Metaverso, vehículos autónomos y salud. Los nuevos nichos de las big tech
Los cinco gigantes tecnológicos, Alphabet, Amazon, Apple, Meta y Microsoft, avanzan sobre una amplia variedad de negocios apalancados en su gran capacidad de innovación y una billetera sin límites
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Cuando los jefes corporativos quieren impresionar a los inversores crecientemente recurren a la palabra innovación. Las menciones de la “innovación” en las llamadas por ganancias de las firmas del índice S&P 500 casi han aumentado al doble en la última década. Y ningún otro sector habla de ello tanto como las compañías tecnológicas. Para Hewlett Packard, un fabricante de impresoras y PC, en algunos momentos la innovación se ha vuelto lo que la ubicación es para los agentes inmobiliarios y la educación para Tony Blair: tan importante que debe repetirse tres veces sucesivamente.
¿Insisten demasiado? A lo largo de esa década algunos críticos sostuvieron que el sector de tecnología no estaba produciendo tanta innovación como debiera. Cuando Tim Cook, el CEO de Apple, dijo que 2020 fue “el principal año de innovación de su historia” gracias al lanzamiento del nuevo iPhone, Mac y otros dispositivos y servicios, era posible sentir que les estaba dando la razón a los críticos. Lo que los productos podían hacer y la facilidad con la que las hacían representaba un logro llamativo. Sí, el poder de procesamiento no dejaba de crecer y el software hacía cada vez más. ¿Pero dónde estaban los autos voladores, los robots humanoides y los cascos que permitirían conectar las mentes?
En 2020 un informe de un subcomité antimonopólico del Congreso de Estados Unidos sostuvo que el dominio de las grandes compañías tecnológicas había “debilitado materialmente la innovación”. Los gigantes, decían, obtienen grandes beneficios del efecto de red que hace que tener la mayor cantidad de usuarios sea la mejor manera de conseguir nuevos usuarios; aumentan su protección adquiriendo preventivamente rivales potenciales. Terminar con tales “adquisiciones asesinas” era uno de los objetivos de la orden ejecutiva del presidente Joe Biden del año pasado relativa a incrementar la competencia.
Un argumento en contra de esto es que la competencia en el sector tecnológico está lejos de haber muerto. Es difícil encontrar algún sector de la industria donde dos o más de las “cinco grandes” -Alphabet, Amazon, Apple, Meta y Microsoft- no se estén enfrentando. Otro argumento es que en lo que se refiere a innovación tecnológica, la competencia no necesariamente es lo que más importa.
Nuevas bases
Cuando las dos bases fundacionales de la era informática, el transistor y la teoría de la información de Claude Shannon, surgieron de los laboratorios Bell a mediados del siglo XX, no se debió a que la empresa dueña del laboratorio, AT&T, enfrentara a muchos competidores. Se debió a que quería hacer y ser dueña del futuro. Rob Atkinson, jefe de la fundación de tecnología e innovación informática, un centro de estudios, sostiene que hoy sucede algo similar: las cinco grandes son “oligopolios que usan su poder de mercado para apoderarse de la siguiente gran cosa”.
Habiendo vivido ellas mismas un crecimiento exponencial, todas son conscientes de que perderse el próximo cambio transformador podría llevar a su eliminación del juego de determinar el futuro. Para tener una idea de sus estrategias The Economist ha analizado una cantidad de datos sobre las actividades de las cinco grandes, incluyendo en que se concentra la tecnología de las compañías que han adquirido recientemente y de aquellas en las que tienen participación minoritaria, los perfiles de sus empleados en LinkedIn y sus publicaciones y patentes. Este trabajo da una idea de hacia dónde se dirige este fenomenal impulso de inversión.
No está en duda que las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos están gastando unas cantidades realmente vastas en investigación y desarrollo. En 2020 el gasto público y privado de Estados Unidos en investigación y desarrollo sumó US$713.000 millones. En 2021 las cinco grandes desembolsaron US$149.000 millones, equivalente a aproximadamente un cuarto de ese total (aunque algo de ese dinero no se gasta en Estados Unidos). Esa es una suma significativamente más elevada que el mayor presupuesto de investigación y desarrollo de un sector público, el del Pentágono.
Mucho de ese gasto es en desarrollo de productos y es cierto que el régimen impositivo alienta a que sí es posible lo que se gasta se anote como investigación y desarrollo, lo que puede distorsionar las cosas. Pero eso difícilmente puede explicar el incremento del 34% desde 2019: el régimen impositivo no se ha modificado en ese período.
