Management 2030: la educación como motor de la innovación
Durante la cuarta jornada de esta edición, empresarios y profesionales debatieron sobre la importancia de la educación para el futuro
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La pandemia puso a la educación en el centro del debate. El cierre de escuelas, la disputa en la Justicia para que los chicos vuelvan a las aulas en la Ciudad de Buenos Aires y la importancia de la educación para el futuro del país resultaron temas de análisis durante las últimas semanas. Los expertos coinciden: sin educación no existe la innovación. Y sin conectividad ni un cambio de paradigma es difícil transmitirle a los alumnos todas las herramientas que necesitarán para el mundo laboral del futuro.
Con el eje del tema en “Los nuevos paradigmas educativos y la innovación como catalizador de oportunidades”, conversaron empresarios, emprendedores y profesionales que pasaron por la mesa de Management 2030 capítulo 4, encuentro organizado por LA NACION que fue transmitido a través de LN+, Youtube y por las redes sociales y el sitio web del medio.
“La educación es el nuevo oro del siglo XXI. Para poder innovar tenemos que cambiar los sesgos. Al fin y al cabo, si no nos formamos para tener la capacidad de pensar distinto, es difícil que la innovación se convierta en el oro del futuro”, consideró Agustina Fainguersch, CEO de la tecnológica Wolox, que ahora forma parte de la compañía Accenture.
En ese sentido, explicó que el sector empresarial tiene el rol fundamental de seguir formando a sus trabajadores, complementar la educación formal con la informal y enseñar a sus empleados conocimientos tanto duros como blandos. “Es como ser un Beta continuamente, el aprendizaje es permanente y complementario, uno tiene que educar desde donde puede”, añadió Fainguersch, ante una pregunta realizada por el secretario general de Redacción de LA NACION, José Del Rio, quien moderó el encuentro.
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Con respecto a ese punto, Diego Sobrini, director del Grupo Galeno y presidente de Galeno Seguros, consideró que la educación tiene que darle espacio a la creatividad y a la innovación, a tener empatía y ayudar a las personas. “No a ser enciclopedistas, felicitarlos porque recitaron un texto de memoria. La educación tiene que aggiornarse a estos cambios tan violentos”, remarcó.
Justamente, el sistema de salud fue uno de los más sacudidos durante la pandemia. Con picos de ocupación de camas del 95% en los siete sanatorios que tiene el Grupo Galeno, no solo debieron atender a una crisis sanitaria histórica, sino que también tuvieron que digitalizarse para atender al resto de sus pacientes a través de consultas online.
Similar es el caso de la aseguradora Aon Argentina. De un día para el otro tuvieron que enviar a todos los empleados a sus casas y modificar sus procesos digitales para que “las cosas pasen de hoy para mañana”. “Para eso es crucial tener gente en la compañía que piense diferente, no que quiera tener solamente la razón”, aseguró Franco Di Lucca, CEO y presidente de la compañía.
Ejemplo de los cambios que pueden generar los jóvenes a través de la innovación es Tomás Giovanetti. A los 16 años creó You Deserve, un videojuego que busca concientizar sobre el acoso escolar mientras los jugadores se divierten. Durante las primeras horas de su lanzamiento, vendió 20.000 copias y, tras su éxito, su fundador creó la compañía de corporate gaming The Gaming Agency (TGA). Con más de 70 empleados en siete países, el emprendedor de 22 años fue reconocido por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) como uno de los 35 latinoamericanos “más innovadores”.
“TGA busca utilizar el juego para algo más, que sea un puente de comunicación para aquellos que quieran aprender. En 2016 desarrollamos You Deserve, un juego de terror de concientización del bullying a nivel global. Entendimos que era un puente de comunicación fantástico porque explicábamos lo mal que estaba hacer bullying a través de un videojuego”, explicó Giovanetti.
La educación pandémica y el fin de los prejuicios
El año pasado fue atípico para la educación. Pandemia mediante, las clases presenciales se suspendieron y tanto alumnos como profesores debieron adaptarse a la modalidad remota. “La educación fue fuertemente impactada, eso cambió la dinámica. Pero, cuando aterrizamos en lo que sucedió en las escuelas técnicas, fue tal vez más significativo porque por lógica tienen un componente muy fuerte de talleres, de prácticas y de estar cerca de las máquinas. En la distancia es difícil de replicar”, señaló Javier Martínez Álvarez, presidente de Tenaris Cono Sur.
