Los arrepentidos del trabajo remoto
Mientras que para algunos es un experimento fracasado, para otros es la única opción
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Esta semana Sam Altman, el CEO detrás del chat de inteligencia artificial GPT, dijo que “el trabajo remoto es un experimento fracasado”. El responsable de la empresa OpenAI cuestionó la modalidad que se impuso durante la pandemia de coronavirus en una reciente reunión con empresarios en San Francisco y agregó que “fue un error y que se acabó”. A primera vista, parece que Altman está simplificando demasiado uno de los cambios más profundos que ha tenido el empleo en los últimos 100 años.
El tecnólogo dijo que esto hizo que muchas startups pensaran que “no necesitaban estar reunidas presencialmente para trabajar y que por lo tanto no iba a haber pérdida de creatividad”, y opinó que “la tecnología aún no es lo suficientemente buena como para que las personas puedan estar completamente remotas para siempre, particularmente en las nuevas empresas”.
Para los dichos de Altman hay evidencia en contra y a favor. Muchos fueron los que mantuvieron y aumentaron su productividad en trabajo remoto, como otros tantos sufrieron el decrecimiento de ideas creativas y de colaboración. Justo esta semana, me tocó conversar con Thomas Dohmke, el otro protagonista de la escena de IA actual, CEO de GitHub y padre de Copilot, una herramienta de IA para la creación de código de software que está sacudiendo la productividad de las industrias. ¿Su opinión? “Antes preferíamos el trabajo remoto como primera opción, ahora como la única”, dijo, y definió a su compañía como remote only.
¿Qué está pasando en la Argentina? Sin intención de dar una respuesta estadística en esta oportunidad, son numerosas las empresas que en las últimas semanas anunciaron cambios en su política de lugar de trabajo. Por ejemplo, una desarrolladora de software, embanderada con el lema “trabajá desde donde sea”, anunció el regreso obligatorio dos veces por semana. Otra compañía de seguros elevó a tres, en vez de dos, los días necesarios en la oficina. “El problema se da cuando las organizaciones simplifican un problemática compleja y responden por impulso, intuición o capricho de sus directivos. Encontrar el balance dinámico entre remoto y presencial requiere evaluar muchas variables e involucrar a todos los interesados”, opina Ezequiel Kahan, director de Knowment, consultora de liderazgo e innovación.
En industrias en las que se puede optar, como lo es la tecnológica, algunos comenzaron a “buscar nuevos horizontes” en los que puedan mantener la autonomía en la decisión del lugar de trabajo. Otros agradecen y reclaman el regreso, con foco en la socialización y aprendizaje con otros. Los más reacios son los que precisan invertir dos o tres horas por día en tiempo de viaje hacia el trabajo. ¿Es el trabajo híbrido y remoto para todos? Claramente no. La organización del nuevo trabajo está lejos de alcanzar una meseta de estabilidad y está arrancando una nueva etapa de movimientos, no poca tensión y mucha negociación.
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