El gasto de capital -que va mayormente a centros de datos, pero en el caso de Amazon también va a centros de logística- también ha crecido, llegando a US$131.000 millones al año. En los últimos 12 meses el porcentaje de flujo de dinero de las cinco grandes de operaciones invertidas en investigación y desarrollo y gastos de capital fue del 53%. La media de toda la firmas del S&P 500 es un 32 por ciento.
Un motivo que explica el inmenso gasto es que se trata de compañías inmensas. Los ingresos de las cinco grandes, que tienen un valor de mercado combinado de más de 9 billones de dólares se casi triplicaron entre 2015 y 2020. Aunque cuando se expresa como una proporción de las ventas el crecimiento de la inversión se ve más modesto, sigue siendo real. El gasto en investigación y desarrollo creció en un tercio en el mismo período, pasando del 9% de las ventas al 12%, y el gasto de capital creció en más de un cuarto, subiendo dos puntos porcentuales a alrededor de 9% de las ventas.
Metas específicas
Pero lo crucial es que hay metas específicas que las firmas quieren lograr que requieren mucha investigación y desarrollo. Apple está a la búsqueda del dispositivo que se convertirá en el nuevo iPhone, se trate de un auto o de un casco de realidad virtual (RV). Amazon busca empecinadamente mejorar la eficiencia de sus depósitos y su sistema de entrega y expandir la gama de sectores que hacen uso de Amazon Web Services. Para Meta, que ha visto su principal oferta, Facebook, abandonada por la gente más joven, algo nuevo puede ser la única manera de asegurar su supervivencia: el reciente cambio de su nombre no valdrá de nada si no cuenta con la nueva tecnología que le de respaldo.
Investigadores de las cinco grandes han publicado más de 16.000 trabajos científicos en los cinco años hasta 2019 y sus temas dan una visión de lo que sucede. Se está mejorando las actividades centrales de las firmas -un trabajo reciente de Amazon analiza maneras de “evitar las duplicaciones en las búsquedas”- y se exploran algunas posibilidades esotéricas: un trabajo de un equipo con miembros de Google Research ofrece una visión de “una muestra quirúrgica humana del lóbulo temporal de la corteza cerebral”. Pero las diferentes políticas de publicación de las distintas compañías hacen difícil cuantificar los datos.
Alphabet es generosa en lo que se refiere a publicaciones, buscando traer investigadores que no ingresarían a una compañía que les requiriera mantener ocultos sus estudios. Como resultado de ello Alphabet da una buena imagen en cuanto al número de publicaciones: es la cuarta corporación en la actual edición del índice de Nature, que mide el impacto de los estudios académicos en las ciencias (Roche, un laboratorio suizo, encabeza la lista). Apple es mucho más estricta respecto de las publicaciones. Pero eso no quiere decir que sea menos innovadora.
Distintos analistas consideran que entre 5% y un 20% del gasto masivo de las gigantes tecnológicas en investigación y desarrollo va a lo que en este artículo llamamos “tecnologías de frontera”: el metaverso, vehículos autónomos, salud, espacial, robótica, fintech, cripto y computación cuántica. (La inteligencia artificial ahora es tan ubicua que no la contamos como una frontera en sí misma).
En los últimos tres años las cinco grandes han adquirido alrededor de 110 compañías, según datos de PitchBook, un grupo de estudios (estos datos no incluyen la adquisición por US$69.000 millones de Activision Blizzard por Microsoft anunciada hace unas semanas). Hay un límite a lo que éstos datos pueden revelar. En la mayoría de los casos no se hizo público el tamaño del negocio y muchas adquisiciones más pequeñas se anotan como reclutamientos y por tanto no figuran en los datos. Los que creen en las “adquisiciones asesinas” pueden considerar algunos de estos negocios como intentos de impedir la innovación en vez de acelerarla. Pero aunque ese fuera el caso, muestran en que están concentradas las compañías.
La valuación total de los 40 negocios de los que se informaron las cifras fue de aproximadamente US$50.000 millones más de un cuarto de las firmas adquiridas se especializan en inteligencia artificial o en el procesamiento de grandes cantidades de datos. Quizás un cuarto de ellas estaban desarrollando tecnologías de frontera.
Ranking de inversores
Microsoft es la que más gasta. En abril acordó comprar Nuance Communications, un proveedor de espacio en la nube y software concentrado en la salud, por US$19.700 millones, lo que es la mayor adquisición de la que tengamos datos en los últimos tres años. También ha comprado startups que facilitan servicios en la nube como Mover.io, que ayuda a empresas a pasar datos a la nube, y CloudKnox, una firma de ciberseguridad.
Google, que va a la zaga de Microsoft y Amazon en su oferta en este campo, compró tres startups con base en la nube, incluyendo Actifio. También compró tres firmas de dispositivos vestibles, incluyendo Fitbit, en la que gasto US$2100 millones, reflejando su creciente interés en servicios y productos de salud.
