Internet descentralizada. Cómo la Web3 promete revolucionar los negocios digitales
La tercera generación de la red promete una estructura más libre, basada en blockchains e incorporando propuestas como los NFT; los escépticos, sin embargo, ponen en duda su capacidad de democratización
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Como casi todos en estos tiempos, Moxie Marlinspike ha creado un token no fungible (NFT). Estos recursos digitales usan criptografía ingeniosa para demostrar, sin necesidad de ningún autenticador central, que un comprador es dueño de una pieza singular de propiedad digital. Junto a las criptomonedas como el bitcoin, los NFT son la instancia más visible de la “Web3″, idea cuyos partidarios y los inversores de capital de riesgo que los respaldan consideran como una mejor versión, descentralizada, de internet, construida sobre registros conocidos como blockchains. Tecnólogos como Marlinspike, que creó la app de mensajería segura Signal, artistas digitales, gente famosa e incluso ocasionalmente algún diario los han emitido y vendido a coleccionistas, a menudo por grandes sumas (una versión inmaterial de la imagen de la tapa de The Economist se vendió por más de US$400.000).
Aunque se veía criptográficamente sólido como cualquier otro NFT, el token de Marlinspike podía cambiar de forma según quien lo abriera. Si uno lo compraba y lo veía en una computadora, se transformaba en un emoji de caca. Luego de unos cuantos días el NFT fue eliminado por OpenSea, un mercado de artefactos digitales.
El incidente logró el objetivo que Marlinspike se proponía. Su meta no era obtener dinero con esta movida sino generar conciencia. Su token mostró que los NFT no son tan no fungibles como se dice. Y la reacción de OpenSea fue una ilustración de que la Web3 supuestamente descentralizada tiene sus propios guardianes.
¿Puede resistir el centro?
La jugada de Marlinspike fue el más reciente evento en lo que quizás es la mayor controversia que haya irrumpido en el mundo tecnológico desde hace varios años. De un lado están los “tecno utópicos”, firmas que ofrecen diversos servicios de Web3 y los capitalistas de riesgo que las respaldan. Sostienen que la Web3 es la próxima gran cosa en el ciberespacio, que es realmente descentralizada y que además promete grandes ganancias. Globalmente el valor de negocios de capital de riesgo en la criptoesfera alcanzó los US$25.000 millones el año pasado, comparado con menos de US$5000 millones en 2020. La semana pasada se dijo que Andreessen Horowitz, una de las firmas de capital de riesgo más ilustres de Silicon Valley, la mayor defensora de la Web3 y conocida como a16z, estaba creando un fondo relacionado con la Web3 por US$4500 millones, para agregar a tres ya existentes con un valor total de US$3000 millones. Una importante socia dejó a16z este mes para crear su propia firma centrada en la Web3.
Se les enfrentan los escépticos. Estos incluyen desde Marlinspike, respetado incluso entre los tecno utópicos, hasta Jack Dorsey, que fundó dos plataformas del tipo que la Web3 promete superar (Twitter en las redes sociales y Square en pagos). Argumentan que una Internet descentralizada es un sueño sin sentido: “uno no es dueño de la Web3, lo son sus socios limitados”, alertó Dorsey el mes pasado. Y dice que es peligroso para el inversor desprevenido. Desde noviembre se ha perdido US$1 billón del valor de las cripto monedas, el territorio más maduro de la Web3.
La disputa puede parecer abstrusa. Pero hay mucho en juego. Podría cambiar la trayectoria de Internet y los modelos de negocios por muchos billones de dólares que ha permitido que existan.
La historia de la computación moderna es una lucha constante entre los descentralizadores y los recentralizadores. En la década del ‘80 el paso de las grandes computadoras a las computadoras personales dio a los usuarios individuales más poder. Entonces Microsoft recuperó parte de ese poder con su sistema operativo. Más recientemente el software de código abierto que los usuarios pueden descargar gratuitamente y adaptar a sus necesidades reemplazó los programas que son propiedad de empresas en algunos mercados pero luego fue reapropiado por los gigantes tecnológicos para que hicieran funcionar sus sistemas operativos móviles (como hace Google con Android) o los centros de datos en la nube (incluyendo los que son propiedad de Amazon, Microsoft y Google).
El movimiento de la Web3 es una reacción a lo que quizás es la mayor centralización de todas: la de Internet. Como lo explica Chris Dixon, que supervisa las inversiones en la Web3 para a16z, la red descentralizada original duró de 1990 a alrededor de 2005. Esto que podría llamarse la Web1 estaba poblada de página planas y era gobernada por reglas técnicas abiertas creadas por entes estándar. La siguiente iteración, la Web2, produjo el auge de gigantes de la tecnología tales como Alphabet y Meta, que lograron amasar inmensas bases de datos centralizadas de información de usuarios. La Web3, según Dixon, “combina la ética descentralizada, gobernada por la comunidad de la Web1 con la funcionalidad moderna avanzada de la Web2″.
Esto es posible gracias a las blockchains, que convierten las bases de datos centralizadas a las que deben su poder las grandes tecnológicas en un bien común que puede ser usado por cualquiera sin permiso. Las blockchains son un tipo especial de registro que no es mantenido centralmente por una entidad (al modo en que un banco controla las cuentas de todos sus clientes) sino colectivamente por sus usuarios. Las blockchains han superado las cripto monedas, su primera aplicación, y se han extendido a los NFT y otros tipos de “finanzas descentralizadas”. Ahora cada vez más son la base de servicios no financieros.
