"Madoff argentino": quién es Enrique Blaksley, el empresario que está acusado de estafar a 300 personas y cuyo juicio comienza hoy
Hoy comenzó el juicio del "Madoff argentino", uno de los casos más mediáticos de los últimos años. El empresario Enrique Blaksley Señorans y otras 16 personas, entre ellas algunos familiares suyos, comenzaron a ser juzgados desde las 9.50, acusados de haber cometido la mayor estafa de la historia del país a través de la empresa Hope Funds SA, que tiene a más de 300 ahorristas damnificados, de quienes se apoderaron de unos 184 millones de pesos.
En la mañana del sábado 26 de noviembre de 2016, Enrique Blaksley, de 55 años, el hijo mayor de una familia de 14 hermanos criados a metros de la Catedral de San Isidro y fundador de Hope Funds, un pulpo financiero que llegó a manejar 50 millones de dólares e inversiones de una enorme red de contactos que incluye amigos y parientes, recibió su segunda amenaza pública en siete días: un aviso fúnebre del diario Clarín lo daba por muerto y saludaba a su familia y a sus socios "en este difícil momento".
La pesadilla llevaba por lo menos dos años. Entrador, audaz, astuto, buen deportista, ex tres cuartos del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) y sin otra formación académica que el paso por el bachillerato del colegio El Salvador, Blaksley se embarcó en este negocio en 1989, cuando advirtió que los numerosos ejecutivos de cuentas que le reportaban en la compañía aseguradora donde trabajaba podían también vender otro tipo de productos financieros.
Se convirtió así en el mejor de todos y en el demiurgo de una empresa que, bajo la tutela de esa aseguradora, con la que tiene contrato a través de la firma Hope Funds Team Investment, ofrecía a los ahorristas una cartera diversificada en economía real que podía ir de hoteles a restaurantes o barrios cerrados.
Su emporio fue desde entonces la historia de un proyecto que salió mal. Blaksley acumulaba en 2016 ya cuatro denuncias en la Justicia -una por presunto lavado y evasión y otras tres por defraudación o estafa- y más de un centenar de clientes le reclaman lo más elemental de una inversión: cobrar al menos el capital de lo que se destinó a los proyectos. En 2018 fue enviado a prisión.
Para inversores reacios a blanquear el origen de sus ingresos parecía en un principio el paraíso terrenal. Hope Funds es lo que el mercado financiero conoce como private equity funds, emprendimientos que, por fuera de la regulación estatal pero sin cruzar la frontera de la ley, ofrecen a los ahorristas tasas imposibles de alcanzar en el circuito formal. El de Blaksley, por ejemplo, llegó a retribuir entre 7 y 12% anual en dólares, dos puntos por encima de lo que retribuía el mercado informal de las cuevas. La medida que seguramente contribuyó para que muchos de los creyentes de Hope Funds hayan decidido finalmente retirar sus apuestas fue el blanqueo que impulsa el Gobierno. Se sabe desde el crack del '29: nadie resiste una corrida.
Las características del caso -resonante porque involucra a artistas, gente del mundo del polo y del espectáculo, parientes del propio dueño del grupo y ejecutivos de empresas de primera línea- lo dejan por ahora bastante lejos de las metáforas que han elegido sus enemigos: Blaksley no parece ser todavía "el Bernard Madoff argentino", aquel estafador que terminó preso luego de engañar deliberadamente a las autoridades de los Estados Unidos y cuyo fraude ascendió a US$ 52.000 millones. Hope Funds admitía hasta 2016 53 casos de reclamos por US$ 2,5 millones, aunque abogados que empezaron a reunir a los damnificados afirmaban que la realidad excede largamente esas cifra: finalmente, esta semana es juzgado por supuesta estafa a 300 ahorristas damnificados, de quienes se apoderaron de unos 184 millones de pesos.
Apenas el caso se conoció en la opinión pública, quienes conocen de finanzas decían que lo más probable era que se tratara de un caso menos sofisticado: decisiones tomadas con alto grado de irresponsabilidad, ambición infinita y escasa experiencia en banca privada. Blaksley no supo, no pudo o no quiso calibrar los riesgos de un negocio que, aunque empezó bien, se le terminó yendo de las manos. Cuestiones típicas de lo que se conoce como "descalce": Hope Funds hacía inversiones a varios años con un fondeo de ahorros cuya mayor parte no excedía el año de plazo. Era lo que permitía esa tasa, fijada en dólares para los 12 meses en el 7% anual, rendimiento que crecía de manera paulatina hasta el 12% para los seis años, el plazo máximo.
