La equidad de género en las empresas “es una evolución muy lenta”
La preocupante ausencia de las mujeres en puestos directivos perjudica a las empresas y la diversidad de equipos es fundamental para su crecimiento, según Tamara Vinitzky, socia de KPMG
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La idea de que los puestos directivos en las empresas dejan poco espacio para figuras femeninas recorre el mundo entero. KPMG estudió en los últimos cuatro años la presencia de mujeres en cargos jerárquicos de las 1000 empresas con mayor facturación de la Argentina y detectó que “la evolución es muy lenta. Desde el inicio a hoy, aumentamos en promedio del 9% al 13%; 4% en cuatro años”, destaca Tamara Vinitzky, socia de la firma.
En el marco del séptimo capítulo del evento “Mujeres Líderes” organizado por LA NACION, la especialista comentó en diálogo con José del Rio, secretario general de Redacción, los motivos y aristas del tema que aqueja a la sociedad. “Hay una cuestión cultural que no podemos negar, miramos años atrás y esas mesas vienen ocupadas por hombres. Otro tema es que alguien las tiene que dejar”, remarca la contadora, quien tiene a cargo las áreas de Clientes, Mercados, Marketing, Comunicaciones y Diversidad e Inclusión.
En esta línea, detalla que existen mujeres capacitadas y distinguidas y no puede evitar preguntarse: “En estas empresas, ¿no hay mujeres para sentarse a la mesa chica? ¿A lo largo de toda la carrera, no viste potencial en alguna mujer para ayudarla a crecer o para hacer que siga su carrera y esté preparada para subir a ese lugar?. De reflexionar, surge el interrogante de si realmente la mujer no está preparada o no se le da lugar”, cuestiona.
“Hay que mirar para adentro para hacer que las cosas pasen”, indica, y comenta que desde KPMG tienen acciones internas para ayudar en este tema. Sin embargo, es importante también realizar acciones externas. Vinitzky estuvo a cargo de un programa que capacita a directoras de compañías. “Ahí tenés una cantidad de mujeres ejecutivas que necesitan prepararse. Por un lado, la preparación para ocupar esos roles y por otro lado la comunidad de negocios en general. Tenemos que tomar medidas que impacten en los negocios, hasta que no impacte en el bolsillo de la compañía, los negocios van a seguir siendo lentos. Necesitás una mirada diversa para que tu negocio funcione mejor y que genere mejores resultados”, señala convencida.
Como co-chair de WomenCorporateDirectors (WCD), organización global que agrupa mujeres directivas, buscó de la mano de sus compañeras la manera de “hacer una acción para que esas mujeres sigan creciendo, tengan más visibilidad, sean una base confiable para los headhunters a la hora de buscar miembros de directorio en compañías”, cuenta y señala que durante la pandemia la organización creció un 40%.
Las que logran llegar a la cima de los comités ejecutivos enfrentan grandes desafíos. “Cuando llegás a esa mesa, empezás de nuevo. Es responsabilidad de todos aprender a escuchar. Si todos trabajamos en la capacidad de escucha al otro, habilita a que todos podamos hablar y lo rico de esa mesa es que todos podemos hacerlo. Después está que cada uno diga que quiere que su voz se escuche”, enuncia.
A pesar de reconocer cierta autoexigencia de parte de las mujeres, expresa que “lamentablemente, las mujeres que llegamos decimos `tengo que demostrar que estoy acá porque me lo gané´”. Además, con respecto a los roles de liderazgo, hace hincapié en la importancia de permitir el error propio y del equipo y de que las mesas sean diversas.
En líneas generales, son muchas las mujeres a cargo de las tareas domésticas y el teletrabajo ayudó a facilitar la dinámica entre esto y el trabajo. “Hasta los rangos medios hay cierta igualdad, y la curva cambia ahí cuando muchas mujeres entran en la maternidad y se dan ciertas circunstancias que el home office nos facilitó”, comenta.
Ante la opción de volver a las oficinas, los hombres fueron los que primero retornaron a la presencialidad. Sin embargo, interpreta que la presencia física de la mujer en los trabajos es importante para que no quede afuera de las charlas post-reunión. “Para seguir creciendo de rangos medios para arriba, tiene que tener un espacio de networking, de intercambio y de diálogo”, concluye.
