Más de US$20.000 millones: el boom de inversión que llegó a América Latina y la Argentina pudo aprovechar
La inversión de capital de riesgo fluyó hacia las startups de la región; el país estuvo entre los más destacados y tiene 11 unicornios
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Cuando tres jóvenes emprendedores decidieron crear un mercado online en Argentina en 1999, sus chances de éxito parecían escasas. Sólo unos pocos tenían acceso a Internet y escaseaba el dinero. “No había firmas de capital de riesgo locales y las internacionales ni siquiera querían mirar a América Latina”, dice Marcos Galperin, uno de los fundadores. En 2001 el trío se encontró con un inversor en Silicon Valley que analizó sus ventas y preguntó si las cifras irán en “millones o miles de millones”. Eran en miles.
Dos décadas más tarde, durante la pandemia, su negocio online, Mercado Libre, se convirtió en la compañía de más alta valuación en América latina, superando a Petrobras, la firma petrolera estatal brasileña, y Vale, un gigante minero. Aunque ahora su valuación ha quedado por detrás de ambas empresas, Mercado Libre sigue siendo la historia de éxito de una startup en la región, valuada en US$59.000 millones. Era grande antes del Covid 19, pero al quedarse la gente en casa eso le dio un impulso: en algunos países los nuevos pedidos más que se duplicaron entre 2019 y 2020.
Es parte de una tendencia más amplia. Según CB Insights, una proveedora de datos, más de US$20.000 millones de capital de riesgo fueron a 952 negocios en América latina en 2021, casi cuatro veces la cantidad de 2019. La región parte de una base baja pero avanza rápidamente: la inversión desde 2015 se ha multiplicado por más de 10, más que Asia, Europa o Estados Unidos. Ahora tiene 27 unicornios -- startup privadas valuadas en más de US$1000 millones- comparado con cuatro en 2018.
Los últimos dos años han sido muy malos en América latina. Según el medidor de muertes en exceso de The Economist ha perdido una proporción mayor de gente por el covid que cualquier otra región. Largas cuarentenas han perjudicado sus economías. Pero la pandemia también ha creado oportunidades. El sacudón se ha acelerado. Es probable que emerjan más startup si los gobiernos se lo permiten.
Parte del boom refleja un auge de startup dedicadas a la inversión en startup. A nivel mundial las inversiones de riesgo han alcanzado los US$621.000 millones en 2021, un record. Pero algunos inversores son particularmente optimistas respecto del potencial de América latina. La capitalización de mercado total de firmas tecnológicas como proporción del PBI sigue estando por debajo del 4%, comparado con el 14% en la India y 30% en China. El Banco de Desarrollo Interamericano (BID) calcula que el valor del sector tecnológico en la región creció de US$7000 millones en 2010 a US$221.000 millones en 2020.
La mayor parte de la innovación hasta ahora ha sido en fintech. El sector bancario latinoamericano es el más rentable del mundo, con una ganancia estimada sobre el capital del 13-15%, mucho más elevado que la mayoría de las regiones desarrolladas. Los altos márgenes no son resultado de la eficiencia. Los gastos operativos, en relación a los activos, son más elevados que en otras partes del mundo. También lo son las tasas de interés. La diferencia (o spread) entre las tasas que los bancos pagan a los depositantes y las que cobran a quienes toman créditos era del 7% comparado con una norma global del 5% en 2018 (los datos más recientes que posee el Banco Mundial). Aunque varios factores contribuyen a esto, los críticos culpan a la falta de competencia.
En Brasil cinco bancos controlan más del 80% del mercado. Reglas arcaicas en algunos países, tales como insistir en que la gente aparezca en persona para hacer cambios en sus cuentas, resultan en que muchos los evitan por completo. En México, donde hay 13 sucursales de banco por cada 100.000 personas, comparado con 30 en Estados Unidos, la mitad de la población no está bancarizada. La demanda no cubierta del crédito para empresas pequeñas y medianas es de más de US$650.000 millones en Brasil y de US$160.000 millones en México.
La fintech más exitosa es Nubank, una startup brasileña que en diciembre comenzó a cotizar en la bolsa de New York. Con casi 50 millones de usuarios, se ha convertido en el mayor banco digital del mundo, valuado en más de US$40.000 millones. Otras se están poniendo a la par. Credijusto, un prestamista mexicano, ha otorgado alrededor de US$600 millones a empresas desde 2015 y recientemente compró un banco convencional para expandir su capacidad de crédito.
Otra startup mexicana, Konfio, se convirtió en un unicornio en septiembre. Utiliza algoritmos de evaluación de riesgo crediticio basado en big data para dar a pequeñas empresas créditos más baratos que los bancos comunes. Pierpaolo Barbieri, fundador de Ualá, una fintech argentina valuada en US$2500 millones, sostiene que dos tercios de sus clientes no tenían antecedentes crediticios cuando descargaron su app.
