Mujeres emprendedoras. Tecnología y triple impacto, las claves para crecer
La tasa de actividad emprendedora –o TEA, sigla en inglés para total early-stage entrepreneurial activity- es un indicador que mide todas las iniciativas emprendedoras de menos de tres años y medio que existen en un mercado. Según el último reporte del Global Entrepreneurship Monitor (en base a datos de 2018), en el escenario pre-pandémico las mujeres representaban en Argentina el 45% de la fuerza emprendedora del país. Además, el diagnóstico de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa indicaba hacia finales de 2019 que "detrás del 36,7 % de las pymes hay una mujer propietaria". Pero vale una aclaración: en tiempos de Covid-19, esas cifras funcionan ahora como una referencia. Según María Cecilia Ribecco, Global Ambassadors Chair en WED (Women’s Entrepreneurship Day), "el contexto actual obliga a volver a construir y medir indicadores que reflejen la realidad de los emprendimientos que, a raíz de la pandemia, se transformaron y se digitalizaron". Es muy posible que las próximas estadísticas eleven notoriamente el porcentaje. La clave para sobrevivir está en dos ejes: tecnología e impacto.
Ribecco sabe mucho de emprendedoras. El cargo que hoy ocupa en WED (una ONG internacional con sede en Nueva York que tiene como misión celebrar, empoderar y dar apoyo a las mujeres emprendedoras), es el resultado de un largo camino en este terreno. Antes fue la primera embajadora argentina del movimiento y durante su gestión se abrieron capítulos locales en Córdoba, Buenos Aires, Mendoza y La Rioja, lo que la convirtió luego en embajadora regional para Sudamérica. Además, integra hoy el Executive Board de ASEA (Asociación de Emprendedores de Argentina) y es co-fundadora y presidenta de la asociación civil CRIAR (Comunidad de Mujeres Emprendedoras). Allí desarrolló el primer Programa de Formación para Mujeres Emprendedoras de Argentina con visión de género y acceso gratuito, distinguido por el Banco Mundial en 2014. Desde el año pasado, Ribecco trabaja mancomunadamente junto a la Asociación de Emprendedores de Argentina para lograr que el Día de la Mujer Emprendedora, que se celebra el 19 de noviembre en el marco de la Semana Global del Emprendedor, se convierta en ley en la Argentina (tiene media sanción de Diputados).
El encuentro representa una oportunidad para el networking, al convocar a los referentes del ecosistema emprendedor de cada ciudad para generar espacios de diálogo e interacción –este año, virtuales- entre los diferentes niveles de gobierno, sector privado y tercer sector.
El trabajo de WED en Latinoamérica busca este año brindar herramientas para que las emprendedoras locales puedan consolidar sus negocios online, además de promover los proyectos de triple impacto. Ribecco explica que "las mujeres de Buenos Aires son muy diferentes a las de Córdoba o a las de Mendoza. Si bien los ejes son los mismos, las conversaciones cambian y el ritmo también".
Andrea Nallim Ponte es embajadora WED en Mendoza. Junto a su hermano Farid fundó hace una década Reciclarg Recycling Technology, empresa dedicada al reciclaje de residuos electrónicos y a la concientización respecto del impacto negativo que generan en el ambiente. En la planta de Reciclarg se transforman estos residuos en productos nuevos, y también se los emplea como materia prima para la confección de objetos de diseño sustentable que se venden generalmente como regalos empresariales.
Nallim Ponte cuenta que practican la economía circular desde antes de que supieran que se llamaba así: "Aprendimos mucho en estos años y es un gran avance que ya no se hable de basura sino de recursos. Nos interesa concientizar sobre esta problemática global y enseñar que los residuos electrónicos con contaminantes". Las cifras son contundentes: según el informe de Naciones Unidas, en 2019 se generaron casi 53,6 millones de toneladas de residuo electrónico en el mundo, una cifra que va en aumento año a año. Menos del 20% de ese total fue reciclado.
"La economía circular permite ahorro de recursos, optimización de materiales, mejoras en la logística y resiliencia. Por eso Reciclarg funciona también como asesor en estos temas para el sector público y privado", dice. "Nos interesa ser actores en las ciudades circulares a partir de nuestra experiencia; generar sinergia y simbiosis industrial en lo que hacemos".
Autonomía económica
Además de la falta de capacidades para el manejo de herramientas digitales, otra de las problemáticas que enfrentan las mujeres emprendedoras en nuestro país es la falta de acceso al capital semilla como recurso para desarrollar sus negocios sin tener que acudir a fuentes cercanas de capital (como familiares o amigos). Algunas mujeres ni siquiera están bancarizadas. Para María Cecilia (WED), "la simplificación del sistema tributario para los emprendimientos liderados por mujeres y la premiación impositiva para los equipos que sean inclusivos y diversos son temas que deberían alentar los gobiernos en sus diferentes niveles; es una deuda que tenemos como país".
En ese sentido, la experiencia de Lorenza Núñez es ejemplificadora. Hace cinco años, se unió a Rocío González para formar Papastudio, un estudio enfocado en acompañar nuevos emprendimientos en diseño y estrategia, con foco en triple impacto (social, ambiental y económico). Ambas venían de liderar sus propias marcas, Totebag y Greca, que se transformaron entonces en una nueva, PAPA, y en una fábrica ubicada en Tigre, Daravi. Desde allí transforman materia prima de descarte en objetos de diseño, empleando a una red de mujeres en situación de vulnerabilidad que trabajan –ahora más que nunca- desde sus casas y que reciben capacitación y un ingreso al mercado formal de trabajo.
"Las mujeres que empleamos están habituadas a trabajar por hora y son generalmente la tercera generación dentro de sus familias, abuelas jóvenes de 40 y pico de años que cuidan nietos en su casa. Ninguna de ellas tiene una capacitación o herramientas sólidas para entrar al mercado laboral formal. Tampoco están habituadas a cumplir un horario. Desde acá buscamos generar en ellas una cultura del trabajo y que logren su independencia económica para que puedan tomar decisiones". Este modelo flexible le permitió a Daravi seguir funcionando a pesar de la pandemia. "Lo que cambió mayormente fue la cadena de pagos a nuestras trabajadoras, que pasaron de cobrar cada 15 días a recibir el dinero por su trabajo contra entrega, para evitar exponerlas a mayor contacto".
La cultura del trabajo que intentan inculcar en esta red de mujeres involucra su formalización y bancarización como trabajadoras, puesto que a menudo estas mujeres piden que sus honorarios se depositen "en la cuenta bancaria de sus maridos". El año pasado, 42 mujeres formaron parte de la red que genera Daravi. "La idea del modelo es que pueda replicarse en otros lugares, porque nuestro objetivo es generar trabajo", completa Nuñez.
PAPA cuenta con 70 grandes clientes y produce más de 50.000 unidades por año. Trabaja a través de convenios con marcas y fábricas que les proveen sobrantes de producción y desperdicios textiles, por ejemplo, a precio de basura de descarte. "Las empresas que nos compran valoran este trasfondo social que hay por detrás de lo que hacemos. BID, Zurich, Facebook, Instagram, Mercado Libre, Coca-Cola o Swiss Medical, entre otros, no sólo son nuestros clientes sino que quieren contar la historia de nuestra marca".
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