Innovar en 2022. Dónde y cómo aprovechar el envión de la pandemia
El capital de riesgo fluye hacia empresas escalables que resuelven problemas masivos apalancadas en tecnología y se abre una gran oportunidad para startups e industrias de la economía del conocimiento de hacer la diferencia
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Cuando golpeó la pandemia, una de las grandes preguntas fue cuál sería su efecto en la generación de innovación. La evidencia histórica sugiere un fuerte recorte en las inversiones, con picos que sobrevienen luego de que este tipo de crisis termina, aunque en los hechos los números del Global Innovation Index (GII) 2021, muestran otro panorama.
Según el indicador, el gasto en I+ D en 2020 creció alrededor del 10% y el 60% de las empresas intensivas en I+D informaron un aumento. Las solicitudes de patentes internacionales a través de la OMPI alcanzaron un nuevo récord histórico con un aumento del 3,5% impulsado por la tecnología médica, los productos farmacéuticos y la biotecnología.
Los acuerdos de capital riesgo crecieron un 5,8%, superando la tasa de crecimiento promedio de los últimos 10 años con una fuerte expansión en la región de Asia -Pacífico y América Latina y el Caribe con incrementos de dos dígitos.
Empresas cuya innovación fue el centro de las medidas para contener la pandemia y sus consecuencias, (en particular servicios de software y tecnologías de la información y la comunicación, productos farmacéuticos y biotecnología) ampliaron sus inversiones en innovación.
Con este viento de cola mundial, vale preguntarse: ¿Qué impacto concreto puede tener este contexto global en las empresas argentinas, los desarrollos tecnológicos locales y la industria tecnológica local? ¿Qué oportunidades se abren para las empresas? ¿En qué nichos y cómo apalancarlas?
Unicornios para todos
Esteban Campero, responsable de Emprendedores y Pymes de la Secretaría General Iberoamericana (Segib) señala al segundo trimestre de 2021 como el de mayor actividad de capital riesgo de la historia en el mundo: US$156.000 millones. En particular y según CB Insights, la financiación de riesgo en América Latina en el segundo trimestre de 2021 marcó una cifra histórica de US$7200 millones frente a los US$4000 millones anuales de 2019 o 2020. Para más, de las once empresas argentinas consideradas “unicornios” (con una valuación de mercado de US$1000 millones o más), las seis últimas llegaron en 2021. “La Argentina está aprovechando. Tiene un reconocido estatus como uno de los hubs de innovación de América Latina. Los gobiernos nacional y provinciales tienen la oportunidad de apalancar esta inversión con modelos de matching funds a modo de señal a largo plazo”, aporta Campero.
En el marco del evento Deep Digital 2021, organizado por Identia, tuvo lugar un bloque dedicado a la inversión, los unicornios y las posibilidades que abre la economía del conocimiento. Mariano Mayer, cofundador y GP de Newtopia VC, señaló que la pandemia no solo aceleró los procesos de digitalización de la sociedad sino que rompió los prejuicios sobre si era posible o no transformar y mejorar un sector económico con tecnología y talento. “Esto ha desatado una marea de emprendedores que con audacia y sin miedo se han lanzado a buscar soluciones para los numerosos problemas y desafíos que todavía tiene América Latina con el apoyo de inversores de capital emprendedor como nunca hubo”.
Este nuevo contexto contribuyó a que las startups pudieran escalar regional y globalmente. “Las empresas pudieron innovar con propuestas cada vez más ambiciosas desde mercados emergentes. Esto es de especial interés para grandes inversores”, apuntó María Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor Argentina.
Para Federico Jack, inversor ángel de empresas como Auth0 o Satellogic, 2021 fue un año donde proyectos de tecnología iniciados por argentinos consiguieron financiamiento a distancia y a valuaciones solo vistos en otras regiones. “Eso mismo también permitió que la expansión internacional de los proyectos ocurra de manera temprana, algo que antes solo sucedía con empresas consolidadas. Vamos a ver más proyectos iniciados por argentinos llegando a las primeras planas del mundo; algo que ha ocurrido muy pocas veces en la última década”.
