La eclosión que no fue
Las actualizaciones de las cuotas de las prepagas en los últimos meses provocaron alarma generalizada en la Argentina. Esto, a pesar de haberse dado en un contexto general en el que se sinceraron también las tarifas de otros servicios y productos que habían estado regulados, con importes que venían muy rezagados ante el avance de un proceso de hiperinflación. No obstante, hay una mirada equivocada sobre el DNU 70 y sector privado de la salud.
En primer lugar, la medicina prepaga no es en sí misma formadora de precio: refleja en la cuota las variaciones que tiene en los componentes de su gasto: medicamentos, insumos, aranceles de clínicas y sanatorios, honorarios médicos. Eso también lo tenía claro el gobierno anterior, por eso había generado un índice de actualización (el Índice de Costos de Salud) que, en parte, reflejaba la evolución de esos costos. Solo en parte. Por eso, la imposibilidad de actualizar las cuotas según como evolucionaron los costos reales, fue generando una enorme presión sobre los honorarios médicos, los sueldos de los trabajadores de la salud, aranceles de otras prestaciones y prácticas, internación, etc, a los cuales no se les podían trasladar actualizaciones de acuerdo a los gastos que ellos estaban teniendo.
Esa presión fue acumulándose, fogoneada, sobre todo, por el gran aumento que tuvieron los medicamentos e insumos, particularmente por los tratamientos de alto costo. A lo largo de 2023 los medicamentos de alto costo acumularon aumentos promedio de 151.43% ($/unidad). Solo en el mes de enero de 2024 aumentaron casi la mitad que todo el año: 71,28%. Y ese porcentaje se aplica a una cifra de, por ejemplo, 38 millones de pesos, que es lo que cuesta el vosoritide, una de las drogas de alto costo más utilizadas. ¿A cuántas cuotas de afiliados equivale lo que cuesta un medicamento que se aplica un mes a un solo paciente? ¿Qué empresa grande o pequeña está hoy en condiciones de sostener ese gasto?
Hay un dato a tener en cuenta: la realidad es que incluso habiendo continuado con el Índice de Costos de Salud que establecía el Gobierno anterior para la actualización, las cuotas hubieran tenido aumentos similares en estos meses, ya que ese índice se calculaba a través de una fórmula que incluía, en parte, la evolución del IPC y debía, necesariamente reflejar los aumentos en los medicamentos e insumos y las paritarias.
A finales de 2023, la inflación había estresado de tal manera los costos de salud, que de no haber llegado el DNU 70 y permitir una simetría con la evolución de gastos, se hubiera producido el colapso total del sistema privado de salud. El sistema no hubiera podido ya proveer servicios porque no estaba en condiciones de soportar sus costos operativos. El desfasaje entre el valor de los gastos en relación con los ingresos lo hacía inviable. De hecho, ya los profesionales estaban optando por salir del sistema. Las clínicas ya no podían pagar sueldos ni honorarios a los médicos.
A partir del DNU 70 el sistema está buscando su equilibrio teniendo la posibilidad de alcanzar una simetría con la evolución real de sus gastos, procurando a la vez retener a su cartera de afiliados. La sostenibilidad del sistema privado es parte de la sostenibilidad de todo el sistema sanitario, ya que da cobertura no sólo a través de las grandes empresas, sino de una gran cantidad de entidades medianas y pequeñas regionales y locales que atienden las necesidades de salud del 70% de los argentinos.
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