La plataforma que identifica cuál es la mejor zona para abrir un local
Candela Higa tiene 25 años y la meta fija de emprender; su segundo proyecto cocreado está enfocado en el análisis de datos para el desarrollo de negocios
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Candela Higa (25) nació y vivió siempre en el barrio porteño de Palermo. Sin embargo, ella se define como “75% japonesa”: todos sus abuelos -excepto su abuela paterna, que nació en España- son oriundos de Okinawa, una isla situada en el mar de China Oriental, distinguida por su ritmo de vida tranquilo y su población longeva.
“Mi familia materna llegó a Argentina después de la Segunda Guerra Mundial. Fue una época en la que se dio un éxodo bastante grande y se ‘corría la bola’ de que acá se podía crecer”, narró Higa a LA NACION. Y amplió: “Mi abuelo formó parte del equipo de kamikazes [pilotos suicidas] y para nosotros su vida siempre fue un caso de superación. Sobrevivió a la guerra y creció en su país, pero dejó todo y arrancó acá desde cero”. Con base en Córdoba, creó su propio negocio de indumentaria, al fallecer el mismo quedó en manos de la familia y, con las contingencias de 2001, lo perdió todo.
“Ahora, todos le tienen mucho respeto a la actitud de emprender y prefieren trabajar en relación de dependencia”, opinó. Higa tiene seis tías por parte de su madre, una de las cuales regresó a su país y hoy vive en Tokio. En tanto, su madre conoció a su padre -quien vivía en Burzaco- por medio de la colectividad japonesa y se mudaron juntos a la ciudad de Buenos Aires. Apegada a su familia y atravesada por los valores del compromiso y del trabajo, Higa combinó la cultura japonesa con lo que denominóa un “espíritu extrovertido y dispuesto a correr riesgos”.
La chispa de emprender
Durante la etapa de educación primaria, Higa asistió al Children’s School, un colegio privado, bilingüe y de doble escolaridad. Y al llegar a sexto grado, comenzó a barajar alternativas para el secundario, entre las que apareció el Carlos Pellegrini. “Mis papás no tenían muchas referencias de colegios y solo lo conocían por los paros docentes. Más aún, la primera vez que fui, la falta de mantenimiento edilicio me impactó, pero me gustaban las Matemáticas, vi las materias y dije ‘es acá’”, aseguró.
Higa cursó todo este trayecto con su mejor amiga y fue distinguida abanderada. “Crecí un montón como persona y me independicé. El simple hecho de conseguir el material de estudios y sacar las fotocopias dependía de mí y eso me cambió mucho la cabeza”, señaló. Y precisó: “Era una realidad y un contexto muy diferente al del colegio privado. Aprendí mucho de Argentina y salí de la burbuja”.
uaaad,Aplicó para algunas de las universidades más importantes de Estados Unidos, como Harvard y Stanford, y obtuvo el puntaje requerido, pero luego prefirió permanecer en la Argentina. En paralelo, recibió también la oferta de becas por parte de dos casas de estudios en el país y se embarcó en la Universidad Di Tella para estudiar Economía Empresarial, un híbrido entre Economía y Administración de Empresas. Para Higa, este fue otro golpe de realidad, dado que se encontró de nuevo en un ambiente reducido y exclusivo.
Y un año antes de graduarse, un intercambio en McGill University, en Canadá, marcó para ella un punto de inflexión. “Ahí decidí que quería emprender. Participé de una materia opcional denominada “Entrepreneurship”, por la que cada viernes nos visitaba un emprendedor para contar su historia, de éxito o de fracaso”, recordó. Y resaltó: “El paraguas que la carrera me abría era muy amplio y no sabía qué hacer, pero volví con esa idea”.
Del primer empleo al primer emprendimiento
Finalizado el intercambio, Higa viajó de vacaciones a Japón, aunque tuvo que adelantar su regreso a la Argentina como consecuencia del inicio de la pandemia de Covid-19. Empezó el último año de cursada en la universidad y, a la semana, pasó a la modalidad virtual. A pesar del escenario, esto se tradujo para ella en una oportunidad: “Yo no tenía experiencia laboral formal, porque los horarios de la cursada no me daban la flexibilidad necesaria. Sin embargo, al cursar desde casa, me podía organizar mejor”, señaló.
