Negocios sustentables: cómo combinar rentabilidad con impacto positivo
El último viernes se llevó a cabo en Mar del Plata el Día B, un espacio en el que se impulsó una economía centrada en las personas del planeta
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MAR DEL PLATA.- “El tiempo es hoy”, se escuchó repetido en las exposiciones y paneles que con más de un millar de participantes, varios cientos en la sala y otros tantos vía streaming, insistieron en la urgencia de atender las problemáticas ambientales y sociales del planeta y de las personas, desde una maquinaria del mercado más responsable.
De eso va Sistema B, un movimiento global que tuvo su encuentro nacional en Mar del Plata para escuchar a quienes son guías en este camino desde la experiencia y el camino ya recorrido. Con ellos, las nuevas voces de otros que, aferrados a la misma bandera de la sustentabilidad, empiezan a dar pasos firmes y mostrarse como referentes.
Desde esa estructura se trabaja para crear un sistema económico “inclusivo, equitativo y regenerativo” para todas las personas y el planeta. Promueve a las empresas como principales agentes de cambio, utilizando la fuerza del mercado para contribuir al bien común. Hace 12 años que Sistema B Argentina brinda herramientas para apoyar a las empresas en su transformación hacia modelos de negocio de impacto. Y, además, acompaña la certificación que ya recibieron 246 firmas en la Argentina.
“El Sistema B es una fiesta a la que todos estamos invitados”, dijeron Pedro Friedrich y Fernanda Mierez, copresidentes y fundadores en la Argentina de este espacio que busca “inspirar, facilitar y acelerar” el proceso de cambio y transformación.
Y en este “Día B”, que se desarrolló el último viernes en el Uthgra Sasso Hotel, con apoyo del municipio de General Pueyrredón, la Universidad Nacional de Mar del Plata y la consultora Kausana, se celebró no solo el crecimiento de estos lineamientos sino también la aparición en escena de nuevos protagonistas que atienden y multiplican esta propuesta que tiene por objetivo un mundo mejor y con mayor equidad.
“Hay que dejarse inspirar por historias de empresas que se atreven a ‘soñar en grande’ y bajo principios de sostenibilidad, equidad e inclusión”, alentó Mierez, y anticipó la participación en esta cita de nuevos aliados a la causa.
La Universidad Nacional de Mar del Plata estuvo presente. “Ayudamos a crecer en ese desierto que hay entre una buena idea o descubrimiento científico hasta que se convierte en una pyme”, remarcó su rector, Alfredo Lazzeretti, sobre el rol institucional frente a las incubadoras regionales de proyectos.
La elección de esta ciudad como sede no aparece casual para esta edición del Día B. Se presentaron proyectos y experiencias locales de impacto. Vera Álvarez, cofundadora de Unibario; Déborah Sabsay, de Kalmar; Julien Laurençon, CEO de Procens, y Patricio Negro, del restaurante Sarasanegro
“Hay un trabajo muy grande por hacer desde la gastronomía y la hotelería, es mucho desperdicio y mucha la comida que se tira”, advirtió el reconocido chef, y dejó un llamado de atención para un universo amplio y con posibilidades de reencauzar ese descarte de alimentos.
Día B, que se realiza cada dos años, no solo es contenido sino también experiencias. Y así se vivió la participación de Gisela Giardino, investigadora del Conicet, y Camila Petrán Sayago, profesora de yoga en Lulea Mindful (empresa B) que invitaron al auditorio a descalzarse y seguir un mensaje de conexión con el mar para entender de sus profundidades, de sus peligros y necesidades de cuidado.
El mensaje que se remarcó en las exposiciones y en los paneles es que una economía centrada en las personas del planeta es posible y que, siempre hacia ese objetivo, la fuerza del mercado “exista para solucionar las problemáticas socio ambientales”.
Sabsay, que desde hace años trabaja desde Mar del Plata con modelos de negocios de triple impacto, remarcó que lo que hace Sistema B es acompañar a las empresas hacia modelos de negocio “donde se incorpore lo social, lo económico y lo ambiental”. “Creemos que los cambios vienen desde el mercado porque las empresas tienen un poder transformador social”, dijo.
La chilena Carolina Urrutia dejó su experiencia con Freemet, una empresa de la que es cofundadora y que apunta a evitar la contaminación del mar con las aguas grises derivadas del uso domiciliario, así también con microplásticos. “Nos enfocamos en economía circular que beneficia al medioambiente y los consumidores”, explicó la profesional en su participación. Así fue, por ejemplo, que los envases que utilizan en su firma son 100% hechos con material reciclado del mar. Por eso insiste que en este recorrido “hay que empezar por casa”.
Con sonrisas y un castellano cada vez más ágil, Laurençon dejó un mensaje positivo con la experiencia de la empresa que instalaron en Balcarce, que combina biodegradación y bioconversión. “Es una bioinnovación que renueva lo que hace la naturaleza”, destacó sobre una labor que implica rescatar desperdicios, en especial de McCain, una procesadora de papas en esa ciudad. Se los utiliza como alimento para larvas, que en ese proceso liberan una materia fértil. “No se agrega ningún químico”, precisó sobre un material final que vuelve a la tierra como fertilizante. “Y se lo vendemos a McCain”, dijo sobre lo que consideró un claro caso de economía circular.
El encuentro tuvo además espacios abiertos a participación y debate con temas referidos a desplastificación y reciclaje, futuros posibles por nuevas economías, grupos de aprendizaje colectivo y negocios regenerativos.
Nicolás Lusardi, de Cook Master, una empresa B que desarrolla soluciones de alimentación enfocadas en comunidades vulnerables, brindó sobre el cierre de la jornada una exposición en la que rescató otro valor fundamental para el cambio que se persigue. “Hay un motor necesario en las organizaciones que es la conversación y es irreemplazable”, apuntó sobre cree que también es mecanismo para construir “mejores empresas”.