Una vez que explota, la burbuja financiera se lleva consigo toda la ficción que fue capaz de crear. Hasta que empezaron a trascender los problemas, Blaksley era aquí un inversor de prestigio, con 25 años de trayectoria en el sector y uno de los empresarios más requeridos en el mundo del deporte. Trajo a Roger Federer a una exhibición con Juan Martín del Potro, a Usaín Bolt a correr contra el Metrobus, organizó la despedida de Ariel Ortega en River, encaró un proyecto inconcluso que pretendía abrir cafés con la marca Messi y ganó la Triple Corona como principal sponsor de La Dolfina. En 2013, ante las cámaras de TyC Sports, Adolfo Cambiaso (h), con quien hoy está peleado, lo elogiaba distinguiéndolo de los fríos patrocinantes comunes: "Cuando tenés una amistad todo se hace más llevadero: desde salir a comer, desde jugar al polo, desde compartir las mismas cosas. De repente podés tener gente que te sponsorea, pero vive en Rusia y la verdad es que no es la misma sensación".
Pero Blaksley no se rinde. Cree estar frente a una conspiración y confía también en la posibilidad de recuperarse. El miércoles 16 de noviembre de 2016 hizo ante sus 60 vendedores de mayor confianza una arenga que llegó a este diario a través de alguien que lo grabó. Siempre hay infieles. "Me rebelo a toda esta violencia y agresión que nos hacen", se envalentonó y citó como estrategia de defensa el ensayo El arte de la guerra, del chino Sun Tzu.
Blaskey no estaba ese día aún convencido sobre enviar un comunicado que, 48 horas después, llegó a manos de los clientes admitiendo los inconvenientes de los proyectos. "El modelo Hope Funds, así como cualquier otro modelo de inversión, conlleva riesgos propios de los mercados financieros, de consumo e inmobiliarios y ámbitos en donde se han realizado inversiones. En el último tiempo el modelo de inversión de la empresa se ha visto afectado por diversos cambios económicos que han alterado la proyección de rendimientos de las compañías del grupo, lo que ha puesto en un determinado estresamiento financiero a determinadas obligaciones de nuestra organización", decía el texto firmado por el propio empresario.
Nada que, según él, no pudiera remontarse con nuevos y millonarios proyectos. Con eso insistió 10 días después, el sábado en que leyó su propio aviso fúnebre, mediante un mensaje dirigido a su grupo de WhatsApp. "Estimados, perdón la manera", arrancó, y se despachó con un extenso discurso en el que, esta vez sí, admitía debilidades. "No puedo salir a la calle y es un trago difícil de digerir", dijo, y volvió sobre la solución: "Esto se arregla con plata y hoy la plata viene de las ventas. ¡No más quejas! Si queremos salir adelante nos tenemos que defender. Estamos bloqueados hablando siempre de lo mismo".
Más allá de las conspiraciones, que pueden haber existido, el fracaso tuvo motivos reales. Por lo menos tres. El más relevante fue la investigación de Carlos Gonella, exjefe de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos, que determinó a mediados de 2014 que, de 521 inversores del grupo, sólo tres podían explicar el origen de los fondos.
Tres años antes, el 11 de febrero de 2011, con una gran fiesta en el Sheraton de Pilar, Hope Funds había inaugurado Verazul, su apuesta de negocios más importante, un barrio cerrado enclavado en Villa Rosa, a orillas del río Luján. Pero la iniciativa se frustró tiempo después con una denuncia de ambientalistas. Y ése fue el principio del fin: la presentación llevó al gobierno de Humberto Zuccaro, entonces intendente de Pilar, a retirarle a Hope Funds el permiso precario para construir, se paró la obra y, con ella, los pagos de cuotas de clientes que empezaron a inquietarse con las demoras.
La publicación de los primeros contratiempos en enero de 2015, justo el día del cumpleaños 50 de Blaksley es según Hope Funds la tercera razón de la debacle. Hasta entonces el grupo había seguido funcionando con las prácticas que lo hicieron fuerte: una agresiva política para incorporar vendedores a su fuerza comercial, reforzada con comisiones en dólares que llegaban al 7%, viajes y premios para los más exitosos . "Habla y te convence. Es hasta buenmozo", lo recordó una exvendedora.
La vasta red de ejecutivos, que recorre calles y oficinas con charlas en las que sondean perfiles de potenciales clientes, llegó en su momento a ser de 400 empleados, elenco que Blaksley siempre gratificó con viajes a Europa o África.