América Latina recibió el 40% de los fondos de riesgo que fueron a fintech en 2020. Ayuda el hecho de que en varios países el dinero de estímulo por el covid 19 se entregó por vía digital. Esto significó que lo que se estima fueron 40 millones de personas no bancarizadas solicitaron cuentas tradicionales y digitales en Brasil, Colombia y la Argentina.
Otros sectores, tales como los de salud, educación e infraestructura, también están maduros para sufrir una conmoción. La mayoría de estos sectores son dominados por unas pocas firmas que actúan como “clubes”, dice Cristóbal Undurraga, que en un tiempo dirigió InnovaChile, una aceleradora con respaldo estatal. Por ejemplo alrededor de un tercio de los latinoamericanos no tienen seguro, en gran medida porque las primas son muy elevadas. “El sector de seguros está donde el de las fintech estaba hace varios años”, dice Ana Cristina Gadala-María de QED, una firma de capital de riesgo estadounidense.
La innovación está comenzando a darse en todo tipo de áreas. NotCo, un unicornio chileno que produce alimentos basados en plantas, ha desarrollado un algoritmo que identifica frutas y vegetales con composición molecular más similar a productos basados en animales. Durante la pandemia muchos millennials fueron a vivir con sus padres y los hicieron abandonar la carne a la que estaban acostumbrados, piensa Matías Muchnick, su CEO. Jeff Bezos, el fundador de Amazon, ha invertido en la empresa siendo su primer emprendimiento en Sudamérica.
La locura por las startup tiene su centro de acción en la Argentina, Brasil y México, pero algunas economías pequeñas también han visto acción. Uruguay se ha convertido en uno de los mayores exportadores mundiales de software per cápita. El BDI cree que Perú y Guatemala también tienen mucho potencial.
Sigue habiendo barreras. Hay escasez de mano de obra calificada. Las universidades latinoamericanas capacitan a alrededor de 40.000 expertos en software al año. Esto es mucho menos de los 100.000 que general Atlantic, una firma de capital privado estadounidense, estima que necesita el sector tecnológico normalmente. La provisión de Internet es cara y no muy buena. Argentina, con una población de 45 millones tiene sólo 30.000 m² de espacio de centros de datos en operación, lo mismo que Austin, Texas, que tiene sólo 2 millones de habitantes.
La incertidumbre política no ayuda. Chile, que tiene una de las cifras más altas de startup per cápita en la región, recientemente eligió como Presidente a Gabriel Boric, un joven de 35 años con vínculos con el Partido Comunista. Muchos izquierdistas también están involucrados en la redacción de una nueva constitución chilena. Cristóbal Silva, el cofundador de Fen Ventures, un fondo de capital de riesgo que invierte en empresas en etapas iniciales, cree que se podría volver más complicado invertir allí.
Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, le ha hecho la vida difícil a muchas firmas privadas. Es improbable que sean inmunes los inversores digitales. El presidente parece un poco anticuado. Cuando habla de videojuegos hace referencia a “Nintendo”, como si el mercado aún estuviera dominado por una compañía, tal como sucedía en la década de 1980.
Algunos gobiernos han tratado de facilitar las cosas para las startup. En 2020 el Banco Central de Brasil introdujo una serie de reglas para promover la transparencia y la competencia en las finanzas. Los clientes ahora pueden comparar servicios y transferir más fácilmente entre proveedores. También lanzó Pix, un sistema de pagos instantáneos. El gobierno de Colombia también le ha facilitado a las fintech iniciar sus negocios sin cumplir con todos los requerimientos de una licencia de servicios financieros.
Una ley mexicana de 2018 supuestamente buscaba simplificar las reglas para las fintech. Sin embargo, es confusa, dice Leila Search de la International Finance Corporation, la rama de crédito a empresas privadas del Banco Mundial. Estima que a una fintech le lleva un año y medio poder comenzar a operar en México.
Muchos inversores parecen decididos de todos modos. SoftBank, un conglomerado japonés, anunció recientemente que invertirá otros US$3000 millones en América latina, sumado a un fondo regional que fundó en 2019 por valor de US$5000 millones. Marcelo Claure, el jefe operativo de la firma nacido en Bolivia, ha dicho que espera que al menos ocho firmas latinoamericanas, con respaldo de SoftBank, comiencen a cotizar en bolsa este año. Tencent, un gigante chino, recientemente encabezó una ronda de recaudación de fondos para Ualá.
Hernán Kazah, uno de los fundadores de MercadoLibre, duda que los problemas políticos perjudiquen mucho a las startup. Señala que Mercado Libre sobrevivió al derrumbe de la economía argentina en 2001 y la recesión brasileña de 2014-16. Ayuda el hecho de que la compañía tiene su domicilio legal en Delaware. Por cierto, de las 11 compañías tecnológicas argentinas con valuaciones de miles de millones de dólares, 10 tienen sede en el extranjero.
Quedan muchas incertidumbres, en no menor medida respecto de la inflación. Pero hay hambre de innovación en la región mucha gente compró online por primera vez durante las cuarentenas. Otros pidieron pequeños créditos. Para bien y para mal, la pandemia dejará su marca en América latina.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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