Mientras muchos se preguntan si el avance de la IA los dejará sin trabajo, otros aplican sus funciones para agilizar distintos procesos; sentados en una mesa (generada con IA), expertos de distintos ámbitos contrapusieron punto por punto sus ventajas y desventajas
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Noviembre de 2022. La empresa OpenIA abría al público general el acceso a ChatGPT, un revolucionario chatbot que prometía -y cumplió- cambiar el paradigma en el que nos movemos. Ya lo decía Bill Gates: “La inteligencia artificial cambiará al mundo y al mercado laboral”. Y eso efectivamente está sucediendo. Esa aplicación, de acceso gratuito desde cualquier dispositivo, le permitió a usuarios de todo el mundo (100 millones, para ser exactos) obtener respuestas al instante, códigos de programación, procesamiento de datos y otras tantas funcionalidades en cuestión de segundos. En resumen, comenzó una revolución tecnológica que incluso llevó a expertos del ámbito internacional a pedir que su avance se desacelere un poco. Fue bajo esa premisa que giró el primer capítulo de la décima edición de Management 2030, el evento de negocios más importante de la Argentina organizado por LA NACION que, en esta jornada, convocó a expertos para ahondar un poco en estos temas desde sus puntos de vista.
Para hablar de inteligencia artificial se necesitan conocimientos. Y qué mejor que una propia IA para hablar de ello. El panel, además de estar compuesto por referentes del emprendedurismo nacional, contó con la presencia -digital- de Elena, una IA desarrollada por Accenture Argentina que abrió la jornada junto a Sofía Vago, CEO de Accenture Argentina.
Elena convirtió al encuentro en el primero en vivo en utilizar una tecnología de estas características. Junto a ella, estuvieron Martina Rúa, periodista especializada en tecnología e innovación; Camila Manera, la joven argentina que recorre el mundo dando charlas sobre IA y que además es la cofundadora y Chief Data Officer de Libro de pases; Matías Latugaye, Country Manager de Notco Argentina y Felipe Durán, fundador de UXArt que, junto a José Del Río, secretario general de redacción de LA NACION, desmenuzaron punto por punto el futuro de la humanidad con la irrupción de estas innovaciones.
El tema central es que la IA nos parece algo ajeno pero que, en realidad, está presente en nuestra cotidianidad. “Mi despertador está hecho con IA. Yo le digo a qué hora me quiero levantar y cuando lo hago me dice qué me tengo que poner por cómo va a estar el día”, ejemplificó Vago, de Accenture Argentina. Lo que ocurre con Elena, por ejemplo, o ChatGPT, es el resultado de años de trabajo, aprendizaje y alimentación de estos sistemas. “Se van enriqueciendo de distintas culturas y realidades, se transforma en algo que va aprendiendo y evolucionando para devolvértelo más customizado”, añadió la ejecutiva.
Una tecnología con ventajas infinitas
Mientras José Del Río y los panelistas aguardan que comience el vivo, acomodan papeles, vasos y celulares sobre una mesa. Detrás de ellos, una enorme pantalla muestra el logo del evento y una luz azul ilumina la plataforma. Lo que parece ser una escenografía hecha a mano tiene detrás un arduo trabajo hecho por una inteligencia artificial.
Un ida y vuelta entre diseñadores y el sistema dieron como resultado el espacio donde los expertos se sentaron a hablar. Introducción correspondiente, bienvenida a la audiencia y presentación de cada panelista. Locución e imagen, también desarrolladas con IA.
Bien explicó Martina Rúa al comienzo del panel. Hasta el momento, toda esta tecnología estaba reservada al “mundillo tec” pero pasó a mano de todos cuando OpenIA decidió abrir su ChatGPT al mundo. Fue una revolución total. “Pensá que para que Netflix alcance el millón de usuarios tardó 3,5 años. Al ChatGPT le demoró cinco días”, puntualizó la periodista.
Sus usos, más allá de un juego de preguntas y respuestas, tienen escalas mucho más grandes. “En Japón es usual encontrarlos como un acompañamiento para adultos mayores. Le podés hacer una consulta médica, pedirle ayuda y luego sí ir al cuidador humano o familiar”, explicó Rúa.
Se le puede pedir una receta, una rutina de ejercicios o que resuelva un enunciado matemático. Se puede charlar con el chatbot y pedirle resúmenes.
