El estereotipo de nerd, la falta de creatividad o el amor por la matemática son algunas de las falsas concepciones que se tiene sobre las carreras científicas
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Delfina Chávez Blasi, Candela Castillo y María Mora Vigo Malusardi tienen algo en común: son pioneras en el estudio de la carrera Ingeniería en Inteligencia Artificial de la Universidad de San Andrés, la primera de este tipo en la Argentina y la región.
Otra particularidad que comparten es que pertenecen al bajo porcentaje de mujeres que estudian una carrera relacionada a la ciencia y tecnología. “En el último año de colegio hice un curso de un año de programación, me encantó y cuando vi la carrera dije ‘Tengo que estudiar esto’”, dice Vigo Malusardi sobre la motivación que la llevó a probar una carrera innovadora.
Para Castillo, la oportunidad de tener una formación interdisciplinaria para poder enfrentar los cambios constantes que implica la tecnología fue lo que más le llamó la atención. Con este pensamiento se alinea también el de Chávez Blasi: ”La realidad es que la tecnología es un mundo enorme y mucho más abierto de lo que pensaba. Pensé que era muy técnico y estructurado y no, hay para todos; para que uno pueda ser creativo, original y es algo que nos permite bajar lo matemático. A través de la tecnología uno puede crear soluciones del mundo real”.
Las estudiantes también derribaron el mito de que para seguir este tipo de carreras hay que amar la tecnología. Dos de ellas confesaron que desde chicas se sentían ajenas a ese mundo y fue a partir de la pandemia que se animaron a adentrarse en lo desconocido, solo para descubrir una pasión subyacente a través de la que pueden tener un impacto positivo en la sociedad.
La curiosidad es un factor clave que las motiva a innovar como alumnas de un tipo de carrera que no tenía antecedentes y enfrentar el desafío de adaptarse a los cambios permanentes del rubro. Ese plan de estudios combina habilidades de modelado matemático y estadístico con habilidades de programación y computación, para la creación de modelos y algoritmos de IA.
Otra de las falsas concepciones que se tiene de la IA es su errónea asociación con la juventud. Quienes se involucran en estos ambientes “no son solo personas de las nuevas generaciones, sino también hay personas que ya están trabajando y desarrollando tecnología, que a veces también aportan un montón”, definió Melina Masnatta, directora Global de Learning and Diversity, Equity and Inclusion en Globant.
Además, es común escuchar que estas carreras son aburridas y quien lo estudie debe ser un genio en matemática para lograr recibirse. Sin embargo, Castillo señala que, si la persona está interesada, solo hace falta “ponerle muchas ganas al estudio” y que “no va por si te va bien o mal en matemática, sino porque verdaderamente te interese”.
La inteligencia artificial es una herramienta que puede implementarse en cualquier campo que se proponga. Las estudiantes que participaron del panel, por ejemplo, están interesadas en la convergencia con la neurociencia, la medicina, la robótica y la educación personalizada. Según Masnatta, el sistema educativo tradicional es fuertemente criticado por darle a todos los alumnos el mismo menú informativo, mientras que debería ser “customizado para que puedan generar otros productos, innovaciones y áreas del saber que hoy ni estamos viendo”.
En este sentido, quienes siguen una carrera de este perfil tienen que reconocer que necesitan “especialización contante en ámbitos donde estamos aprendiendo de lo que estamos desarrollando y eso es un desafío tremendo”, según la ejecutiva, más aún teniendo en cuenta el contexto de reconversión contante en el que se enmarca.
Por su parte, la ejecutiva, que completó un Master en Tecnología Educativa, cuestiona cómo el marketing y la comunicación limitaron el estudio de estas carreras para varones de determinadas características. “Clementina fue la primera computadora que adquirió la Argentina y estaba lleno de mujeres alrededor. En la década del 70, más del 80% de las personas que estudiaban la carrera de ciencias de la computación eran mujeres. ¿Qué pasa hoy cuando no tenemos ni el 16%? Las barreras que tuvieron que sortear surgieron en los últimos años, cuando la tecnología se volvió más masiva y empezamos a ver como roles modelo al target de persona nerd, blanca con anteojos. Eso es lo que tenemos que revertir fuertemente en el mundo para que haya más mujeres en tecnología”, dijo en el panel moderado por la periodista de LA NACION Carla Quiroga.
“Necesitamos humanos que se comprometan a resolver problemas de todos los días de las personas desde una mirada que no sesgue”, concluyó Masnatta, que trabaja en un área que se enfoca en pensar cómo los aprendizajes pueden incluir cada vez más talentos diversos que hoy no se están considerando.
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