“Me siento acosada y humillada por mi jefa”
El acoso laboral puede iniciarse por un conflicto y terminar dañando la salud mental de cualquier persona
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El consultorio ya está muy asentado en Villa Freud. Tal es así que el mismo es muy reconocido por vecinos y comercios. El señor Chang, del súper chino, nos provee de vinos más baratos que la competencia. Imposible entenderle cómo logra mejores precios, pero los mismos son bienvenidos. La señora Zulema del vivero “Mi planta naranja lima” de la calle Charcas, nos envía plantas para decorar el recinto. Le pedí especialmente especies que mis competidores de la zona no tuvieran y Zulema envió una orquídea Drácula, flor murciélago y pasiflora. Me aseguró que ningún otro psicólogo tenía algo parecido debido al precio y también a los nombres espantosos de las plantas recibidas.
Para este mes, el consultorio decidió bajar los precios para liquidar a la competencia. Con un psicólogo cada 120 habitantes en Buenos Aires y la mayoría en esta zona, hay que pelear fuerte. Por eso hicimos una oferta para el Hot Sale de 30% off en la primera consulta y la posibilidad de pagar en especies si las mismas son comestibles.
Tocan el timbre y aparece una señora, en sus cuarenta y tantos (no me quiso decir la edad), temblando como una hoja. Sin saludar, o no llegué a escuchar, se fue directo a la chimenea que, debido al frío reinante en la ciudad, prendimos para darle al lugar un toque de amabilidad y familiaridad que muchos pacientes agradecen ya que equilibra la mala vibra de las historias que traen.
Pamela me pidió no ir al diván y hacer la sesión desde la chimenea porque no daba más del frío. Le pedí que me cuente su historia y ni lerda ni perezosa escupió: “Quiero matar a mi jefa”. Por supuesto, le pedí que desarrollara un poco más el tema.
–Doctor, yo no sé si usted vio esa película que en inglés se llama Horrible Bosses y que se tradujo como Quiero matar a mi jefe. En la película hay jefes espantosos, libidinosos, una ninfómana, un estúpido y un inútil. Mi jefa es un espanto, como los de la película. No sé qué hacer. Pero la quiero matar.
–Bueno, cálmese, usted sabe que matar no es una opción. Entiendo la expresión de deseo, pero tal vez lo mejor es que no se vaya a extremos y me cuente ejemplos de lo que le sucede con su jefa.
-Mi jefa se cree influencer, doctor. Se pasea por cuanta conferencia hay para dar charlas, está en congresos, espacios de networking y todo lugar donde pueda mostrarse, hablando de las personas, del ser y el hacer, de las emociones, de la empatía, el propósito, la pasión por hacer para el otro, y mil frases más que suenan bien, pero que en su verdadera cara hacia dentro de su empresa, es todo lo contrario a lo que predica. Yo la llamo influencer esquizoide, porque creo que, en algún punto de su psiquis, creen que lo que dicen es verdad.
Pamela ya hervía de la bronca y se retiró de la chimenea para no seguir recalentándose.
–Su obsesión de ser vista como la inteligente y cálida líder, la lleva a estar mucho más afuera que dentro de la empresa acompañando a su equipo. Y cuando está presente lo maltrata y lo manipula psicológicamente al punto de desgastar hasta la mente más positiva y perseverante. Quita las ganas de todo. Quita el espíritu, y el propósito que alguna vez se tuvo por lo que se hace.
–Está bien, se nota que es una persona especialmente complicada, pero ¿por qué no me da un ejemplo concreto del maltrato que usted recibió?
–En mi caso particular, tuve dos hijos prematuros, uno de ellos de 700 gramos, con el que tuve que pedir licencia y ella me la hizo padecer persiguiéndome como si estuviera de vacaciones, cuando estaba luchando con mi bebé para que sobreviva a semejante lucha. Tres meses de terapia intensiva pasamos y ella pasaba a primera hora de la mañana por neonatología para ver si yo estaba ahí o en mi casa. Las chicas de recepción de la clínica la terminaron ubicando e invitando a retirarse una vez que ya no soportaron ver su comportamiento para con una mama de neo. Después de que nació mi segundo hijo, al reintegrarme, me encontré amenazada con que no podía hablar en las reuniones, no podía defenderme de sus acusaciones de falta de cumplimiento de objetivos. Me dijo que no me quería escuchar, que lo que ella piensa es la verdad y esto no era una charla, era un monólogo. Me dijo que si mis hijos se enfermaban me iba a tener que tomar vacaciones porque no me iba a dar permisos ni para retirarme si me llamaban del jardín.
Lo que Pamela NO debería hacer: Pamela no debería entrar a la oficina de su jefa con sus dos hijos, mirarla a los ojos y decirle “te los dejo un rato mientras termino una reunión”. Pamela no se va a dar cuenta de que sus hijos tienen los pañales sucios y de que su jefa deberá cambiárselos. Por las dudas dejar dos pañales limpios para la ocasión. Al retirarlos, asegurarse de darles las mamaderas y que realicen su provechito para despeinar a la jefa pacata.
Lo que Pamela debería hacer: el mobbing o acoso laboral puede iniciarse por un conflicto, pero, en el caso de Pamela, tomó otros ribetes que nuestra protagonista está sintiendo en carne propia como el acoso y la exclusión. Estas situaciones deben ser visualizadas porque, de lo contrario, el acosador termina creando una situación de terror para su equipo. Sufrir la situación de acoso sin la debida denuncia hace que, como el caso de Pamela, pase por la situación en soledad sin contención de la organización.
Pamela se tomó un respiro y focalizó su mirada en la flor murciélago y me miró con asco. Respiró profundamente y siguió con el final de su historia:
–Mi jefa me aisló en las reuniones de líderes, sentada a un lado y sin hablar. Me humillaba. Ayer, me llamó y me dijo que tenía dos opciones: despido o acuerdo, pero que si no elegía en veinticuatro horas iba a dar malas referencias mías en el mercado y no me iba a dejar la prepaga para mis hijos. Vengo acá para descargarme, pero yo ya sé qué quiero hacer. Definitivamente es una persona perversa y miente, pero con alguien así ya no tengo nada más que hacer en esa organización. No va a ser la primera vez que alguien de su equipo se vaya… pero nunca nadie hizo nada al respecto.
–¿Alguna vez pudo plantear el tema a Recursos Humanos?
–Doctor, mi jefa era la gerente de Recursos Humanos.
Pamela se despidió y cuando me fue a pagar la consulta me dijo: “Doctor, yo sé que hay descuento por la consulta, pero le pago los honorarios enteros así se compra un malvón y cambia esa planta espantosa”.
A veces en la vida nos tocan jefes tan espantosos y acosadores que resulta difícil, sino imposible, confrontar la situación sin tener apoyo de la empresa. En esas raras ocasiones donde el acosador hace y deshace a su gusto, es cuando la puerta de salida es la mejor opción, la más sana para preservar nuestra felicidad y equilibrio mental.
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