Ser imperfectos ayuda a complementarnos con el otro
En este contexto donde se busca la diversidad social y corporativa, entender que “la complementariedad alude al reconocimiento de que no tenemos ni somos todo; significa que hay un semejante, que podés decirme algo que no sabía y que si me integro hice un cambio y eso me permite estar en movimiento”, según el psicoanalista José Eduardo Abadi. De esa diversidad pueden nutrirse el varón y la mujer en todos los ámbitos.
Para avanzar, hay que perderle el miedo al otro. “¿Cuándo acortaremos nuestra propia diversidad interior? ¿Cuándo dejaremos de estar luchando por un poder sustantivo y busquemos el poder ver, el hacer, el movimiento?”, se pregunta. A respuesta puede hallarse en el cambio que la mujer generó en el concepto de liderazgo moderno “que es más interactivo, que como todo maestro tiene que enseñar a que lo refuten; que es sensibilidad, tiene que ver con afectos, emociones, integrar la pregunta por parte del líder, poder decidir, pero no pretender tener la verdad absoluta. Eso es en gran parte producto de la revolución que hizo la mujer en términos sociales”, comenta.
En una sociedad en la que se predica la igualdad de oportunidades y la equidad en los trabajos, la palabra justicia hace eco. “La incorporación de lo diferente, de lo diverso, la aceptación de que no tengo la única respuesta a las preguntas que están presentes me permite aceptar al otro. La simetría que oprime es la que tiene miedo de quedar afuera si el otro existe y crece”, observa.
Nota, además, un punto de quiebre en el momento en el que la mujer deja de esperar una suerte de permiso del hombre para entrar, cuando toma su posición porque aparece como deseante, pensante y fuerte, momento en el que dijo: “No tengas miedo, aquí vengo simétricamente a decirte algo que por ahí no se te ocurrió y escuchar algo que -si bien lo vengo escuchando desde hace bastante tiempo- puedo metabolizarlo de un modo distinto. Cuando la mujer supo de su derecho y de su potencia, potenció al hombre y produjo esa otra simetría que sustituyó a una simetría empobrecedora”, define quien fue directivo de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Piensa que los estereotipos llenos de miedo, que piensan que el crecimiento del otro representan la pérdida propia, empobrecen mucho. Señala que estos pueden romperse con la capacidad de escucha y no solamente hablando, cuando uno está dispuesto a aprender y disfrutar con y del otro y deja de ser distante.
En términos de características, el experto destaca la frecuente -y errónea- asociación de sensibilidad, permeabilidad y apertura con una fuerte densidad creativa con debilidad y fragilidad. “No es así. Cuando el hombre sabe incorporar la sensibilidad es cuando ha dejado de tenerle miedo a la mujer y ha aceptado sus propios aspectos sensibles, pasivos “femeninos”, se ha convertido en alguien mucho más creativo. La mujer incorpora el vector productivo que antes estaba solamente encarnándose en el hombre y empieza a plasmar ese matrimonio entre sensibilidad y producción que permite que nazca algo nuevo, distinto”, concluye Abadi, también médico y profesor universitario.
A respirar
Para bajar las tensiones y preocupaciones que atraviesan la mente a diario, el evento también tuvo un lugar de introspección para que los espectadores participen. Liderado por Soledad Simond, directora de la revista OHLALÁ!, comenzó con un espacio de meditación.
En este, la especialista invitó con una música pacífica de fondo a preguntarse quién sostiene a las que sostienen. Con el fin de encontrarse con una misma y por unos minutos alejarse de las numerosas responsabilidades y decisiones a tomar, propuso descansar al sentarse en un lugar donde se sienta mucha comodidad. “Estamos acostumbradas a tener nuestra atención en el afuera, en la acción y nos cuesta habitar el ser, en el estar”, dice. Indicó a los espectadores a sentarse alineados en el centro de su eje, alejando hombros de orejas, sintiendo el aire entre las vértebras y abriendo el pecho. Relajar los hombros y realizar suaves giros con ellos también ayuda a concentrarse y despejarse. Mientras tanto, instó a que piensen en algo que represente calma y felicidad, como un recuerdo, una persona o una conversación. Con los ojos cerrados, y mucha paciencia, destacó la importancia de realizar largas y lentas inhalaciones y exhalaciones durante el proceso mientras se aprovecha este espacio para enfocarse en el bienestar propio.
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