La empresa que convirtió la sustentabilidad en un negocio
Juan Nuñez y Tomás Gutiérrez lideran Nideport, que trabaja en la restauración ecológica; sus planes para administrar 45 millones de hectáreas para 2030
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El proyecto arrancó con lo que consideraron “una idea compleja”. Durante una cena, cuatro amigos y socios en diferentes negocios pusieron sobre la mesa la oportunidad de ingresar al mercado de los créditos de carbono -un instrumento internacional que permite a empresas y países compensar sus emisiones de dióxido de carbono, financiando un terreno reforestado-. Años más tarde, con la llegada del quinto socio, encontraron la estabilidad financiera que el emprendimiento requería y empezaron a escalar. Así arrancó Nideport.
“Dos de los cofundadores tenían un campo de 7000 hectáreas en Misiones, venían analizando la problemática de la deforestación y tenían la misión de establecer algún modelo o mecanismo para capitalizar la selva subtropical y que la deforestación dejara de ser un negocio. La idea iba más allá de una cuestión filantrópica”, explicó Juan Nuñez, CEO y cofundador de la empresa, responsable en el inicio de la pata tecnológica.
Graduado de abogado en la Universidad de Morón, Nuñez se especializó en tecnologías de seguridad en Israel, y trabajó durante una década en el desarrollo de sistemas complejos, para el gobierno nacional y para el exterior, hasta que decidió darle un giro a su carrera. “Comenzamos a armar el MVP (Minimum Viable Product) del modelo y cerramos una ronda semilla de US$1 millón, liderada por Draper Cygnus, uno de los venture capital más grandes del mundo, lo que nos permitió terminar el proceso”, explicó.
Un proyecto y una oportunidad
Tras una etapa de análisis, los emprendedores entendieron que las primeras tierras no estaban lo suficientemente degradadas y pasaron a buscar una empresa que tuviera actividad de extracción durante un tiempo prolongado. Así, dieron con una propiedad de 25.000 hectáreas, perteneciente a la empresa Forestal Belga desde hace 80 años, y la que previamente y durante cerca de 50 años estuvo en manos de Celulosa Argentina. “En una primera etapa, sacaron los árboles más grandes para fabricar papel; y luego, Forestal Belga comenzó a explotar la segunda categoría de árboles. Hoy, más del 50% de la selva está degradada y no encontramos árboles de más de 40 años, cuando originalmente había de hasta 1000 años de antigüedad. Encontramos un solo árbol abuelo, que lo abrazamos entre ocho personas”, explicó.
Para Nuñez, la oportunidad era clara: a mayor proceso de restauración, mayor los créditos de carbono que obtendrían, y por ende, mayor el negocio. Con ello en vistas, Nideport firmó un contrato de arrendamiento con opción a compra. Además, conformó un equipo interdisciplinario -que hoy incluye a 40 personas, entre sociólogos, contadores, abogados, programadores, guardaparques, y otros profesionales-.
No obstante, tras haber lanzado la firma en 2020, los fundadores se enfrentaban a una complejidad en el área administrativa y financiera. Y en ese contexto, para 2022, hicieron match con Tomás Gutiérrez, quien se sumó como chief financial officer. “Tomás nos dio el entendimiento de que teníamos que extender el runway -la tasa de gasto mensual- y tener mayor previsibilidad; esto nos dio salud financiera para tranquilidad de los inversores”, señaló Nuñez.
Licenciado en Administración de Empresas, Gutiérrez se define como un emprendedor innato. “Desde los 18 años impulsé diferentes negocios, como un restaurante en Punta del Este y un e-commerce especializado en beneficios para empleados, aunque durante esas experiencias me di cuenta que me faltaban skills para ser un buen emprendedor. Cuando me recibí a los 24 años, me enfoqué en ello y me metí en temas de finanzas e inversiones, llegando incluso a abrir mi propia consultora, desde la que asesoraba a empresas que tuvieron un impacto. Me crucé con el equipo de Nideport y el match fue inmediato”, señaló.
Estabilidad financiera y un modelo de negocio
“El mercado de los créditos de carbono fue creado para que las acciones sustentables sean un negocio y que todos los involucrados en el ecosistema ganen. Si queremos que las acciones sustentables crezcan, además, tienen que ser escalables. Vivimos en un mundo capitalista y si algo no es un negocio, no crece”, afirmó Gutiérrez. A través de este modelo, Nideport trabaja en la restauración ecológica y en la conservación de la biodiversidad en la selva paranaense, bajo el paraguas del proyecto Selva Paranaense Vida Nativa. Por ello, recibe créditos de carbono -emitidos por una entidad certificadora- que validan la cantidad de carbono absorbida, los cuales luego puede vender a otras compañías que quieren compensar su huella.
De acuerdo con los emprendedores, Nideport recibirá los primeros créditos de carbono hacia finales de este año, lo que permitirá que la rueda comience a girar. “Conseguimos nuevos inversores y cerramos acuerdos de preventa para sostener el negocio hasta recibir los créditos. Nuestros créditos son muy demandados, dado que menos del 3% del mercado tiene una calidad tan alta. Selva Paranaense se convertiría en el proyecto que más carbono absorva por hectárea en el mundo”, explicó. A la fecha, según precisó, Nideport recibió fondos por alrededor de US$4 millones; a la vez que obtendrá cerca de 805.000 créditos y cada uno de ellos será comercializado a US$25. Esto representa el 20% de la cuota de mercado de créditos de carbono para la restauración forestal.
Ambición global
Con los certificados en puerta, Nideport ya tiene en vistas el siguiente paso. “Tenemos 2 millones de hectáreas analizadas en diferentes países, como México, Paraguay, Brasil, la Argentina, Irlanda e India; en algunos casos apuntamos a la restauración de bosques degradados y en otros, de bosques extintos, lo cual requiere más inversión pero representa también un negocio más grande. Creemos que en los próximos 24 meses podremos escalar”, anticipó Gutiérrez.
De cara al 2030 -precisó- el objetivo es administrar 45 millones de hectáreas, equivalente al 20% de la superficie de la Argentina. “Esto es posible, dada la alta rentabilidad del negocio y la gran disponibilidad de capitales que hay para el negocio”, afirmó. Según la ONU, el objetivo es restaurar 300 millones de hectáreas para 2030.
A fin de acelerar los procesos de restauración, Nideport profundizó la aplicación de tecnología. “Estamos trabajando con otras compañías y startups para adaptar tecnologías ya existentes a este modelo de negocio. Trabajamos en inteligencia artificial, para acelerar la restauración y la certificación; en biotecnología, para restaurar el suelo de forma rápida; y en edición genética de árboles, para que también crezcan más rápido y absorban carbono. También trabajamos en imágenes satelitales, para detectar rápidamente incendios y apagarlos más rápido; en drones y radares para seguridad y digitalización; y en automatización para llevar la forestación a escala, por ejemplo”, explicó Nuñez.
Según el especialista, algunos de estos desarrollos ya fueron utilizados con éxito en la selva paranaense. “El campo tiene 20 km de frontera con Brasil, lo que representa una complejidad de seguridad muy importante: no hay solo cazadores argentinos, sino también brasileños, que son muy sofisticados. Además, no solo atacan a la diversidad, sino que generan focos de incendios. Desde nuestra intervención en las tierras en diciembre de 2021 logramos bajar el promedio de incendios de siete a menos de uno por año”, detalló.
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