Los ejecutivos locales son buscados por empresas internacionales por su gran capacidad de adaptación y resiliencia, su entrenamiento en crisis, y el espíritu emprendedor y creativo
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La Argentina exporta perlas. Talento de primera calidad que se va a trabajar al exterior. Eso se incrementó en los últimos 18 meses. Sin embargo, existe un fenómeno más amplio y no coyuntural: el de los argentinos y argentinas profesionales que triunfaron en el exterior, donde la competencia es más furibunda y donde el cuello de botella de talento es mayor.
La internacionalización es un proceso complejo. En términos sociológicos, el mercado de trabajo internacional puede ser leído como un territorio de disputas por las posiciones de prestigio: cuanto mayor es el reconocimiento salarial y mejores los beneficios, mayor es también la competitividad, lo que se traduce en el peso que se le da a la experiencia y a la especialidad.
Jugar en las grandes ligas es siempre más difícil. ¿Qué habilidades son reconocidas en posiciones de prestigio en el exterior? ¿Cómo es competir en mercados internacionales de primer nivel?
Migrar no es sencillo, como muchos que no lo han hecho pretenden creer. Es una decisión sobre la propia vida que involucra a la vida de quienes amamos. Trasladarse a otro país es dejar familiares en el lugar de origen, separar a hijos de sus abuelos, y eso, muchas veces, implica un quiebre emocional que puede sostenerse en el tiempo y que puede incluir aprendizajes dolorosos. Pero entonces: ¿Qué peso tiene el estar afuera? ¿Cuáles son las habilidades que hay que aprender porque no se traen? ¿Cuál es la relación que mantienen con el mercado argentino cuando están afuera?
Irse es dejar cosas y afectos. Pero también es encontrarse con lo nuevo, con lo que puede transformarnos. Eso implica espacios de innovación y de inversión diferentes, así como, desafíos en organizaciones que tienen otro código genético. ¿Qué hay afuera que aquí no tenemos?
La decisión de partir
Los ejecutivos consultados establecieron la toma de decisión para desarrollarse en el exterior como un turning point en sus vidas personales y profesionales. “Salí de la Argentina cuando mis hijos ya podían pedir una pizza por teléfono. Hace doce años atrás”, comenta Paula Santilli, CEO de PepsiCo Latinoamérica e incluida por la revista Fortune como una de las 50 mujeres más poderosas del mundo. “Fue una oportunidad de crecimiento invalorable. Mis responsabilidades crecieron hasta hoy estar a cargo de toda Latinoamérica para alimentos y bebidas. También la familia creció y nos convertimos todos en ciudadanos globales”, asevera Santilli.
Esteban Iriarte es vicepresidente ejecutivo y chief operating officer de Millicom, la empresa de telecomunicaciones con base en Miami. Iriarte comenzó su recorrido internacional en 2009 y en su caso varias cuestiones se conjugaron para decidir partir. “Entre los factores internos, no veía con claridad espacio para mi crecimiento profesional y la industria se consolidaba cerrando aún más las oportunidades; a su vez, fue justo luego de la crisis con el campo por la resolución 125 y eso fue un fuerte llamado de atención para mí”.
Viejas competencias, nuevos competidores ¿Qué competencias aprendidas localmente les sirvieron en el exterior? y ¿cuáles tuvieron que consolidar? Los entrevistados coinciden en general en la capacidad de adaptación de los argentinos debido a los vaivenes económicos del país.
Para Constanza Losada, CEO de Pfizer en México desde 2020 y la primera mujer que ocupa este cargo en la filial en los 70 años de la empresa en ese país, “el diferencial de los líderes argentinos, en particular, es que tenemos una gran capacidad de adaptarnos al cambio, de pensar de manera disruptiva desafiando el statu quo y de ver las oportunidades aun cuando las circunstancias son adversas”.
María José Villarraza es Chief Strategy Officer y cofundadora en Bioxentys, un equipo científico de expertos que desde 2016 desarrolla productos farmacéuticos, dietarios y cosméticos. Desde Miami, donde reside, comenta que “desde una perspectiva de emprendedora, la innovación, la fuerte formación científica que logré en Argentina, la creatividad y la capacidad de adaptación son habilidades que tienen su reconocimiento y premio en el exterior, principalmente en países desarrollados”.
