El mejor jugador de la historia del básquet argentino también demuestra su talento a la hora de tomar decisiones empresarias; la apuesta por el universo fintech, las criptomonedas y las nuevas tecnologías, y una mirada optimista sobre el potencial de los emprendedores locales
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“Donde lo mires, en la Argentina hay talento. Falta encauzarlo”, dice Manu Ginóbili, el mejor jugador de básquet de la historia del país que hoy, alejado de las canchas, explora su perfil inversor y emprendedor. Entre sus principales curiosidades aparecen la tecnología, el futuro del mundo cripto, los videojuegos y el desarrollo de plataformas digitales, aunque se reconoce en “modo aprendiz” para sumar herramientas y conocimientos en cada uno de los rubros en los cuales elige involucrarse. Lecturas, podcasts, charlas con expertos y el armado de un entorno con personas experimentadas en cada rubro son algunas de las claves de quien, a los 44 años, busca nuevos desafíos más allá del básquet.
Retirado de la NBA el 27 de agosto de 2018, Ginóbili eligió San Antonio, Texas, como su lugar en el mundo. Lejos de las exigencias del deporte profesional, elige como prioridad pasar tiempo con su familia, disfrutar del ocio y viajar. También lo hace en los dos meses en los que elige volver a la Argentina, para visitar su Bahía Blanca natal y compartir los veranos con su gente cercana, algo que el calendario del básquet le privó durante más de dos décadas.
“Tengo claro que somos una usina de talento extraordinaria. Si ves un emprendedor argentino que, dadas las cantidades de crisis enormes que tuvimos, tiene cintura para superarlas, y superó cuatro o cinco, al tipo lo querés”, dice el exjugador de San Antonio Spurs, campeón cuatro veces en la NBA y doble medallista olímpico con la selección argentina (oro en Atenas 2004, bronce en Pekín 2008). “Estamos acostumbrados a las crisis. Si una empresa puede tener éxito acá, tiene una ventaja frente a otras que lo hacen en países donde todo es más previsible. Nuestra historia y nuestro día a día nos dan una versatilidad que es muy importante en el mundo de los negocios, y hay mucho material”, agrega.
Desde esa perspectiva, el bahiense ya concretó apuestas por firmas locales. Además de Ualá, la fintech fundada por Pierpaolo Barbieri que este año se convirtió en unicornio con una valuación de US$2450 millones, Ginóbili es mentor en Newtopia VC, un fondo de inversión que maneja US$50 millones y está liderado por Patricio Jutard, Mariano Mayer (exsecretario de Emprendedores y Pymes en la gestión de Mauricio Macri), Jorge Aguado, Juan Pablo Lafosse (fundador y CEO de Almundo) y Sacha Spitz (director del programa de incubación en la Universidad de San Andrés). En este último rol, participa como asesor y mentor, acompañando las presentaciones de casos o startups que presentan su iniciativa ante el fondo para buscar capital que permita consolidar su desarrollo.
“Trato de escuchar y participar de toda charla posible para aprender. Puedo dar mi opinión como consumidor, porque para el resto tengo cero experiencia, y si los pitches me los hicieran directo a mí, les diría a todos que sí. Necesito comprender el entorno, qué preguntas hacer, qué se prioriza. Estoy como un nene en el universo de Disney y me encanta”, dice Ginóbili, que intenta participar de todas las reuniones de los participantes del fondo, pautadas para cada jueves.
“Siempre me interesó el mundo de las nuevas tecnologías y el software. Es algo que todos nosotros consumimos, pero no sabemos cómo se forma. Me gusta contactar gente, informarme, tratar de aprender, leer. De a poco quería involucrarme con el ambiente desde sus orígenes, y este fondo es una especie de máster”, dice el exjugador que usó la camiseta 20 en San Antonio y el número 5 en la selección argentina.
“Estar con gente que lo logró y sabe sirve para aprender de ecosistemas tecnológicos es muy valioso. Colaborar con eso lo vi como una decisión que no me generó dudas. Estoy invirtiendo en algo que me puede generar un buen retorno y además estoy aprendiendo”, completa Ginóbili, quien viajó a Córdoba y recorrió la planta de Renault, marca de la que es embajador. “En el 80, mi papá compró una rural 12 break roja, y era la movilidad de todo mi equipo de básquet, del 80 al 92. Me significa mucho, fueron años de ir de cancha en cancha tirados en el auto con todos mis compañeros”, recuerda.
