La división de General Electric. El canto del cisne de la industria tradicional de EE.UU.
El conglomerado de servicios pretende superar años de pérdidas separando sus negocios en tres empresas
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Desde que Thomas Alva Edison inventó la bombilla, en octubre de 1879, dando origen al embrión del emporio, la división de electrodomésticos de General Electric (GE) ha sido la menos significativa, en volumen de negocio de cuantas componen la compañía. Pero resulta imposible encontrar un solo hogar en los Estados Unidos sin una cocina, un lavavajillas o una batidora con el sinuoso logotipo de la marca.
Porque GE es más que una firma, es un símbolo, como los viejos Chevrolet, del desarrollo económico de EE.UU. De un siglo XX que pasó a la historia por la pujanza de su industria y que hoy, encarrilado ya el XXI, asiste a la liquidación o la recomposición de sus restos.
General Electric, con presencia en sectores tan diversos como defensa, telecomunicaciones, obras públicas, medios de comunicación o sanidad, anunció hace unos días que se dividirá en tres grandes divisiones cotizadas, las de salud, renovables y digital, para sanear el negocio, reducir la deuda e impulsar el valor de sus acciones.
La Bolsa saludó la reestructuración con subidas del 5% y el anuncio marcó tendencia: la japonesa Toshiba anunció dos días después que se desgajará en tres, y unas horas después Johnson & Johnson confirmó su divorcio.
Fundado el conglomerado en 1892 como un laboratorio de investigación industrial en el estado de Nueva York -vocación que continúa en su centro de investigación, GE Global Research, uno de los más punteros del mundo-, General Electric, con sede en Boston, ha explicado que la división de atención médica será la primera en separarse a principios de 2023.
A partir de ahí, GE fusionará los negocios de renovables y equipos eléctricos y digitales en otra empresa que se independizará en 2024. Y esa agrupación, a su vez, dará luz a la tercera compañía, llamada GE Aviation.
Para algunos, es el canto del cisne de un emporio centenario que en 2011 era el sexto en volumen de negocio en los Estados Unidos, con intereses en el sector hipotecario, las líneas de crédito o la televisión de entretenimiento; para otros muchos, el golpe de timón necesario para superar la crisis que arrastraba desde la Gran Recesión de 2008, y que marcó números rojos una década más tarde, debida en parte a su ubicuidad.
En manos de Larry Culp, el primer director ejecutivo de la compañía que no ha salido de la cantera, GE revierte la tendencia a la diversificación que caracterizó los años ‘80 y ‘90 del siglo pasado, cuando la Reserva Federal la calificó como “too big to fail” (demasiado grande para quebrar), el concepto que describe el riesgo de quiebra desastrosa con implicaciones sistémicas en la economía.
La idea de la escisión no era nueva pero ha debido ser un ejecutivo ajeno a la cultura tradicional de la empresa el encargado de acometerla.
En las dos décadas que siguieron al reinado de Welch, sus sucesores, Jeff Immelt y John Flannery, largaron lastre vendiendo partes de la compañía para mejorar su cotización, pero una racha de pérdidas en la división de energía acabó llevándose por delante al último. Culp, de 58 años, planteó la posibilidad de la escisión a primeros de año, y las discusiones formales arrancaron en primavera.
Desde su nombramiento como director ejecutivo en 2018, se ha granjeado fama de buen gestor -gracias a él la división energética del conglomerado, incluido el sector de renovables, ha vuelto a dar beneficios-, aunque no pudo evitar dos ejercicios de números rojos y cifras calamitosas un año después, en 2020: sólo US$79.000 millones de ingresos, lejos de los US$180.000 que logró en 2008.
Según fuentes de la negociación a las que tuvo acceso la agencia Reuters, Culp vio claro desde el primer momento que la división sanitaria estaba lista para volar en solitario, mientras que las otras dos aún no son autosuficientes, de ahí que el proceso de reestructuración se prolongue hasta 2024.
GE ha sido mucho más que un emblema de la industria estadounidense; suya es también una decidida contribución al progreso de la humanidad que además se ha mantenido en el tiempo. Entre sus inventos pueden contarse, además de la famosa primera bombilla de filamento de carbono incandescente (1879), la máquina de rayos X (1896), el ventilador eléctrico (1902), la popular tostadora (1905), el primer motor a reacción de EE.UU. (1941) y el sistema de ultrasonidos 4D en 2002.
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