Al iniciar la búsqueda laboral, Higa recibió ofertas del gigante del e-commerce Mercado Libre y de la fintech Ualá, a la vez que de Adtomic, una startup enfocada en marketing digital, para el área de Business Intelligence (BI). “Yo había realizado algunos cursos de programación, porque en Canadá me empezó a interesar la posibilidad de mezclar los datos y la tecnología para hacer más eficiente los procesos. Confié en mí y me propuse asumir el desafío, pero aclaré a la empresa que yo no tenía experiencia en el área”, precisó. Asimismo, explicó que, cuando se encontraba barajando las tres opciones, quien luego sería su jefe la llamó y le dijo las palabras justas para convencerla: “El equipo de Recursos Humanos me contó que estás analizando otras propuestas. Me encantó conocerte y quiero trabajar con vos, te prometo que acá la vamos a pasar bien”.
“En tan solo un semestre, ya había crecido un montón, tuve reconocimientos por performance y, poco a poco, me puse al frente del área de BI. Tenía 21 años, pero ya armaba mi propia hoja de ruta, daba charlas al equipo y llegué a sentirme en la mesa chica de la empresa”, enfatizó Higa. Y aclaró que, ante tal crecimiento, sintió que debía dar un nuevo salto. Su próximo paso la llevó a la consultora ZS, en donde participó de un trabajo para un laboratorio que implicó el desarrollo de proyecciones de venta de vacunas contra el Covid-19. “Reportaba a mi jefe en Estados Unidos y lidere un equipo radicado en India, pero ahí entendí que no me gustan las grandes estructuras. En la startup siempre fui muy libre, y uno vuelve a donde fue feliz”, señaló.
“Va en uno, más allá de la industria”
La vuelta de página llegó de la mano de la propuesta de un amigo de Higa: junto con el dueño de una concesionaria de autos, tenía un proyecto para salir a competir con Kavak. Bajo el nombre Auta, el negocio creció e Higa se puso al frente del área de data.
“Para mí fue emprender sin emprender, porque yo tenía lugar en la toma de decisiones y me involucré a fondo en cuestiones operativas, pero sin fondos propios. Fue una linda experiencia, pero decidí dar un paso al costado. Me costó mucho dejar el proyecto y tuve muchas charlas con el CEO, pero sentía que ya no era mi lugar”, indicó. Sin embargo, para Higa el problema luego fue otro: ya con esa experiencia, ¿a qué rol apuntar? “Empecé a escuchar ofertas, pero no quería una relación de dependencia convencional, sentía que perdía independencia y visibilidad, y que me alejaba del diseño de estrategias.
En 2023 le sumó una nueva línea a su CV y se unió al equipo de Mofiler, una plataforma fundada por Bryan y Lionel Tafel y Norberto Herz, especializada en soluciones que combinan inteligencia artificial y location intelligence (LI) para el desarrollo de insights de negocio. “Ellos estaban enfocados en el segmento b2b. Entendían que tenían la oportunidad de masificar el producto, pero no sabían cómo hacerlo”, explicó Higa. Y señaló: “Yo no sabía de LI, del producto, del mercado ni de la competencia. Pero tuve charlas de 1,30 horas con cada uno de los socios y me sumé como socia para el lanzamiento de un nuevo producto”.
Bajo el nombre Piqel, la solución funciona “como Google Analytics, pero en la vida real”, según la emprendedora. La plataforma reúne información anónima provista por aplicaciones móviles y la transforma en datos que dan cuenta de qué pasa en un tiempo y en un espacio determinado: cuál es el nivel de tráfico de la zona, cuántas personas transitan por allí y cuáles son sus características sociodemográficas, por ejemplo.
Piquel está dirigida a emprendedores y a pymes. “Para Higa, las grandes empresas utilizan LI en el día a día, para analizar a la competencia y a su audiencia, para expandirse, y ante cada toma de decisión, y la tecnología está próxima a convertirse en un estándar. Así, buscamos que cualquier persona sin conocimiento de data entienda las métricas y les saque provecho”, resaltó. ¿Cómo impacta concretamente? Un emprendedor puede identificar cuál es la mejor zona para abrir un local o para realizar publicidad; un kiosco puede identificar si sus ventas son acordes con las proyecciones; y una constructora puede detectar qué categoría de departamentos desarrollar en cada zona, por caso.
“Nunca tuve una empresa totalmente mía desde cero, pero sé que la voy a tener”, afirmó Higa. Y consideró: “En cada experiencia, me dí cuenta que el emprendedor va en el espíritu de uno, sin importar la industria. Todo el tiempo tengo el bichito picando para dar el próximo paso”.
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