Las lecciones de vida de un payaso de hospital que ayuda a sanar
El alter ego de Hernán Espantoso Rodríguez es “Misterio”, un clown dentro del hospital que intenta sacarle una sonrisa a cada paciente; en su fundación, trabajan personas de entre 22 y hasta 60 años
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Después de vivenciar la transformación positiva de una paciente gracias a su trabajo, Hernán Espantoso Rodríguez decidió que hacer reír a las personas que lo necesitaban era su vocación y hace 17 años, fundó “Alegrañatas Payasos de Hospital”; hoy son 60 clowns voluntarios y su sueño es que este emprendimiento siga creciendo.
Hernán Espantoso Rodríguez es más conocido como “Misterio”, su alter ego que le permite conectar con los pacientes de los hospitales que visita a diario. En un mano a mano con José Del Rio, director de Contenidos de LA NACION, en el marco del noveno capítulo de la Summit de Recursos Humanos de LA NACION, el Fundador de Alegrañatas Payasos de Hospital no vistió la típica nariz de payaso, el colorete, ni una peluca colorida, pero su sonrisa permanece intacta al hablar de su trabajo cotidiano.
“Por medio de nuestro juego, esta persona se enteró de cosas increíbles de su madre”, narró Espantoso, al rememorar los comienzos del programa corporativo, “Curioso”. Fue ella, jefa de personal, quien en modo de agradecimiento por su experiencia personal, le dijo: “Armame un programa para recursos humanos y mi empresa te va a ayudar a implementarlo”.
Sin embargo, al principio no fue fácil venderlo. “Nadie entendía lo que uno vivía o sentía”, recordó Espantoso. Fue así como decidieron armar el programa donde el colaborador de la empresa viva en carne propia la experiencia de ser clown dentro del hospital.
En el marco de este programa, el paciente empatiza directamente con el invitado y viceversa. “La mirada del paciente sobre el invitado hace que se viva el estado presente, el ideal, porque eso es lo que genera el juego”, explicó Espantoso. De esta manera, todos se involucran en la historia del paciente. “El invitado se mete en un estado muy placentero”, resumió.
Al finalizar, el equipo reflexiona acerca de todo lo vivido, que es “todo emocional”. Este programa también se ofrece a áreas no corporativas. Durante la primera hora, se brindan herramientas teatrales para que la persona pueda desinhibirse. “Es una hora de delirio, juego y diversión”, resumió Espantoso. Y agregó: “Después eso lo potenciamos con el paciente”.
En el encuentro del paciente y el clown hay una gran transformación de ambas partes. “La nariz es una máscara que abre tras de sí un mundo maravilloso”, aseguró Espantoso Rodríguez. “Tengo payasos de 22 años y también de 60, pero cuando jugamos no hay edad”. Atrás del living de la entrevista se proyectaron imágenes de los payasos en los hospitales jugando con los pacientes, y las risas y caras de felicidad de todos evidenciaron cada palabra de Espantoso Rodríguez.
Hay veces donde la conexión puede ser más difícil. Sin embargo, el payaso “es muy buen mediador y se conecta desde la emoción positiva”. Es así como se logra conectar con el paciente, creándose un efecto espejo, donde éste se ve reflejado. “Así lo podes sacar del estado mental del miedo y ellos se conectan con lo que realmente son”, narró Espantoso.
En estos encuentros donde “las transformaciones son constantes”, los payasos se conectan con las historias de los pacientes “maravillosas, potentes”. Estas son contadas desde un lugar de mucha entrega y pasión. Espantoso relató cómo reciben constantemente palabras de agradecimiento, abrazos, en un permanente estado de sorpresa.
“Estaba en un gran Hall de un sanatorio, y de repente vino un señor alto, todo camuflado, y me abrazó, y me dijo al oído “nunca dejes de hacer esto”. Ese paciente, contó, era Luis “El Flaco” Spinetta, quien estaba en ese momento en un tratamiento de quimioterapia.
Otra vivencia que lo impactó muchísimo fue la que vivió al lado de una niña con un cáncer que tenía metástasis en los huesos, quien al principio no quiso que el personaje de Espantoso, “Colorete”, la abrazara. Sin embargo, con el tiempo, logró una conexión con ella. “Empecé a ir a visitarla todos los sábados, ella empezaba a reírse, a moverse cada vez más”, contó con emoción en su voz.
La enfermera, que muchas veces funcionan como “los informantes” de los payasos, le contó un día que la paciente le dijo que estaba con ganas de enamorarse, de tener un hijo, de volver a vivir… Pasaron tres años, y la paciente que apenas se movía comenzó a caminar.
“Qué buen despertar viví, qué gracia tengo de poder vivir esa sensación”, rememoró Espantoso sus pensamientos en ese momento, cuando decidió seguir por este camino, donde hoy lo acompañan 60 clowns más capacitados por su Fundación.
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