Los problemas judiciales ponen en jaque los planes globales de JBS
Las investigaciones a los Batista pueden demorar la salida a bolsa en EE.UU. del grupo brasileño
SÃO PAULO.- Los problemas legales que aquejan a la cúpula de la brasileña JBS S.A. podrían retrasar los planes del mayor procesador de carne del mundo de cotizar sus acciones en la Bolsa de Nueva York, un posible golpe para la empresa en un momento en que los inversionistas están cada vez más nerviosos acerca de cualquier mala noticia proveniente de Brasil.
El presidente ejecutivo de JBS, Wesley Batista, ha estado ausente de la empresa desde la semana pasada, suspendido por una orden judicial que le prohíbe realizar cualquier gestión administrativa mientras la policía investiga sospechas de corrupción en una empresa de celulosa propiedad de J&F Investimentos S.A., la firma de inversión de la familia Batista. La orden judicial también afecta a Joesley Batista, presidente de la junta directiva de JBS y hermano del presidente ejecutivo. Las suspensiones estarán en vigor hasta que la investigación concluya o hasta que sean revocadas por otra orden judicial.
JBS ha informado muy poco sobre el paradero de Batista o sobre los posibles planes para reemplazarlo. Eso ha generado temores entre inversionistas y analistas de que sus estrechos vínculos con el gobierno de Brasil, que ha estado sumido en una serie de escándalos de corrupción, puedan afectar a la empresa, al posponer los planes de reorganización global destinados a apuntalar su decaído valor de mercado.
Una vocera de JBS dijo el lunes que la compañía no ha cambiado sus planes con respecto a su reestructuración. Un vocero de J&F negó que la familia Batista o la empresa de celulosa, Eldorado Brasil S.A., haya cometido alguna irregularidad. Mediante portavoces, tanto Wesley como Joesley Batista se negaron a comentar sobre el asunto.
JBS, un actor importante en el mercado de Estados Unidos a través del productor de pollo Pilgrim’s Pride y el procesador de carne Swift & Co., anunció en mayo que escindiría sus operaciones internacionales en una compañía llamada JBS Foods International. La nueva empresa tendría su sede en Irlanda y sus acciones cotizarían en la Bolsa de Nueva York. Los accionistas de JBS recibirían inicialmente una acción de la nueva compañía por cada acción que poseen en la empresa matriz. Los accionistas luego recibirán la opción de cambiar sus acciones del procesador de carne por más acciones de Foods Inter-national, y si 50% o más de las acciones de JBS se canjean, Foods International se convertirá en la empresa controladora.
“Nuestra sensación es que la nueva (investigación de corrupción) al menos retrasará” la salida a bolsa en Nueva York, dice Guilherme Figueiredo, un gestor de fondos de la firma de inversión de São Paulo M. Safra.
Analistas de los bancos de inversión Banco Bradesco BBI e Itaú BBA, así como varios inversionistas, también han expresado preocupaciones de que los problemas de los hermanos Batista puedan retrasar la reorganización.
Figueiredo agrega que JBS, cuyas ventas globales en 2015 alcanzaron los 163.000 millones de reales (US$50.300 millones), es un operador sólido. De todas maneras, M. Safra se deshizo hace un año de las acciones de JBS en su cartera por temor a que sus profundas conexiones con el gobierno se convirtieran en un lastre, conforme la Justicia ampliaba las investigaciones de presunta corrupción. Entidades gubernamentales brasileñas poseen más de una cuarta parte de las acciones de JBS, como parte de una estrategia estatal para convertir el procesador de carne en una empresa competitiva a nivel mundial.
Los líos legales de los Batista se derivan de una masiva operación policial lanzada la semana pasada que apunta a más de 100 personas y empresas de Brasil. La llamada Operación Greenfield se centra en la presunta malversación en cuatro fondos de pensiones estatales que habrían pagado en exceso por participaciones en compañías brasileñas, incluyendo Eldorado.
Otras pesquisas recientes sobre la supuesta sobrefacturación relacionada con contratos del gobierno han ofrecido evidencia de que algunos de los fondos se utilizaron para pagar sobornos a políticos.
El precio de la acción de JBS cayó 10% el 5 de septiembre, cuando la policía allanó las oficinas de Eldorado e interrogó a Wesley Batista. Joesley Batista, quien es también presidente ejecutivo de J&F, estaba fuera del país y tiene previsto ser interrogado por la policía esta semana. El lunes, la acción de la empresa cerró en 11,62 reales en la Bolsa de São Paulo, un descenso de 6,7% desde cuando se hizo pública la investigación.
No hay indicios de que JBS sea blanco de la Operación Greenfield, pero en el día del allanamiento, el juez que supervisa la investigación ordenó que los hermanos Batista y otras 38 personas suspendieran sus actividades de gestión en todas las empresas en las que trabajan.
Tal orden judicial ha llevado a algunos analistas a preguntarse si Wesley Batista podrá permanecer como presidente ejecutivo de JBS. La compañía no quiso decir si Batista permanecería en el cargo.
La investigación de la alta dirección de una empresa podría ahuyentar a los inversionistas, aunque se centre en otra firma, asevera Jonathan Macey, profesor de la facultad de derecho de la Universidad de Yale, quien dicta un curso sobre ética en los mercados de capitales. Si un presidente ejecutivo y un presidente de la junta “son vistos como poco fiables, eso es un problema”, dice.
Los analistas creen que JBS ya estaba subvaluada en comparación con sus rivales, incluso antes de que Batista fuera suspendido, debido en parte a que su sede principal está en Brasil, donde los costos de endeudamiento se hallan por las nubes. Se esperaba que la reorganización permitiera a JBS conseguir financiación mucho más barata y aumentara su prestigio con los inversionistas extranjeros. Eso habría dado a JBS “un tipo diferente de atractivo”, indica Jason DeVito, analista sénior y gestor de cartera de Federated Investors Inc.
JBS es el foco de una investigación separada sobre las actividades del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Las autoridades tratan de determinar si el procesador de carne recibió un trato favorable de la entidad crediticia financiada por los contribuyentes. El BNDES financió la ola de adquisiciones que convirtió a JBS en el mayor productor de proteínas del mundo. El BNDES no respondió inmediatamente a solicitudes de comentarios al respecto.
La entidad crediticia invirtió 10.600 millones de reales en JBS entre 2005 y 2014 y se quedó con 20,4% de las acciones de la compañía, la segunda mayor participación después de la de J&F, que posee 42,4%. El prestamista estatal Caixa Econômica Federal posee otro 6,5%.
Varios inversionistas y analistas entrevistados por The Wall Street Journal elogiaron la gerencia de la compañía y su éxito en la integración de sus adquisiciones. Varios también dijeron que la empresa tiene un talentoso equipo de ejecutivos capaces de reemplazar a Wesley Batista en caso de que éste deba hacerse a un lado.
“Los consumidores chinos no van a dejar de comer carne de res”, recalca Paul Lukaszewski, jefe de investigación de crédito de mercados emergentes de la gestora de fondos Aberdeen Asset Management PLC.
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