En términos de la concentración en un sólo objetivo, la señal más clara es la persecución por Meta de todo lo que tenga que ver con el metaverso. De las 13 firmas que trabajan en realidad aumentada o realidad virtual que se compraron por un precio informado públicamente, Meta adquirió ocho, incluyendo BgBox VR y Downpour Interactive. Apple compró otras cuatro incluyendo Next VR e Ikinema. Pero su mayor prioridad de acuerdo a esta medida fue la inteligencia artificial. De sus 22 compras desde 2019 más de la mitad han estado relacionadas con startups vinculadas con esta tecnología.
El mapa de las inversiones
Otra ventana que permite atisbar las prioridades de cuatro de las cinco compañías es en qué firmas eligen tener participaciones minoritarias. De las 101 compañías en las que datos de PitchBook muestran inversiones de estas firmas en los últimos tres años, más de un tercio están activas en tecnologías de frontera. La excepción en este caso es Apple, que hace muy pocas inversiones de este tipo, ninguna de las cuales ha sido en áreas de frontera.
En esto también las elecciones son reveladoras. De las cinco empresas en las que se ha invertido que hacen autos, Amazon participa en dos, Aurora y Rivian. Esta última, en la que Amazon controla el 20% del paquete accionario, comenzó a cotizar en bolsa en noviembre y está valuada en US$67.000 millones. A esto se agrega que en 2021, la empresa de Jeff Bezos se alzó con Zoox, que al igual que Aurora se concentra en vehículos autónomos, por US$1300 millones.
Los analistas sospechan que el interés inmediato de Amazon en el sector se explica por la posibilidad de hacer más barato y eficiente su servicio de entregas: ya ha hecho un pedido de 100,000 camionetas a Rivian. La inversión puede ser comparable a la compra por la compañía de Kiva Systems, una firma de robótica, en 2012. La tecnología de Kiva ahora ayuda al buen funcionamiento de los depósitos de Amazon.
Google también invirtió en dos compañías dedicadas a los autos de conducción autónoma: Waymo, una firma originalmente separada de X, unidad interna del gigante tecnológico; y Nuro, una compañía de entregas autónomas.
Apple en 2019 adquirió Drive ia, una startup de vehículos autónomos. Su proyecto Titan apunta a lanzar un vehículo en 2025. Hace unas semanas Microsoft se sumó a la carrera, con una inversión en Wayve, una firma de vehículos autónomos con sede en Londres.
Quantum de empleo
Según Thinknum Alternative Data, una firma de estudios, las gigantes tecnológicas también están buscando contratar en estas áreas. Entre las cinco grandes las ofertas de empleo que mencionan la realidad aumentada o virtual pasaron de 75 en agosto de 2020 a 567 hoy. En este momento Meta y Amazon tienen ofertas de alrededor de 200 de estos empleos, dato llamativo dado que Amazon tiene 20 veces la cantidad de gente que Meta. Se puede ver un aumento similar en ofertas de empleo relacionadas con autos. Algunas contrataciones son de alto perfil. En junio Apple contrató a Ulrich Kranz, ex alto ejecutivo de la unidad de vehículos eléctricos de BMW, para apuntalar el proyecto Titan. También se quedó con dos ejecutivos de Tesla.
También hay un creciente interés por la computación cuántica aunque partiendo de un nivel bajo. En promedio alrededor del 0.5% del personal de firmas de alta tecnología refieren a la cuántica en sus páginas de LinkedIn. Amazon y Alphabet la están mencionando más cuando anuncian vacantes.
En julio pasado Google anunció un gran paso en la supresión de errores cuánticos, un dato vital para que la tecnología sea comercializada. Kevin Scott, jefe de tecnología de Microsoft, ve la inversión en computación cuántica como una necesidad para la compañía. “Si tal máquina [de computación cuántica] fuera a existir en el futuro sería importante que Microsoft tuviera una de ellas”, dice. El temor a quedarse al margen puede dar impulso a proyectos de investigación inmensos.
Nada de esto indica que los oligopolios de Atkinson estén invirtiendo de una manera que maximice la innovación, por no hablar de la ausencia de beneficios económicos o sociales.
Es difícil no creer que el mero tamaño de estas empresas establecidas constituye en alguna medida una barrera a intentos radicales de reinventar el mundo. Pero aunque cada compañía tiene sus intereses particulares, nuestro cuadro de sus prioridades muestra que en muchos sectores realmente hay competencia significativa.
Y aunque sea fácil hablar de innovación, es mucho más difícil volcar inmensas cantidades de dinero y recursos a lograrla. Es mucho mejor que las grandes tecnológicas hagan ese duro trabajo en vez de quedarse sentadas maximizando sus rentas.
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