Pero su carpeta de activos no se limita a las mencionadas. El bahiense también invirtió en Pachama, una startup fundada por el tucumano Diego Sáez-Gil que combina machine learning con imágenes satelitales para cuantificar el impacto en el ambiente y facilita a las empresas comprar créditos de carbono para compensar ese efecto; en la startup Properix (Consorcio Abierto), y en una dark kitchen colombiana.
“Manu es alguien que ha mostrado que Argentina tiene el talento y la garra para llegar a lo más alto del mundo en un deporte que tradicionalmente no era el de nuestro país. Es un ejemplo de talento, de superación y liderazgo argentino. Me enorgullece tenerlo de amigo, mentor y además inversor en este sueño que es Ualá”, dijo a LA NACION Pierpaolo Barbieri, cofundador de la fintech, sobre su vinculación con el exbasquetbolista y su rol como inversor en la firma.
País con potencial
A la hora de alimentar su curiosidad, Ginóbili cuenta que escucha podcasts y lee artículos online, aunque su principal insumo es el mundo online. “Hoy por hoy cliqueás un botón en Twitter, googleaste una firma o viste una valuación y Google te manda. Los algoritmos son cada vez mejores y te terminan alimentando. Y me rodeo de un montón de gente que me comparte un link, una lectura. Consumo mucho podcast en Estados Unidos y vas conociendo nuevas áreas que ni conocías. Son un montón de streams informáticos que son ilimitados y a veces tenés que decir ‘No llego’”, dice.
Según Ginóbili, el dato de la cantidad de unicornios que nacieron en la Argentina da la pauta del potencial que presenta el país. “No sé si hay muchos por millón de habitantes adelante nuestro. En Latinoamérica y Europa, probablemente no. Talento hay. Creo que nacemos con esa cintura de esquivar balas y buscar plan B, C o D, y siempre adaptándose al pasado, a las nuevas medidas, a un nuevo gobierno, a la nueva crisis”, dice.
“No sé bien a qué se debe, pero no es una impresión, se ven los resultados. Y yo, siendo argentino, tengo la camiseta puesta y quiero ayudar a este ecosistema para que siga generando, porque la salida es con la tecnología. No podés seguir apostando a la materia prima nada más. Hay que apostar a la ciencia y la tecnología”, completa.
Por otro parte, el exjugador de la NBA reconoció que también busca interiorizarse en el mundo de las criptomonedas. A diferencia de otros compañeros de la Generación Dorada como Luis Scola, quien a través de su empresa StadioPlus se alió con la plataforma de blockchain Chromia para consolidar su apuesta por el negocio de los NFT (not fungible token), Ginóbili elige un enfoque exploratorio. “El tema criptos, NFT y la web 3.0 me apasiona. Trato de aprender más del tema y entender qué está pasando. No es fácil, pero también tengo allegados a los que le puedo preguntar y me ayudan, está muy bueno. Tengo pocas dudas de que es por ahí, y de a poquito voy poniendo más exposición de mi capital en ese mundo”, cuenta.
Asociado a ese universo, también llama su atención el universo de los videojuegos, tanto por el desarrollo de plataformas como la aparición de nuevos negocios y espacios de consumo de contenidos. “Ese mundo relacionado al NFT se viene con todo, y me parece fascinante. Se vienen muchos cambios en ese aspecto. No me interesa particularmente los esports como jugador en sí, pero sí todas las tecnologías que se vienen alrededor. No es porque yo quiera jugar, pero va a ser algo masivo, es inevitable que mis hijos jueguen y quiero saber de qué se trata. Hoy es una salida laboral. En muchos países hay pibitos mejorando avatares y personajes para venderlos y ganan más plata que manejando un taxi, que por ahí era una salida laboral más habitual”, dice el bahiense.
Vidas paralelas
Con la familia y el ocio como prioridades, Ginóbili elige hoy no pensar en dedicarse full time a una tarea o emprendimiento propio. Tampoco al trabajo en San Antonio Spurs: un llamado de Gregg Popovich lo acercó nuevamente al equipo, y decidió asumir un rol part-time, desde donde se involucra en diferentes áreas. “No estaba para un trabajo de entrenador, viajar con el equipo. Lo hice mucho prefiero quedarme en casa, pero sí estar un poco en todos lados. Hoy estoy en el detrás de escena que en la época de jugador no se ve. Voy aprendiendo, escuchando charlas de los entrenadores, con la parte del management y la dirigencia, de qué manera ver jugadores y planificar a cinco u ocho años me genera una enorme curiosidad”, explica.