Pero irse, también requiere nuevas competencias, o pulir algunas habilidades. Para Paula Santilli, competir en el exterior es un cambio de paradigma: “El gran cambio de competir en mercados internacionales es el tamaño de los negocios. Me acuerdo muy bien mi shock cuando salí de Argentina y no entendía si estábamos hablando de un contrato de 50.000 dólares o de 5 millones de dólares. La escala de los negocios es exponencialmente más grande”.
María Victoria Zingoni, es directora general de Cliente y Generación Baja en Carbono y miembro del Comité Ejecutivo de Repsol, compañía a la que se incorporó en 1999. Desde noviembre de 2018 es Presidenta de Repsol Electricidad y Gas. Para Zingoni, “los ambientes internacionales son tan desafiantes como enriquecedores. Es necesario adaptarse culturalmente, entender las idiosincrasias locales mientras se mantiene una visión global. La clave es observar, escuchar, aprender y seguir aprendiendo. Las experiencias más simples muchas veces son enormes fuentes de enseñanzas”.
Abrirse al mundo
El asunto de las idiosincrasias es relevante. Por dar un ejemplo, muchos ejecutivos piensan que Brasil, como queda cerca, tiene una lógica cultural de trabajo y de vida similar a la Argentina. Ir de vacaciones a Florianópolis o a Copacabana no tiene nada que ver con la vida cotidiana de un polo empresarial como San Pablo. Las diferencias son enormes. Por eso, antes de migrar es muy importante conocer el modo de comportamiento de esa sociedad a la que uno se incorpora. En el caso de no ser compatible, es mejor no dar un salto al vacío que signifique un tedio personal y familiar diario.
La distancia física que separa al país del mundo genera una distancia cultural que es necesario trabajarla para hacer más fácil el desembarco en el exterior. Gastón Carrión es managing director de Accenture y lidera la práctica de talento y organización para Asia Pacífico, África y el Medio Oriente desde Melbourne, Australia. Para el ejecutivo, “en la Argentina tenemos poco nivel de exposición al mercado asiático, India y Medio Oriente que están en el foco de economía mundial”. Zingoni, de Repsol, coincide “posiblemente nos falte movilidad internacional, que en otros países se construyen desde fases más tempranas, en el colegio y en la universidad”.
Iriarte, de Millicom es enfático respecto a la necesidad de apertura según su propio aprendizaje para desarrollarse en el exterior. “Para mí fue un shock, como el mundo funcionaba tan distinto. Los temas que discutíamos en Argentina y que se llevaban mi día a día, no eran siquiera un tema en otros países. Nuestros mayores problemas, no estaban en el radar del negocio. Eso hizo que obligatoriamente, tuviera que reinventar y enfocar mi mirada del negocio a otros lugares”.
Para Losada, de Pfizer México, la apertura al mundo pasa también por lo cultural. “Un ejemplo, es la diferencia en las formas de comunicarnos en nuestro país, donde es común decir lo que pensamos de manera apasionada, lo cual a veces puede ser malinterpretado en otros lugares. Es necesario ser sensible a esos detalles y adaptar el estilo al entorno para construir confianza con los equipos multiculturales y mantener una buena comunicación”.
Villarraza, de Bioxentys, también comenta la necesidad de entender el contexto. “Es importante el respeto por los tiempos, principalmente la puntualidad, la excelencia y los deadlines de entrega. Hablar otros idiomas. La necesidad de comunicarse con clientes en una forma profesional y no informal también es relevante para que se logren los objetivos”.
Son muchos los aspectos a tener en cuenta a la hora de partir. Carrión, de Accenture considera que hay competencias a tener en cuenta para garantizarse, sino el éxito, un buen aterrizaje. “Es importante combinar las habilidades técnicas con habilidades de inteligencia emocional, para poder conducir equipos de alta performance en diferentes condiciones de mercado y contexto. La escala que se adquiere y complejidad es impresionante especialmente cuando agregamos mercados como China, Japón y el Medio Oriente. El entendimiento y compresión de diferentes culturas es clave para tener éxito”.
No se trata sólo de desplazarse a otro territorio, sino de entrar en otro modo de gestionar, de pensar las prioridades del negocio y de posicionarse en las reuniones.
Salir de la zona de confort
“Para seguir expandiendo negocios globales se hace necesario estar afuera para entender otros mercados, otras costumbres, otras mentalidades. Salir de la zona de confort nos abre la cabeza y nos permite ver que no necesariamente lo local es lo único bueno”, puntualiza Villarraza, de Bioxentys.