La cartera de a16z ofrece una visión de este nuevo mundo salvaje. Ya incluye más de 60 startups de las que al menos una docena están valuadas en más de US$1000 millones. Muchas están desarrollando la infraestructura de la Web3. Alchemy provee herramientas para que otros construyan aplicaciones de blockchains, a la manera en que la computación en la nube facilita a los diseñadores crear servicios basados en la red. La “mixnet” de Nym es una red descentralizada que mezcla mensajes de modo que nadie pueda saber quien le está diciendo algo a otro.
Usuarios finales
Otras apuestas de a16z están atendiendo a usuarios finales. Dapper Labs crea aplicaciones tales como NBA Top Shot, un sitio donde los fanáticos del deporte pueden comprar y vender eventos digitales coleccionables como momentos claves de partidos de basquet. Syndicate ayuda a clubes de inversores a organizarse en “organizaciones autónomas descentralizada” gobernadas por “contratos inteligentes”, que son reglas incorporadas al software y en blockchains. Y Sound XYZ permite a los músicos crearte NFT para ganar dinero.
Lo que todas estas compañías tienen en común, explica Dixon, es que les resulta difícil mantener atrapados a sus clientes. A diferencia de Google y Meta no controlarán los datos de sus usuarios. OpenSea (en la que a16z también tiene una participación) y Alchemy son sólo cañerías que llevan a las blockchains. Si sus clientes están descontentos pueden pasarse a otro servicio. Aunque quisiera no podría evitar que se vayan, dice Nikil Viswanathan, el CEO de Alchemy. “Como empresa nos encantaría tener puntos que nos den control. Pero no existen. Intentamos encontrarlos”.
La idea de que esto hace que las compañías de la Web3 se esfuercen más por satisfacer a sus clientes y sigan innovando. Otra cuestión es si pueden hacer esto y ganar mucho dinero. No está claro cuánta demanda existe para proyectos realmente descentralizados. Ese fue el problema de los primeros intentos en la Web3 (que entonces se llamaba “peer-to-peer” o “la red descentralizada”). Servicios tales como Diaspora y Mastodon, dos redes sociales, nunca lograron despegar. Sus sucesores podrían enfrentarse al mismo problema. Un servicio como OpenSea sería mucho más rápido, barato y fácil de usar “si se elimina todas las partes de la Web3″, dice Marlinspike.
Un problema más fundamental es que aunque la Web3 funcionara tan bien como su inmediata predecesora, de todos modos puede prestarse a la centralización. Marllinspike considera que el control tiende a emerger casi automáticamente. La historia de Internet ha mostrado que los protocolos técnicos desarrollados colectivamente evolucionan más lentamente que la tecnología diseñada por una sola firma. “Si algo es realmente descentralizado, se vuelve muy difícil de cambiar y a menudo se atasca”, Eso crea oportunidades: “Una receta segura para el éxito ha sido tomar un protocolo de la década del ‘90 que estaba atascado en el tiempo, centralizarlo e iterarlo rápidamente”.
La centralización y el control han sido increíblemente lucrativas. De hecho a16z ha ganado miles de millones con Meta de la que fue uno de los primeros inversores; uno de los fundadores de a16z, Marc Andreessen, es miembro actual del directorio de Meta. Los inversores de riesgo que respaldan la Web3 pueden estar contando con que vuelva a suceder algo así. Y hasta cierto punto ya está sucediendo. Pese a ser un fenómeno relativamente reciente la Web3 está dando señales de centralización. Debido a la complejidad de la tecnología, la mayoría de la gente no puede interactuar directamente con las blockchains o les resulta demasiado tedioso. En cambio dependen de intermediarios tales como OpenSea para los consumidores y Alchemy para los programadores.
Albert Wenger, de Union Square Ventures, una firma de capital de riesgo que comenzó a investigar firmas de la Web3 hace unos años, señala otros potenciales “puntos de recentralización”. Uno es que la propiedad del poder de computación que mantiene actualizadas muchas blockchains a menudo está muy concentrada, lo que da a estos “mineros”, como se los llama, una gran influencia. En otros sistemas la propiedad de los token está fuertemente concentrada: en proyectos de la Web3 recientemente lanzados entre el 30 y el 40% es propiedad de la gente que los lanzó.
Esta dinámica combinada con el último derrumbe que puede reducir el apetito de los inversores para todo lo cripto, sugiere que la Web3 no acabará con la Web2. En cambio el futuro puede ser una mezcla de ambas, con la Web3 ocupando ciertos nichos. Sea o no que la gente siga invirtiendo en NFT, estos tokens tiene mucho sentido en el metaverso donde podrían ser utilizados para rastrear la propiedad de objetos digitales y trasladarlos de un mundo virtual a otro. La Web3 también puede tener un rol en la economía creativa, otro concepto de moda. Li Jin de Atelier, una firma de capital de riesgo, señala que los NFT hacen más fácil para los creadores de contenido online ganar dinero. Al menos en este aspecto limitado incluso los dueños de la Web2 ven la realidad: el 20 de enero Twitter y Meta integraron NFT en sus plataformas.
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