Innovación, sustentabilidad y propósito. Las palabras más polémicas en el mundo de los negocios
Hay términos que se volvieron cada vez más comunes, pero que en el medio perdieron gran parte de su sentido
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La espuma de los matafuegos funciona quitándole el oxígeno al fuego. Un puñado de palabras usadas en exceso tiene el mismo efecto amortiguador en la capacidad de pensar de las personas. Estas son palabras como “innovación”, “colaboración”, “flexibilidad”, “propósito” y “sustentabilidad”. Cubren los sitios web de los consultores, llenan los CV de los candidatos y se multiplican en la boca de los gerentes. Se volvieron tan repetidos hasta el punto de convertirse en inútiles.
Estas palabras son omnipresentes en parte porque es muy difícil argumentar en contra. ¿Quién realmente quiere ser la persona que defiende los silos? ¿Qué ejecutivo secretamente anhela ser el director general del estancamiento? ¿Es incluso posible tener la falta de propósito como meta?
Así como el filósofo austríaco Karl Popper hizo de la falsabilidad una prueba de si una teoría podía describirse como científica, la antonimia es una buena manera de determinar si una idea tiene algún valor. A menos que su opuesto pueda tener algo que lo recomiende, una palabra es demasiado vaga para ser realmente útil.
Una palabra como “sustentabilidad” es tan confusa que se usa para abarcar todo, desde una empresa que piensa con sensatez en el largo plazo hasta el fin del capitalismo. Esta columna bien puede contar como sostenible porque sigue reciclando las mismas ideas. La falta de precisión abre la puerta a la grandilocuencia y al washing green.
A principios de este año, Morningstar, un proveedor de datos, seleccionó 1200 fondos de su lista europea de inversión sostenible después de una revisión más detallada de sus folletos e informes anuales. Los reguladores en América y Europa han estado luchando para definir estándares de divulgación de sostenibilidad.
Otro ejemplo es el término “innovación”. Demasiada innovación puede convertirse en un obstáculo para los consumidores. Un artículo reciente de Yingyue Luan y Yeun Joon Kim de Judge Business School de la Universidad de Cambridge analiza el efecto de la novedad percibida en la respuesta del público a las películas. Los investigadores encuentran que hay un término medio clave, donde las películas son lo suficientemente distintivas como para despertar la curiosidad pero no tan radicales como para superar las expectativas. En ese espacio, entre Mi pobre angelito 4 y Tenet, se encuentran las verdaderas oportunidades para ganar dinero.
Problemas internos
La innovación también puede ser una barrera para los empleados. Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) analizaron recientemente los factores que predecían altos niveles de desgaste entre la fuerza laboral de las empresas. Para su sorpresa, descubrieron que era más probable que los empleados dejaran empresas, como Tesla y Nvidia, con altos niveles de innovación. Los autores plantean la hipótesis de que las largas horas y la alta presión que caracterizan a las culturas innovadoras pueden conducir a una mayor rotación de personal.
“Colaboración” es otra palabra que requiere de un análisis más detallado, De entrada, puede sonar como algo maravilloso: los límites se disuelven, la experiencia y las ideas fluyen. Pero la colaboración también puede descontrolarse. A menudo significa tener más y más personas en cada hilo de correo electrónico y en cada reunión, lo que puede paralizar la toma de decisiones.
Y las recompensas que se derivan de la colaboración son desiguales. El club del No, un nuevo libro de Linda Babcock, Brenda Peyser, Lise Vesterlund y Laurie Weingart, examina la cantidad desproporcionada de “trabajo no promocionable” realizado por mujeres, tareas como cubrir ausencias, organizar logística y tutoría. La colaboración es una propuesta mucho menos atractiva si ayudar a otros significa dedicar menos tiempo al tipo de trabajo que se reconoce cuando llega el momento de entregar promociones reales.
Por su parte, la noción sumamente esponjosa de “propósito” disfraza preguntas difíciles de cómo los gerentes deben equilibrar los intereses de múltiples partes interesadas. La “flexibilidad” suena como una bendición para los trabajadores, pero la realidad para los empleados de hacer frente a los cambios de última hora en los horarios suele ser muy diferente. El estudio del MIT encontró que tener un horario regular era seis veces más poderoso como predictor de retención de empleados manuales que tener un horario flexible.
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