La otra cara del boom. Sube el riesgo para los inversores
La gran disponibilidad de fondos a nivel mundial alienta el surgimiento de nuevos unicornios pero también implica más peligros
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Aileen Lee, una capitalista de riesgo que fundó una firma de inversiones llamada Cowboy Ventures, acuñó el término “unicornio” en 2013 para referirse a lo que entonces era una especie mítica y rara, startups de capital privado valuadas en US$1000 millones o más. Dejando de lado los atributos mágicos, hoy son comunes y cada vez más. Los consumidores, que se benefician de una variedad de productos y servicios novedosos, a menudo baratos, pueden esperar que el viaje sea disfrutable. Los inversores que apuestan en el derby de los unicornios debieran andar con más cuidado.
La manada de unicornios del mundo se está multiplicando a un ritmo más parecido al de los conejos. El número de estas firmas ha crecido de una docena hace ocho años a más de 750, con un valor combinado de US$2,3 billones. En los primeros seis meses de 2021 las startups tecnológicas reunieron casi US$300.000 millones globalmente, casi como en todo 2020. Ese dinero ayudó a sumar 136 unicornios nuevos tan sólo entre abril y junio, un récord trimestral, según la consultora CB Insights. Comparado con el mismo período del año pasado la cantidad de rondas de financiación que superaron los US$100 millones se triplicó, llegando a 390. Mucho de esto ayudó a engordar a miembros mayores de la manada: todos menos 4 de los 34 que ahora tienen valuaciones de US$10.000 millones o más han recibido nuevas inversiones desde el comienzo de 2020.
Los más recientes niños mimados de la tecnología ya no son primordialmente mercados al estilo Uber para conectar servicios con consumidores. En cambio ofrecen o están desarrollando productos sofisticados a menudo en mercados que son más de nicho. Alrededor del 25% de los fondos en el segundo trimestre fueron a las firmas de tecnología financiera, con mucho dinero fluyendo también a la inteligencia artificial, los servicios digitales de salud y la ciberseguridad.
Los recipientes de la generosidad de los inversores también se están volviendo más globales. Si bien startups estadounidenses y chinas siguen estando a la cabeza de las tablas de la liga en cuanto a recaudación de fondos, el porcentaje de fuera de los dos mercados mayores creció de alrededor del 25% en 2016 al 40% en el último trimestre. En julio Flipkart, una firma de comercio electrónico india, recaudó US$3600 millones en una ronda que la valúo en US$28.000 millones. Grab, que busca ser la respuesta del Sudeste Asiático a las súper apps chinas, espera comenzar a cotizar en bolsa en New York este año con una valuación de US$40.000 millones.
El flujo millonario puede explicarse por dos factores. El primero es una carrera de desinversión de los primeros capitalistas de riesgo en respaldar startups. Las mayores sumas son de inversores desesperados por tener exposición a la ola de digitalización de la era de la pandemia. Las salidas, vía lanzamientos accionarios y adquisiciones, se más que duplicaron globalmente comparando año a año, a cerca de 3000. El dinero procedente de ello está fluyendo a nuevos fondos de riesgo, que en lo que va del año han acumulado US$74.000 millones tan sólo en Estados Unidos, acercándose al récord de 2020 de US$81.000 millones en la mitad del tiempo. Los capitalistas de riesgo ya no saben cómo deshacerse más rápido de su dinero. En los tres meses hasta junio Tiger Global, una firma de inversiones neoyorquina particularmente agresiva, hizo 1,3 acuerdos en promedio por cada día hábil.
Peligro en puerta
Esta corrida de ganancias puede terminar en lágrimas. Eso es lo que sucedió hace dos años cuando firmas valuadas con modelos de negocios poco sólidos vieron hundirse sus números después de sus lanzamientos iniciales de acciones (como sucedió con Uber y Lyft, dos rivales de los viajes compartidos) o nunca llegaron hasta allí (WeWork, una firma de alquiler de oficinas cuyo lanzamiento accionario fue cancelado cuando los inversores se asustaron). Muchos unicornios que recientemente comenzaron a cotizar en bolsa siguen perdiendo dinero. Según los cálculos de The Economist, los que lanzaron acciones por primera vez en 2021 tuvieron pérdidas sumadas por US$25.000 millones en su último año financiero.
Está claro que los inversores deben cuidarse con sus elecciones. Para todos los demás, la multiplicación de los unicornios es una gran noticia. Debido a que las inversiones de riesgo mayormente involucran capital y poca deuda, incluso fracasos como el de WeWork e historias que alertan como la de Didi, representan poco riesgo para el sistema financiero.
Siempre que el capital de riesgo esté financiando startups que producen pérdidas mientras ofrecen servicios subsidiados o desarrollan nuevos productos ingeniosos, los consumidores no tienen motivos para mirarle los dientes al caballo con cuerno.
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