"Es cierto que tenemos una situación de iliquidez, pero es transitoria", contestaron en la empresa apenas estalló el escándalo, cuyo dueño estaba según informes del Banco Central en una situación comprometida: estaba en categoría 1 (normal) con el Banco Galicia y en 4 (alto riesgo de insolvencia) con el Banco Francés por demoras de entre 90 y 120 días en los pagos y ha librado en los últimos seis meses cheques sin fondos por $2,7 millones de los que solo había pagado $600.000. La compañía arrastraba a su vez aportes impagos como seguridad social, contribuciones patronales y obra social, cheques rechazados por $2,1 millones y un monto insignificante con el Banco Galicia en categoría 3.
Hace algunos años, y a pesar de que el inglés de Blaksley es mucho menos que fluido, el grupo se abocó a constituir sociedades off shore por US$10 millones en las Islas Vírgenes Británicas, información corroborada luego por el escándalo de Panamá Papers, que publicó este diario y que le acreditaba a Hope Funds unas 30 sociedades en paraísos fiscales armadas por el estudio Mossack Fonseca, algo que cerca del empresario ahora niegan.
"No es un mal tipo: dio la cara, sigue trabajando y siempre estuvo a disposición de la Justicia", agregaban en su entorno. "El Negro pisó la banquina y se fue al pasto", retrucaba uno que trabajó con él. De lo que nadie duda es de que el negocio fue un fiasco. Que obligó, por ejemplo, a Blaksley a desprenderse hace cinco meses, por pedido de Hard Rock Internacional, de la franquicia que esa cadena tiene en Recoleta.
La fiesta terminó y guarda unas cuantas imágenes incómodas. Entre ellas, una foto de Blaksley en el hotel InterContinental de Tigre con Federer, Sergio Massa y Guillermo Marín, su socio en la firma Imagen Deportiva. O aquella entrevista de YouTube en que el líder del grupo afirma que, más que la rentabilidad en sí misma, "el objetivo final de Hope Funds es proteger a las personas". O el recuerdo imborrable de 120 vendedores a quienes se premió con un crucero del mar Báltico, con comida y barra libre. Era agosto de 2014, la Argentina no terminaba todavía de sobreponerse a la devaluación de enero y tanta opulencia llevó a uno de los viajeros a sopesarlo todo en voz baja y con una conclusión drástica, delante de sus compañeros, apenas tocaban las costas de Dinamarca: "Esto se cae".
Apuesta a todo o nada
Alzas y bajas de un polémico empresario
1989
primeros pasos
Enrique Blaksley pone en marcha su empresa con el objetivo de "asesorar a personas, familias y empresas" aprovechando la red de contactos que armó en su paso por una compañía aseguradora y ofreciendo rendimientos muy superiores a los del mercado..
2009
debut en retail
Concreta su primera gran operación con la compra del 47% del paquete accionario del shopping Buenos Aires Design, en US$ 20 millones.
2011
primer problema
A través de una subsidiaria, Hope Funds toma a su cargo el manejo del merchandising de Boca Juniors. Ese mismo años anuncia el lanzamiento del barrio cerrado Verazul, en Pilar, que nunca terminó de obtener la autorización municipal.
2012
de compras
Desembolsa US$ 5 millones para quedarse con el Hard Rock Café Buenos Aires. Hope Funds organiza la exhibición de Roger Federer en Tigre.
2013
sportbusiness
La Dolfina Hope Funds gana la triple corona del polo. Hope Funds además trae a la Argentina al velocista jamaiquino Usain Bolt para correr contra el Metrobus.
2014
en la mira
El fiscal Carlos Gonella denuncia a Hope Funds por evasión impositiva y lavado de dinero.
2016
reclamos
Se generalizan los reclamos de los inversores de Hope Funds que piden la devolución de su dinero. Los reclamos superan los US$ 2,5 millones.
2018
cárcel
Blaksley está preso en el penal de Ezeiza desde abril de 2018
La investigación en marcha
En abril de 2018 Blaksley fue detenido por orden de la jueza María Romilda Servini. La causa en la que se lo investigaba por los delitos de asociación ilícita, estafa, circulación y reinserción en el mercado de fondos, evasión fiscal y quiebra fraudulenta, se inició a partir de una denuncia formulada por la División Penal Tributaria de Grandes Contribuyentes Nacionales, a partir de corroborar la existencia de una estructura jurídica y operativa destinada a captar fraudulentamente sumas de dinero de ahorristas en todo el país, por fuera de los márgenes de actuación habilitados por la Ley de Entidades Financieras.
Tras el avance de la investigación, la AFIP amplió la imputación a la comisión del delito de evasión fiscal a partir de constatar la simulación de pasivos que eran consignados en el balance de la firma Hope Funds con la manifiesta vocación de eludir el pago del Impuesto a las Ganancias y el Impuesto al Valor Agregado.
Nota publicada originalmente el 14 de diciembre de 2016 y actualizada el 18 de febrero de 2021.
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