Al fin y al cabo, es un algoritmo operando en base a un proceso solicitado. Hay oportunidades fascinantes, aceleración de procesos y una gran ayuda para empresas como Notco Argentina. Matías Latugaye trajo al encuentro una información que dejó a varios haciéndose preguntas: si se combinan el maíz con el durazno, se puede replicar el sabor del pollo. Su empresa trabaja con otra inteligencia artificial. Se llama Giuseppe, tiene código cerrado -es decir, es de uso interno- y sirve para “ayudarnos a entender cómo es la composición de los productos de origen animal para buscar, en el universo de ingredientes vegetales, cuál es la combinación para replicar textura, sabor, aroma y funcionalidad”. Es algo que hecho en un laboratorio demoraría meses e incluso años pero que, en consonancia con el uso de una IA, chefs, científicos y desarrolladores logran lanzar productos al mercado en apenas cinco meses. Para los familiarizados con este tipo de alimentos, un claro ejemplo es el famoso Not Chicken.
En la otra vereda están los miembros de Libro de pases, una aplicación desarrollada por un futbolista argentino que usa la IA para generar un rápido procesamiento de una gran cantidad de datos para así “recomendarle a clubes de fútbol cuáles son los jugadores que necesitan para su equipo”. “Buscamos eficientizar una industria que funciona un tanto ineficiente. Solo el 1% de los jugadores a nivel mundial firman un contrato profesional. Hoy, cambiar ese número sin IA e inteligencia de datos sería muy difícil”, explicó Camila Manera.
Cada uno desde su lado, aplican la inteligencia artificial en distintas industrias y con diferentes objetivos. Uno procesa datos, otro analiza moléculas. En el arte, como señaló Felipe Durán, se puede llegar a obtener resultados increíbles. No solo se generan imágenes y videos con IA sino que existe una película que se modifica según la emoción de la audiencia.
Con todo esto, se podría pensar en “una obra que cambie de colores de acuerdo a quién tenga en frente y qué sentimientos tiene”, planteó Rúa. “Es importante trabajar en conjunto con la IA sobre lo que le estás pidiendo y cuáles son los inputs. Ese es otro de los miedos que hay. Si nos van a mostrar cosas que nos den placer o nos entienda de tal forma, ¿cuál va a ser la unión del hombre-máquina desde lo visual?”, se preguntó Durán. Las posibilidades son infinitas y todavía están descubriéndose.
¿La inteligencia artificial nos va a dejar sin trabajo?
Llegó ChatGPT y las redes entraron en alerta. Muchos usuarios expresaron la preocupación que sienten por el avance de la automatización y como esta puede “dejarnos a todos sin trabajo”, como se leyó en Twitter en estas últimas semanas. El temor llegó a tal punto que incluso Elon Musk y otros mil especialistas firmaron una petición para que se suspendan los avances de esta tecnología por un tiempo e incluso se publicó, como aportó Martina Rúa en el encuentro, la Declaración de Montevideo con foco en los derechos humanos.
“Las tecnologías están pero [hay que ver] cómo las interpretamos cuidando el empleo y el bienestar de las personas. Empecemos por ahí: [la IA] es un copiloto que viene a amplificar nuestras habilidades”, señaló la especialista.
“La inteligencia artificial y los robots están diseñados para complementar y mejorar el trabajo humano, no para reemplazarlo. Aunque algunas tareas pueden ser realizadas más eficientemente por máquinas, siempre será necesaria la intervención humana en muchos otros aspectos de la vida y el trabajo”, se definió a sí misma Elena. El punto no es pensar en la IA como el reemplazo del humano sino como una herramienta e incluso acompañamiento. Según estimaciones del Foro Económico Mundial, se calcula que para 2030 la IA va a generar US$15,7 billones en negocio y, en cuanto a la reconversión de perfiles, para 2025 se estima que 85 millones de trabajos a nivel mundial van a ser reemplazados por IAs pero se van a generar 97 millones más.
“¿Qué tipo de trabajos son los que reemplaza? ¿Cuál es el nuevo humano que vamos a encontrar acá? El eje va a ser la capacidad de encontrar y preguntar. Se crearán nuevos trabajos donde se requiera el talento y la creatividad. La IA es un acompañante, no reemplaza la humanidad”, reflexionó Durán. “Se estipula que para 2025, el 50% de todas las tareas que hacemos todos los días se van a automatizar. Vamos a tener la mitad de nuestros días para nosotros. Por eso es que empezamos a hablar de una semana laboral de cuatro días y nos replanteamos un montón de cuestiones. Con buena educación vamos a entender lo que disfrutamos, lo que es más eficiente que haga una máquina y construir esto de lo que hablamos”, aportó Manera.