La visión global que provee hacer carrera en el exterior, es clave para Santilli. “Te mejora la visión, la perspectiva de lo que sucede en Latinoamérica. Hay muchísimos aha moments que te enriquecen y valorás cosas que antes dabas por sentadas. Te da una mirada de dron que facilita la visión a largo plazo y, con esta, la oportunidad de innovar y crecer”.
Permitirse saltar la barrera del mercado local, tiene beneficios más allá de las incomodidades de no estar en el país. Para Carrión, de Accenture, “la posibilidad de ver otro mercados y culturas fue crítico para que pudiera asumir actualmente una posición regional dentro de la estructura global”.
Por su parte, Zingoni remarca la importancia de su crecimiento profesional. “Expatriarse implica decisiones personales de mucho calado, desarraigos que uno ha de valorar y saber lo que deja atrás. Pero para mí, trabajar en otro país es tremendamente enriquecedor. Repsol es una compañía con una fuerte presencia internacional y he tenido grandes oportunidades de recorrer el mundo, de conocer otras culturas y de aprender su riqueza. Y esa diversidad, el salir fuera de la caja y el trabajar con equipos de culturas y sociedades distintas es un bagaje vital tanto en el liderazgo como en el reclutamiento y aprovechamiento del talento”.
La apertura a otros modos de trabajo y de vida es parte de lo que buscan muchos argentinos al irse, aumentar su experiencia de diversidad en espacios más globales.
Ser líder hoy
¿Cuáles son las competencias que nuestros entrevistados valoran al momento de liderar?
“La excelente comunicación, pensamiento estratégico y resiliencia. Sin dudas, y hoy más que nunca, la capacidad de innovación y adaptabilidad al cambio son indispensables”, enfatiza Losada, de Pfizer. Santilli, de Pepsico, agrega también las competencias tecnológicas. “La tecnología ha adquirido una importancia prioritaria en el desempeño de nuestras funciones” y puntualiza también la necesidad de desarrollar talento y capacitación en tecnología y digitalización.
Mientras que Carrión, de Accenture pone énfasis en la adaptabilidad, el manejo de la complejidad y de la inteligencia emocional; Zingoni, de Repsol, sugiere trabajar la confianza en el equipo y la red de contactos “no solo en el sentido de generación de oportunidades, sino también en el de red que te dé su feedback para evolucionar como personas y profesionales”, explica.
No existe una receta mágica sobre qué debe hacer un líder, pero sí hay que poder construir la propia experiencia para entender qué habilidades se requieren para hacer frente al desafío que tiene. La pospandemia generó, sin dudas, un cambio de paradigma en el valor del líder y su función; la vulnerabilidad, la empatía y la generación de confianza se han convertido en dimensiones ineludibles en el nuevo contexto.
Agradecer oportunidades. Un denominador común en los argentinos que decidieron partir es el agradecimiento a esa nueva tierra que les dio cobijo. Las limitaciones argentinas son muchas y tantas las dificultades cotidianas que en el exterior se siente la liberación de ciertas cadenas del contexto cíclico argentino. Vivir en países con menos de 4% de inflación anual ya es como vivir en una especie de spa para seres acostumbrados a que los salarios corran detrás de las correcciones.
“Uno de los mejores consejos que recibí en mi primera expatriación fue, que cuidáramos el “neto”. Eso significaba que todos nuestros pensamientos y comentarios sobre cosas que no nos gustaran debían siempre ser menos que las cosas positivas que encontrábamos en ese nuevo lugar. En el fondo, este lugar que llamamos ahora casa, nos está ofreciendo algo que nuestro país no pudo, un desafío, un salario, un sueño. Deberíamos honrarlo y agradecer esa nueva tierra”, asegura Iriarte.
Una perla es el producto de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha ingresado en su interior. La Argentina, como país cocinado al calor de las crisis, genera muchas perlas en las organizaciones, líderes brillantes que muchas veces no tienen las mejores oportunidades.
Por eso, el del agradecimiento no es un dato menor, habla de la posibilidad de desplegar el talento con un potencial que, en parte por ese contexto, quizás no alcanzaba todas sus capacidades en nuestro país.
Las restricciones y coyunturas críticas impactan en la capacidad de los líderes de mostrar todo su esplendor. En el exterior, muchos de ellos consiguen hacerlo aún mejor. Sin las cadenas del contexto, vuelan.
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