En el caso de Tenaris, en 2013 comenzó a crear una red de escuelas técnicas: la primera en inaugurar fue en la ciudad bonaerense de Campana, mientras que en 2015 creó otra en México. Durante la pandemia, tuvieron su primera camada de egresados, no sin pocos desafíos que enfrentar antes.
“En términos positivos, con este mal que trajo la pandemia, tenemos que ver cómo se sobrepusieron esos desafíos. Cuando queríamos dar las clases remotas, nos dimos cuenta de que tenían problemas de conectividad, muchos de los chicos que están en la escuela no tienen posibilidades económicas, tienen un subsidio pleno de la compañía. Entonces, les dimos una laptop. Pero ahí descubrimos que no tenían servicio de conexión a internet. Esto lo vimos como un problema y lo expandimos a otras escuelas técnicas de la zona”, explicó Martínez Álvarez.
Por su parte, María Victoria Baratta contó su experiencia como cofundadora de Padres Organizados. Con sus hijos que aprendían a través de la computadora, con las redes sociales comenzó a contactarse con otros padres que compartían las mismas inquietudes que ella: la apertura de escuelas no estaba en la agenda política.
“La Argentina es uno de los 15 países que más tiempo cerró las escuelas. Por WhatsApp creamos la organización fundadora, sacamos una carta pública y se produjo un fenómeno imparable donde, por la misma lógica de cómo está organizada la educación, se empezaron a formar Padres Organizados en distintos puntos del país”, indicó.
Con la puja entre el Gobierno nacional y porteño sobre las clases presenciales, la organización fue una de las partes que llevó el conflicto a la Justicia. “No es ético, la educación es un derecho humano. La pandemia no es un cheque en blanco para limitar derechos, los chicos no saturan el sistema de salud. El esfuerzo tiene que ser de los adultos, segmentar los niveles escolares, mejorar el transporte, cerrar el menor tiempo posible”, aseveró.
La educación inclusiva también se vio radicalmente afectada durante el aislamiento obligatorio. La pérdida de rutina y el contacto con los compañeros, así como la desarticulación con las figuras de apoyo que tenían en el colegio, puso en evidencia “que las familias son aliadas para la educación de sus hijos y que la base para la educación inclusiva es el trabajo colaborativo”.
“La principal barrera para la educación está en nuestra cabeza. Tenemos que tener la convicción de que todos podemos aprender si se da el entorno pedagógico, hay que tener altas expectativas con todos los estudiantes. Son habitantes naturales de las aulas, no somos buenas personas porque los dejamos estar ahí sino que tienen el derecho de estarlo”, resaltó Gabiela Santuccione, coordinadora del Grupo Artículo 24 por la Educación Inclusiva.
En el mismo sentido apuntó Alexia Rattazzi, cofundadora del Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones del Espectro Autista (PANAACEA), quien llamó a identificar los prejuicios que uno tiene para poder erradicarlos. “¿Qué crees de una persona con discapacidad? ¿”Pobre”? ¿Que no puede trabajar, ir a una escuela, tener una familia?”, invitó a preguntarse.
“Los humanos somos seres potentes, somos instrumentos y herramientas. En el campo de la discapacidad, cómo miramos puede influenciar en las emociones, en las conductas propias o ajenas, en generar identidad o transformar realidades”, añadió Rattazzi.
¿La clave para cambiar la educación del futuro? Poner en el centro a sus principales protagonistas: los alumnos. “Lo más importante es ponerlos en el centro de la experiencia educativa. Les preocupan un montón de temas, desde el bullying hasta el desempleo. No son ajenos al mundo. Y, en ese sentido, hay que poner en el centro a esas personas para que diseñen sus propuestas y darle un sentido a lo que están estudiando. Ya no se puede pretender una educación enciclopedista”, cerró Melina Masnatta, emprendedora en Tecnología Educativa.
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