En definitiva, la respuesta sería que no. La inteligencia artificial no nos va a dejar sin trabajo. Lo que sí va a ocurrir es que deberemos adaptarnos a una nueva realidad, aprender skills nuevas para estar al corriente y lograr reposicionarnos. Sin embargo, la clave mientras este proceso tenga lugar será la cautela. “[Todo esto] no quiere decir que los trabajos se van a reemplazar sino que hay acciones de esos empleos que pueden ser reemplazados, acompañados o automatizados. Hay que ser cautelosos con como se comunican estas cosas. El debate se abre en qué hacemos las empresas y las personas, cómo implementamos las tecnologías y que no estén en detrimento del humano”, concluyó Rúa.
El lado B de una tecnología prometedora
Que hay facilidades y avances muy interesantes es innegable y que sirve para agilizar tareas y generar oportunidades, también. Pero es, a su vez, una herramienta peligrosa. Hace poco circuló por Twitter y WhatsApp una foto del Papa Francisco con una campera blanca mientras caminaba por las calles de la Ciudad del Vaticano. Para el ojo despistado, el sumo pontífice había sido captado por la prensa mientras daba un paseo.
Para los más clínicos, lograron darse cuenta que la foto era falsa y se trataba de un Deepfake. Caso similar a lo que ocurrió con el expresidente Donald Trump: una IA simuló una escena donde era detenido por la Policía, semanas previas a que se lo enjuiciara en los Estados Unidos.
Estas tecnologías se perfeccionaron tanto en el último tiempo, que pronto va a ser difícil discernir entre lo que es real y falso. Martina Rúa comentó que “las imágenes, audios y videos se alimentan de nuestro sesgo de confirmación; viralizamos esa confirmación” y que solemos compartir en un “70% más el contenido que es fake”. Si a eso le sumamos una IA cada vez más sofisticada, podemos encontrarnos con un escenario más complejo. “Se viene un gran desafío en lo que es fact checking”, amplió la periodista.
Lo que ocurre, es que las redes sociales juegan un papel fundamental en la difusión de estos Deepfakes y videos falsos como el que circuló de Fabiola Yáñez nos demostraron como es cuestión de programar un par de conceptos para crear un video no verídico. Pero así como se utiliza para estas cosas, hay un apartado creativo que entusiasma a gran parte de la industria de la música. Se puede, por ejemplo, grabar una canción para luego elegir la voz de cualquier artista para interpretarla.
Sus usos son ilimitados y es tan amplio su alcance que los gobiernos lo analizan con cuidado. “China, Alemania y Estados Unidos se están haciendo preguntas de cómo lo van a legislar. Italia duramente prohibió el ChatGPT en todo el país y Joe Biden pidió 60 días para analizar la situación y tomar una decisión. No es un tema menor, está movilizando los estratos de los países y las industrias y nosotros como usuarios tenemos que tener un rol ahí”, explicó Rúa.
¿Por qué el ChatGPT no sabe quién soy?
Mauricio Macri subió al atril en una cena a la que fue invitado y enunció un discurso. Se detuvo, sin embargo, a la mitad. Miró a la audiencia y explicó: “Esto se lo pedí al ChatGPT hace cinco minutos en mi mesa”. En pocas palabras, sintetizó el alcance y la funcionalidad de esta IA. El problema de esta tecnología no es la generación de texto. Las fallas van a estar cuando le pidamos referencias sobre personas.
Le sucedió a Marcos Galperin, fundador de Mercado Libre, cuando a través de Twitter comentó que ChatGPT 4 -la última versión publicada- le dio información errónea sobre su persona. Lo que ocurre, es que ChatGPT trabaja con palabras y lenguaje, no conceptos. “Va adivinando qué palabra es más probable que venga después de esa que vos le dijiste. Entiende el lenguaje, así se alimenta”, clarificó la periodista.
Educación y nuevos emprendedores
A lo largo de este primer capítulo de Management 2030 se hablaron muchas cosas. Se entendió cómo la inteligencia artificial ayuda a acelerar procesos en distintas industrias, cómo hay que mirarla de cerca para evitar que se divulgue información falsa y qué tanto va a repercutir en la vida laboral de la humanidad. Hecha la regla, hecha la trampa, en las escuelas algunos alumnos le piden al ChatGPT que genere respuestas a exámenes o trabajos prácticos mientras que emprendedores usan aplicaciones como Midjourney para generar arte visual.
No se puede evitar su avance. A esa conclusión llegaron todos los panelistas, Elena incluida. La discusión es otra. En las escuelas se intentará trabajar en cómo ingresar estas tecnologías al aula y en el tema del arte, estas imágenes generadas con IA tendrán otros interrogantes. “¿Va como NFT? ¿Puede resguardar derechos de la propiedad intelectual?”, se preguntó Durán. El punto estará en el debate, en seguir de cerca la revolución que acaba de comenzar y entender a estos avances como acompañamientos y herramientas en lugar de enemigos o reemplazos.
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