Con múltiples ideas o iniciativas por encarar, su plan es involucrarse de forma part-time y rodearse de profesionales o expertos que lo asesoren y le permitan formarse en el liderazgo y el mundo de los negocios. “En este momento no estoy capacitado. Estoy conociendo y conectándome con gente con la que sí iría a la guerra. Tengo mucha confianza en su capacidad y honestidad intelectual. Es cuestión de armar un gran equipo. En eso soy bueno, o es en lo que más valor agregado puedo meter, en generar un buen ambiente de trabajo y un buen equipo”, afirma el bahiense.
Desde esa mirada, también se reconoce más maduro para tomar decisiones de negocios e inversiones. “Hoy tengo el ‘No’ más fácil”, cuenta, sobre la cantidad de propuestas comerciales o publicitarias que recibe. Su familia y su agente, Carlos Prunes, son algunos de los filtros que le permiten administrar ese trabajo.
En su época de jugador, el escenario fue distinto, recuerda Ginóbili, quien era mucho más solicitado. “Cuando firmé mi primer contrato grande salió en un diario el número así (enfatiza con las manos para señalar el tamaño), en un momento en el que la Argentina se caía a pedazos. A partir de entonces fue un quilombo atroz en mi vida porque tenía desde pedidos de fundaciones y de gente que se quedaba sin trabajo hasta inversiones inmobiliarias millonarias. Fue mucho, muy de golpe y por ahí lo que tenía que haber hecho era parar la bola, aprender y tomarlo con paciencia. Ahora quiero ser inversor también de las empresas. Me gusta involucrarme y aprender”, recuerda.
Desde esa perspectiva, analiza su incursión en el sector inmobiliario hace algunos años, que incluyó algunas inversiones en Bahía Blanca y en la Patagonia. “Arranqué muy temprano, y todavía no estaba del todo preparado. Uno llega a la NBA y tiene charlas de inversiones, diversificación, un poco real estate, acciones, high risk. Y con los primeros contratos grandes me decía: “Tengo que invertir”. Por ahí me metí en un par de entrada sin tener el conocimiento, simplemente estaba tentado e inquieto. No era por mi futuro sobre en qué iba a destinar mi tiempo sino por generar fondos, interés, un ROI para poder vivir toda mi vida porque no sabía cuántos de esos contratos iba a haber, si iba a tener más de uno o si ese era el único. En lo inmobiliario hice algunas cosas en Bahía, en la región, pero no me atrajo tanto. Tuve casi exclusivamente que confiar en gente más capaz que yo y que tiene experiencia”.
Su relación con el deporte
Concluida una carrera profesional que incluyó 16 temporadas como jugador de la NBA, Ginóbili analiza el escenario del deporte y su vinculación con el mundo de los negocios. En ese sentido, advierte que aún hay espacio para potenciar esa combinación. “Hoy se ayudan, pero no se hacen crecer. Hay mucho por hacer”, dice el bahiense.
En ese punto, advirtió que “el deporte tiene mucho para darle a la empresa” más allá de un patrocinio o un esquema publicitario. “No es solo estar en el diario o que se hable de una marca. Hay mucho para aprender del descanso, del cuidado del cuerpo y demás”, completa.
A la inversa, “el deporte puede aprender mucho de la empresa”. “No se ve en el deporte profesional el nivel de detalle que tiene una empresa, en la precisión o en el tener buenos equipos. Hoy el deporte todo es bastante amateur y no hay tanta atención al negocio del deporte. La marca quiere la exposición que te da un Boca, River o la selección, y el equipo quiere el apoyo que te permite conseguir un jugador”, completa Ginóbili, quien advierte que en ese contexto “el deporte en la Argentina no es redituable”.
En este marco, el exjugador de Andino (La Rioja) y Estudiantes de Bahía Blanca en la Liga Nacional reconoció que invertir en el deporte puede ser una alternativa a futuro. “Hasta ahora nunca surgió una chance concreta, pero lo consideraría. En Estados Unidos cada vez más los deportistas se involucran, más allá de ser dueños o presidentes. Hoy no quiero estar involucrado 100% en nada. No estaría en el management de todos los días, sí como inversor y para aprender, poner mi granito de arena y hacer crecer el equipo o el deporte”, reconoce, y agrega: “Prefiero aprender de un montón de cosas, conectar un montón de gente, viajar por placer. El día que quiera hacerlo para aprender, explorarlo, sí sería la Argentina el lugar, porque sería el más barato para hacer experiencia. Si es a nivel inversión sería NBA, MLS, en el mundo del deporte americano porque es el que año a año genera más ganancias”.
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