Lucía Aguilar: “En la Argentina se necesita educación financiera más que en cualquier otro lugar”
La creadora de la cuenta Luli Invierte destaca la educación financiera como una herramienta clave para no perder frente a elevados índices de inflación; recomendaciones para administrar el dinero
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Frente a elevados niveles de inflación y reiteradas crisis y recesiones de los últimos años, la educación financiera se convirtió en una herramienta clave en la Argentina. “Es necesaria, más que en cualquier otro lugar del mundo”, aseguró Lucía Aguilar, conocida en redes sociales por su cuenta Luli Invierte, a LA NACION. No obstante, para la especialista en finanzas personales, hay una buena noticia: “Los mercados están bastante desarrollados y hay buenos instrumentos en el país, de modo que con un reducido capital en pesos es posible acceder a las bolsas internacionales a través de Cedears. Esta es una diferencia enorme respecto de otros países”.
Lucía Aguilar llegó al mundo de las finanzas movida por la curiosidad y por un interés personal y, casi sin pensarlo, se convirtió en referente para cientos de personas. Nacida en la ciudad de Buenos Aires, se graduó de la licenciatura en Administración de Empresas en la UBA. A lo largo de una década, se desempeñó en las multinacionales Philip Morris, American Express y Unilever con base en la Argentina y en Brasil, y en 2015 se trasladó a Alemania para incorporarse a una startup. Años más tarde, se mudó a España y allí, desde 2019, lleva su propia agencia de marketing. En paralelo y desde los 18 años, Aguilar ayudaba a sus amigos a organizar sus finanzas, siempre con foco en el ahorro, hasta que a los 23, tras la lectura del libro “Padre rico. Padre pobre”, algo le hizo un click y se planteó: “Cómo puede ser que haya ahorrado tanto pero no haya invertido en nada”.
“Al principio, todo lo vinculado al mercado bursátil me parecía muy difícil, y no encontraba información lisa y llana que me permitiera entenderlo. Me daba miedo perderlo todo y no sabía cómo manejarme. Después de años de mucho aprendizaje, quise compartirlo”, explicó la emprendedora. Y añadió: “Por mi trabajo, vi que había muchos creadores de contenido sobre temas un poco más profundos que los convencionales y pensé que esta podía ser una oportunidad”.
Así nació la cuenta Luli Invierte, en 2019, un poco con la intención de ayudar a otros, un poco por diversión y un poco como caso de estudio de marketing. En ese entonces, las expectativas eran moderadas: consideró que, posiblemente, llegaría a 1000 seguidores. No obstante, alcanzó esa cifra en tan solo una semana. A la siguiente el número se duplicó y a la tercera ya rondaba los 5000. Hoy, gira en torno de los 250.000. “Fue realmente una locura. Una de mis seguidoras incluso me llamó y me pidió dar un curso para ella y otras siete personas. Después lo abrí al público y, en la primera oportunidad, reuní a alrededor de 60 personas. Luego lo llevé al formato online y ya más de 40.000 personas estudiaron en la plataforma”, resaltó.
Bajo el título “Sin miedo al dinero. Diseñá la vida que querés vivir”, Aguilar lanzó ahora su primer libro, que se posiciona como una guía para ordenar las finanzas y aprender a invertir. “No se trata solo de saber invertir, sino de navegar la vida de una forma en la que cada uno se sienta seguro, no tenga miedo y pueda hacer que el dinero trabaje para uno”, aclaró.
Aprender para contrarrestar el miedo
“Actualmente, hay una brecha de educación financiera más grande de lo que creemos, y eso genera miedo”, consideró Aguilar. E indicó: “‘Miedo’ es la palabra que más me escriben por las redes sociales, en comentarios como ‘no voy a invertir porque me da miedo’ o ‘no voy a mirar el resumen de mi tarjeta de crédito porque me da miedo’. El miedo nos frena, nos pone un impedimento y no nos deja avanzar”.
Para Aguilar, el motor principal que permite a las personas levantar ese velo es la educación. Explicó que, así, pueden tener mayor información sobre las empresas a la hora de invertir y reducir las chances de pérdida. “Si una persona entiende que si ingresa en un índice en lugar de en una acción particular y diversifica su riesgo, las chances de perderlo todo son casi nulas, puede perder el miedo. Si ve que todos los consumos de su tarjeta se corresponden a sus hábitos de consumo y quiere mejorar su vida, los tiene que enfrentar”, amplió.
Arrancar desde joven
Para Aguilar, una de las cuentas pendientes de la sociedad es la falta de educación formal en finanzas. “Todos los niños deberían tener algún tipo de instrucción y de acompañamiento por parte de los padres. Me gustaría que todos los adolescentes puedan diseñar su presupuesto y se hagan cargo de pagar sus cuentas -no financieramente, sino en términos de responsabilidad-. Y si bien algunos municipios están haciendo intentos de incluir el tema en la currícula escolar, la mayoría de los chicos sale del secundario sin ningún tipo de conocimiento financiero”, indicó.
Según la emprendedora, el escenario no dista demasiado entre los universitarios. “La mayoría de las carreras no tiene una materia de gestión. La mayoría de los adultos no sabe cuánto gana, cómo hacer presupuestos, cómo cobrar o cómo firmar un cheque, por ejemplo. Para los profesionales, no saber manejar su propio dinero genera un miedo terrible por no sentirse un profesional completo”.
Ahorrar para luego invertir
De acuerdo con Aguilar, hay dos instancias básicas a la hora de administrar las finanzas personales: ahorrar e invertir. No obstante, aclaró que hay también muchas otras variables, que permiten que el dinero pase de ser una fuente de preocupación a una fuente de posibilidades.
“Siempre tenemos una base. Podemos ahorrar determinado monto, achicando nuestros gastos hasta lo mínimo para satisfacer las necesidades básicas. Pero hay un tercer punto: cómo subir de escalón en el trabajo para cobrar más”, señaló.
Conocer el perfil inversor
A la hora de invertir, no se necesita ser un experto. Sin embargo, remarcó que tras acceder a la educación, el segundo paso es conocer el perfil de riesgo propio: cómo uno se comportaría frente a una pérdida -si se angustiaría, permanecería tranquilo o decidiría aumentar la inversión, por ejemplo-. Y a esto -precisó- le sigue un tercer paso: definir los objetivos y tener en claro para qué invertir: “No es lo mismo invertir para las vacaciones en enero que invertir para una casa dentro de cinco años o la jubilación dentro de 50. Para cada objetivo y para cada perfil de riesgo hay una inversión”.
Charlar con la pareja
De acuerdo con Aguilar, otro tema recurrente entre las personas es el miedo a hablar con sus parejas sobre dinero. “Se ponen emociones en juego, respecto de quién gana más o menos y cómo se reparten los gastos, entre otros puntos. Hay estudios que demuestran que las parejas que unifican sus cuentas y abordan el tema en conjunto les va mucho mejor, tienen mejores índices de felicidad y se divorcian menos respecto de otras parejas”, resaltó.
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