“Los políticos son dueños de tu local”: cerró El Tano, una parrilla clásica de Avellaneda
La pandemia, el fallecimiento del fundador de la parrilla y una catarata de deudas municipales, sentenciaron a “El Tano” de la Avenida Güemes.
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En diciembre cerraron sus puertas temporalmente porque Juan Caschetto, más conocido como “El Tano” y fundador de la clásica parrilla de Avellaneda que lleva su sobrenombre, cayó enfermo en el hospital por Covid-19. En enero, falleció. Y cuando sus hijos quisieron nuevamente ponerse a trabajar en el local familiar de la Av. Güemes, se encontraron con que el municipio les había revocado la licencia para seguir operando por no haber pagado tasas municipales. Tras seis meses sin poder regularizar la situación, sus dueños anunciaron el cierre definitivo de la parrilla.
“No entiendo nada. Estamos pasando un mal momento todos, es una pandemia mundial, se trata de ser un poco comprensivos. Somos gente de trabajo, de laburar toda la vida. Mi papá falleció el 23 de enero, nos llegó la multa cuando teníamos el local cerrado porque estaba internado. Ahora perdí a mi viejo, perdí el negocio, perdí todo”, relató Fabián Caschetto, dueño de El Tano Güemes 567, local que dos semanas atrás cumplió 20 años de historia.
La noticia se dio a conocer a través de las redes sociales, donde explicaron que el problema comenzó por la falta de pago de la tasa municipal. La parrilla recibió tres intimaciones del municipio de Avellaneda para cancelar la deuda generada, la última de ellas en diciembre de 2020.
Juan Caschetto había iniciado las conversaciones para obtener un plan de pagos, ya que el local “atravesaba graves consecuencias económicas provocadas por la pandemia”. Sin embargo, en el ínterin, su fundador falleció.
“Esta desgraciada circunstancia y su irreparable pérdida provocó la imposibilidad de tomar conocimiento por parte de la firma del estado del trámite de la intimación municipal ya que, a partir de la internación del Sr. Juan Caschetto, se perdió todo tipo de contacto con él y, con fecha 28 de diciembre de 2020, la Municipalidad de Avellaneda decretó la clausura del local”, señalaron en un posteo de Instagram.
Los hijos del fundador regularizaron la deuda el 12 de febrero y le pidieron a la municipalidad que deje sin efecto la clausura. Pero desde Avellaneda le negaron el permiso de reapertura. “Pagué en dos ocasiones $50.000 por mes, el sueldo de un empleado público, una locura. Al tercero ya no podía más. Entiendo que en situaciones normales sea así, pero venimos de una pandemia que nos afectó muchísimo, estábamos cerrados cuando llegó la multa, falleció mi papá, mirá si nos íbamos a enterar de algo”, agregó Caschetto.
Si bien el local dejó de operar a finales de diciembre, recién este fin de semana fueron desalojados y anunciaron su cierre definitivo. Aunque todavía no pierden la esperanza. Tras el buen recibimiento que tuvieron a través de las redes sociales, expresaron sus deseos de que las puertas cerradas “no sean para siempre y podamos abrir el lugar de encuentro de muchas familias y amigos”.
“Hoy me tocó a mí. Yo no compré la parrilla, la hice todo a pulmón con mis empleados. Fui todos los días a la Municipalidad para entender la situación y nada, no valoran nada, no les importa y pago los impuestos siempre, estoy triste por eso, muy enojado. No puede ser que no tengamos ni un poco de respeto por la gente que trabaja, los políticos son los dueños de tu negocio. No te dan ganas de nada, ni siquiera de continuar. ¿Qué futuro van a tener mis hijos? ¿Qué les puedo dejar si no te dejan trabajar? Ya no entiendo nada”, concluyó Cascheteto.
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