Jaime Macaya, CEO de Kavak Argentina, completó al panel señalando que la argentina es una economía chica, alejada geográficamente del mundo pero que la consolidación del trabajo remoto ya no la condiciona. “El mundo del trabajo se está reconfigurando aceleradamente. Es necesario que la Argentina pueda acompañar estos cambios con mejores marcos normativos”.
Ventanal de oportunidades
Un diagnóstico que confirman inversores y asesores es que las startups que actualmente resuelven problemas universales con la tecnología como aliada captan la atención del capital internacional.
“Si hay un momento para emprender en América Latina, definitivamente es éste”, afirma Mayer. Prácticamente todos los sectores están en ebullición: financiero, educación, salud, movilidad, energía, industria, trabajo, turismo. “Si el problema es grande (regional o global) y urgente y con un buen equipo, las posibilidades de conseguir financiamiento y apoyo son altísimas”.
Para Bearzi, también hay oportunidades en industrias como agtech y edtech donde hay cientos de problemas por resolver. “Es necesario que se den los consensos para fomentar la creación de nuevas empresas, el crecimiento de las existentes y la generación de puestos de trabajo de calidad. Construir un marco institucional que impulse y apoye a quienes innovan, en vez de desanimarlos”
Campero explica que hay una oportunidad ante la reconfiguración de las cadenas globales de valor. “La innovación abierta a escala global es la mejor manera de ganar lugares. Hay mucho potencial en el outsourcing de alto valor de conocimiento, incluso en el licenciamiento de patentes”. Jaime coincide con la idea. “Todas las industrias con cadenas de producción muy largas tuvieron que reinventarse y acortarse. Las startups que trabajan en sectores que logren reducir tiempos y costos de producción o de distribución, van a atraer inversión”
Desde Argencon, Luis Galeazzi, director ejecutivo de la entidad, suma que hay oportunidades en sectores como gobierno digital, en digitalización de los procesos judiciales o de salud. “En el área de servicios públicos veo una oportunidad enorme. Lo mismo en la transferencia tecnológica de las industrias tradicionales, la industria 4.0, la logística, los medios de pagos y retailing”.
El ejecutivo además asegura que los cambios también deben impactar al universo de pymes. “Las startups que se crean bajo el paradigma de las economías del conocimiento son una cosa, por otro, las pymes tradicionales tienen un gran desafío: o se adaptan y reconvierten o tienen graves problemas de subsistencia”
Economía del conocimiento
Jack explica que en un mundo con trabajo remoto consolidado la exportación de servicios relacionados a las industrias del conocimiento se expanda notablemente.
La economía del conocimiento refiere a las actividades económicas que requieren un intensivo aporte del conocimiento humano para generar valor, de software a biotech, pasando por producción audiovisual o industria satelital, entre otras.
“Tenemos una alta calificación global en todos los servicios profesionales exportables. El teletrabajo nos permite proyectar esos servicios desde la medicina hasta la gestión empresarial o legal” indica Galeazzi.
Desde la Unión Argentina de Jóvenes Empresarios (Unaje), explican que la Argentina vive un boom de la exportación de servicios digitales por varios factores. “Contamos con una base de profesionales con excelente educación técnica y de idiomas, las empresas están más abiertas que nunca a contratar talento remoto y a nivel cambiario los profesionales son muy competitivos”, remarca Joaquín Zoilo, presidente de la entidad.
Sin embargo, según Argenconomics, informe de Argencon, la participación de la economía del conocimiento en las exportaciones nacionales a junio de este año cayó al 8,2%. Este valor está lejos del récord de participación, que fue de 9,6% en diciembre de 2017, cuando las exportaciones llegaron a US$7335 millones.
