargo combustible, veo la recaudación y la divido entre el conductor y el dueño del auto". De esta forma, se genera un ingreso a partir de la plataforma sin necesariamente tener relación con ella.
El caso de la administración de Airbnb es similar, según explica Denaro: "Para la gente que no vive acá, cobro un sueldo fijo. A la gente que me lo da temporario, le cobro un porcentaje sobre el total del alquiler", y agrega: "En cuanto a la ganancia, Airbnb es mucho mejor que un alquiler común para los dueños y tiene sentido pagar el costo de administración porque igual sacan más plata que con un alquiler tradicional".
El poder del comentario
Estos nuevos intermediarios no funcionan de la misma forma que las grandes empresas que la economía colaborativa quiere desterrar. Hoy en día el foco está puesto en el usuario y su satisfacción. No se trata de una concepción altruista y responde a otro de los pilares de este sistema: los comentarios o reseñas.
Antes de subir a un coche de Uber o Cabify, alquilar un departamento a través de Airbnb o comprar un producto en Mercado Libre, los usuarios de las aplicaciones pueden ver la calificación que otros usuarios dieron al servicio. Esta es determinante a la hora de tomar la decisión de compra y, por lo tanto, es esencial a la hora de desarrollar un negocio en torno a cualquier plataforma. De hecho, según una encuesta hecha por PwC, el 64% de los consumidores consideran que, dentro de la economía colaborativa, la regulación entre pares es más importante que la estatal.
"Yo personalmente hago el check-in de los huéspedes, les explico qué pueden hacer, les recomiendo cosas, todo lo que sea un plus para que las propiedades tengan mejor puntuación en la aplicación y no sea algo frío", explica Denaro sobre lo que los nuevos agentes tienen que tener en la cabeza para aportar valor a esta cadena de pares.
- 3500 millones de dólares: Es la facturación anual conjunta que suman las principales empresas de economía colaborativa a nivel mundial
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