Negocios con estilo. Las barberías cambian de look
Los salones masculinos que se popularizaron en los últimos años apuestan a una renovación del negocio, sumando servicios como esmaltes de uñas, tragos y DJ en vivo
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Desde hands cleaning hasta tatuajes, pasando por masajes y tratamientos faciales. Al igual que en un balayage, las propuestas se entremezclan de forma armónica en un nuevo formato de barbería.
La premisa sobre la que se edificaron los primeros salones era súper clara: crear un punto de encuentro y de pertenencia para hombres. A partir de este concepto, se apalancó una moda que llega aún a estos días, aunque lejos de estancarse, cadenas y locales barriales la tiñen con diferentes matices que le dan un toque cool.
Se trata de experiencias 360°. El corte de cabello o de barba puede ser seguido de una sesión de belleza de manos, así como también del diseño de una manga en el brazo o de frases y dibujos delicados en la muñeca o en el cuello.
Las barberías combinadas con cervecerías, que en la prepandemia se ubicaron en primera plana, le metieron un plus a sus menús de ofertas. Los emprendedores -y algunos ya incluso empresarios- extendieron el negocio a fin de responder a cada necesidad en particular. Inspiradas en tradicionales modelos europeos y norteamericanos, o diseñadas a partir de estilos más contemporáneos, todos apuntan a renovar un oficio que tiene sus raíces en la antigüedad.
Una de las apostó por romper los moldes fue Salvaje Men’s Club, que nació en el 2021 como un spin off de la marca de indumentaria Salvaje City. “Habíamos generado una comunidad y a partir de ella detectamos que había una necesidad en el mercado: no había ningún store de uñas para hombres en el país”, explicó Franco Pagliotto, director general de la firma. Y precisó: “Analizamos diferentes opciones y su posible sostenibilidad, por lo que nos inclinamos por esta fusión, que hoy tiene una excelente aceptación”.
Ubicada en el corazón de Palermo Hollywood, se destaca por una decoración minimalista que tiene como base los colores blanco y negro, y se complementa con alguna planta de interior, música house o electrónica y café o gin tonic, según el momento del día. Entre sus servicios, resaltan la reconstrucción y el esmaltado de uñas, el perfilado de cejas con hilo y los tratamientos capilares.
De la moda al cross selling
Para Leonel López Moccia, fundador del Instituto Argentino de Barbería, este sector atravesó diferentes cambios desde el 2016, cuando se puso de moda en Buenos Aires. “En ese entonces, la ciudad de Nueva York estaba minada de salones auténticamente masculinos, con barra de cerveza, transmisión de partidos de fútbol y servicios adicionales. Por caso, junto a los mismos sillones utilizados para el corte de pelo había tarimas para el lustrado de zapatos”, describió.
A partir de esta idea y bajo la línea del estilo norteamericano, abrió su propia barbería, a pocas cuadras de Plaza Italia: The Barbers. Rápidamente, cortó las cintas a otras dos sucursales y creó el centro de formación -que hoy ya cuenta con siete sedes-, a efectos de capacitar a los barberos en cortes urbanos de moda. “Con el transcurso del tiempo, también cambió la formación. El barbero tuvo que aprender sobre colorimetría y trabajos de estética, como la aplicación de mascarillas para quitar puntos negros”, explicó Leonel. Y precisó que esto apalancó el crecimiento de un mercado paralelo: el de cosméticos y de máquinas para barberos.
En el segmento, una de las líneas que resalta es Sir Fausto, creada en la Argentina por el español Miguel Guillamon al cierre de 2016. Desde entonces, la firma asegura que duplicó la cantidad de líneas de productos y que hoy llega a alrededor del 70-80% de las barberías del país. “Los clásicos, vinculados al styling, y al cuidado y la higiene de barba fueron rápidamente aceptados en el mercado. Luego desarrollamos una línea antiage, antipolución y d-tox, denominada Pure, vinculada a hair y skin care, que está exhibiendo un crecimiento exponencial”, explica Miguel.
La propuesta de Sir Fausto se complementa con cuatro barberías en Buenos Aires; una marca de indumentaria, y una alternativa de fito coctelería. “Generamos un ecosistema que se conecta de una multiplicidad de maneras diferentes: los clientes pueden ingresar por el servicio, por las prendas, por los cosméticos o por el gin”, remarca el titular de la firma.
Para Miguel, el primer punto de quiebre fue cuando los hombres empezaron a seleccionar los salones destinados a sus cuidados: “En las peluquerías unisex se daba una situación incómoda, dado que la mujer y el hombre no están bonitos cuando se exponen a procesos técnicos o químicos, como decoloración y tinturas”. Ahora, en tanto, considera que la pandemia modificó ciertos paradigmas: “Es necesario brindar una experiencia que incluya el layout y el asesoramiento. Estamos queriendo volver a la prepandemia, pero el consumidor cambió”.
Este lavado de cara también caló entre aquellas barberías que se habían diferenciado por la ambientación. Es que, en la prepandemia, muchas se inclinaron por una decoración que propone una viaje de época y transporta a los clientes a los clásicos salones, típicos de la ciudad de Londres en 1920. Desde la vereda, son inconfundibles: suelos de madera o en damero -blancos y negros-; paredes revestidas de ladrillo, con fotografías antiguas y cuadros en tonos oscuros; y una luz tenue, todo en composé con el mobiliario y los sillones de metal.
Ubicada en una de las antiguas calles empedradas de San Isidro, por caso, se encuentra Billy Gun’s. La misma fue fundada por Hernán Diacovetzky cuatro años atrás, con una carta que incluía las cervezas de la cadena El Galpón de Tacuara, aunque en plena pandemia la propuesta se aggiornó. “Las personas nunca nos vieron como una cervecería, sino como un lugar en el que podían cortarse el pelo y les compartíamos una cerveza de cortesía. Para que quisieran consumir un segundo trago, entendimos que debíamos incorporar alguna alternativa de comida, y este ya era otro modelo de negocio para el que no estábamos preparados”, explica Hernán.
En ese marco, Billy Gun’s sumó a sus servicios los tatuajes y los piercing, algo que “iba de la mano de la onda de la barbería”. Y más recientemente, añadió alternativas de cosmetología y de masajes descontracturantes. El recomendado de la casa: el Ritual Billy Gun’s. Este incluye el corte de cabello y de barba, y una sesión en una camilla de piedras de jade junto a la aplicación de una máscara facial, con rock y blues de fondo.
The Peaky Blinders fue otra de las que siguió esta línea, de la mano de Guillermo Albella. En el 2019 junto a dos amigos, abrió las puertas de este negocio creando un espejo de la serie de televisión homónima, basada en una pandilla de gángsters en la Gran Bretaña de posguerra. El lugar no fue al azar: la construcción data de la década de 1910 y fue declarada Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires. Se encuentra en una zona residencial del barrio porteño de Devoto, en una calle arbolada, de empedrado y cortada por las vías del ferrocarril de la Línea San Martín.
“Los tres éramos fanáticos de la serie. Además, los peinados de aquella época eran muy similares a los de ahora, de tipo undercut, con el cabello largo en la parte superior y rapado a los costados, aunque menos practicados y definidos”, señala Guillermo. A su vez, destaca que muchas personas se acercan a la barbería específicamente a tomarse fotos. A tono con un público que define como “clásico”, el diferencial fue por otro lado: un viernes por mes, un DJ pasa música electrónica en vivo, a la vez que extienden el horario y lo promocionan mediante las redes sociales.
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