Problema y solución
La disputa por el talento tecnológico es un problema mundial del que la Argentina no está exenta. Entre otras variables que se señalan como obstáculo para el despegue de la economía del conocimiento –además de cuestiones normativas e impositivas– se encuentran la ausencia de profesionales calificados: la falta de egresados de carreras afines y una significativa fuga de cerebros protagonizada por profesionales de nivel medio y alto que migran al mercado informal para cobrar sus servicios en dólares. Según la Cessi, la industria de software en la Argentina no logra cubrir por año 15.000 empleos.
Por otro lado, las empresas que tuvieron la capacidad de internacionalizarse difieren de aquellas que tienen productos o servicios apuntados al mercado local. “La competencia por el talento ha llevado a que los sueldos suban en dólares con contratación a distancia lo cual afecta la capacidad de retención, mantenimiento de servicios o productos de calidad e innovación”, puntualiza Zoilo.
Las empresas argentinas que buscan contratar talento tecnológico local deben competir con empresas globales. “Para evitar la fuga (virtual) de cerebros es clave que el sector tecnológico argentino pueda migrar de ser un exportador de profesionales a un exportador de soluciones”, comenta Hernán Haro, socio fundador y CEO del fondo de capital de riesgo MrPink.
Campero apunta que la mayoría de los países líderes están impulsando programas de visas de talento, potenciando a los nómadas digitales y generando mecanismos de retención y de atracción. “La Argentina tiene que profundizar estas iniciativas, es necesario pensar en incentivos concretos”.
Para Jack, a pesar de los serios problemas que posee la Argentina en cuanto a formación de capital humano, hay una oportunidad única para que el sector de servicios tenga una ponderación mayor en el PBI. “Es importante buscar la manera de atraer talento, la economía del conocimiento debe ser una política de estado que guíe tanto al sector privado como el público”.
Maridaje necesario
Para Cintia Hernández, directora para la generación de nuevas empresas de la economía del conocimiento del Ministerio de Desarrollo Productivo, el fenómeno global de deslocalización productiva presenta oportunidades para el sector industrial local, sobre todo por los altos niveles de demandas insatisfechas que trajo la pandemia.
En el mismo sentido, Gabriela Bortz, investigadora del Conicet y especialista en políticas de ciencia, tecnología e innovación, explica que el sentido de emergencia de la pandemia abrió la puerta a un contacto más fluido entre el sector académico y la industria tecnológica local. “Esto se puede ver en el surgimiento de vínculos asociativos nuevos y flexibles, trabajo conjunto que permitió resultados concretos en tiempo récord”.
Lo cierto es que para que esta oportunidad sea aún más grande es fundamental vincular al sector científico con el empresarial, para que este último apalanque sus productos o servicios y logre un diferencial. “El gran desafío es combinar ambos sectores. Además se requiere de un trabajo conjunto entre todo el arco empresarial. Tenemos que pasar de un pensamiento sectorial o individual a uno colectivo para capitalizar estas oportunidades”, subraya Zoilo.
Más allá de la pandemia, Bortz pone el acento en la notoriedad que vienen tomando nuevas empresas de base tecnológica en edición genética, biología sintética, nanotecnologías frente a desafíos actuales como la crisis climática y la necesidad de una producción más sostenible. “Desde bioingredientes para cosmética a bioplásticos, control biológico de plagas, productos plant-based, plataformas para agricultura sostenible, entre otros”.
Para Zoilo, todos estos sectores están teniendo una demanda cada vez más grande de innovación fundamentalmente por las necesidades que vamos a tener en los próximos años “con una población cada vez más grande y consumiendo sus recursos rápidamente”.
Sin embargo, el impulso de estos desarrollos se ve aún en forma de islas y no de una dinámica sistémica. “Se necesita un apoyo coordinado desde el Estado, un financiamiento sostenido y con horizontes claros, con una mirada de largo plazo, no sólo desde el sector público sino también del privado, que pueda cubrir distintos estadios del proceso productivo”, cierra Bortz.
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